Inicio, desarrollo y cierre de procesos terapéuticos (epílogo)
Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, MA. (Abril, 2019) “La confianza, como el arte, nunca proviene de tener todas las respuestas, sino de estar abierto a todas las preguntas”. (Wallace Stevens) Para practicar el construccionismo social ponemos el foco de atención en la RELACIÓN existente entre nosotros, no en las cosas ni en nadie en concreto sino en lo que conjuntamente, fruto de la relación (del diálogo), podemos alcanzar. Buscamos constantemente alternativas que construimos, a sabiendas de las limitaciones que se presenten, pero buscando superarlas mediante el diálogo, la escucha, la acogida mutua y la visión positiva de las interrelaciones. Desde la pragmática reflexiva del construccionismo social, ponemos el foco en el CON, que se entreteje relacionalmente. Coconstruimos conjuntamente y expandimos las posibilidades con el diálogo para la cocreación de futuros nuevos. El proceso terapéutico está basado en la relación, confía plenamente en el diálogo para construir complejidad y va articulando posibilidades en estos intercambios, que buscan la construcción conjunta de significados; abriendo un espacio de dignidad para las palabras y los dilemas de los consultantes. Nos abrimos al ser de los otros, desde este no saber, que interroga en nosotros lo dicho por los otros. Abriendo un lugar de comprensión, respeto, curiosidad, seguridad, confianza y aceptación para que cuenten su historia, con su propia voz. Y, también hacer espacio para el silencio, escuchar profundo, es escuchar también los silencios, sin ansiedad. Conversamos a través de preguntas que abren las posibilidades que nos da la apertura y comprensión de las diferencias. La pregunta -el diálogo transformador- abre la libertad, con su práctica responsable en las relaciones. Con las preguntas (respetuosas, nuevas, distintas, abiertas, curiosas, creativas, reflexivas, significativas) interrogamos -cuestionando- lo establecido, buscando justicia, equidad, dignidad en las relaciones. En toda interrelación humana, lo digamos o no, buscamos: amor, afecto, conexión, entretejer, vínculos, aceptación, respeto, pertenencia, libertad, reconocimiento, comprensión, alegría, compañía, legitimación, confianza, seguridad, inteligencia, ética relacional (“Porque la simple existencia -insistencia, mejor- rutinaria, biológica, necesita la presencia amada y amable para ascender a vida humana. Sin la proximidad del amor estamos lejos de nosotros mismos” -Fernando Savater, 2019-). Como nos explica Celiane Camargo-Borges (2014): “La epistemología dialógica del construccionismo social se interesa por la creación de prácticas conversacionales que puedan construir caminos posibles para que las personas sigan juntas. Se interesa por la utilización de un discurso no persuasivo, sino uno que pueda ser compartido, para que no se cierren las conversaciones, sino que se abran nuevas posibilidades inclusivas para estas conversaciones”. Entender la terapia como un intercambio complejo y sutil de significados interpersonales, como el espacio para unirse a los consultantes en la construcción de un horizonte completo y profundo alimentado de las historias, a menudo confusas, en las que están emocionalmente involucrados, y actúan. Jan Defehr (2008) afirma: “El método, en la práctica de la terapia colaborativa, siempre está “en camino”, siempre es un “estreno”, siempre es utilizado por “primera vez” que surge de una situación dialógica histórica particular”. Los procesos de terapia, trabajando con una diversidad de personas, desde esta perspectiva socioconstruccionista, son una invitación a la libertad compartida, en la que la “verdad” se disuelve, y lo importante es el diálogo distinto sobre lo que podemos construir juntos; con curiosidad y respeto. Y, lo generativo está en la coconstrucción conjunta de soluciones. Para Harlene Anderson (1999): “…mi conceptualización de la terapia: un sistema de lenguaje y un acontecimiento lingüístico que reúne a la gente en una relación y una conversación colaborativas -una búsqueda conjunta de posibilidades”. Decidir elegir el mantener la postura de un aprendiz curioso y una conversación dialógica con uno mismo como un primer paso hacia el diálogo con los demás, y descubrir la belleza que se encarna en el desarrollo de una actitud y una mirada estética sobre la vida. Dentro de una ética y estética dialógica, donde se generan relaciones alternativas, para promover transformaciones sociales, artísticas y políticas. La terapia se plantea, entonces, como un espacio abierto a la vida social, cultural, política, ética y estética; espacio para la reflexión capaz de liberar recursos que emancipan y por lo tanto generan responsabilidades para la creación de los contextos de la justicia social. Es decidir que la terapia sirve para estar en el mundo desde una posición afirmativa, no conformista ni acrítica, más bien, positivamente comprometida con quienes crean las posibilidades de una vida socialmente nueva. En palabras de Kenneth Gergen (2016): “Lo que está en juego no es reparar la mente, desde una perspectiva relacional, sino la transformación relacional…”. El construccionismo social, según lo señalado por Kenneth Gergen (2014) “…sí hace a los profesionales de todo tipo, dos preguntas centrales: ¿cómo y para quién es útil lo que haces? Y ¿cuáles son las implicaciones socio políticas -éticas- de tomar, seriamente, la realidad propuesta?” Y, además: “…este proceso…es indefectiblemente una forma de activismo social o político: cualquier acción que se realiza en una sociedad forja de ese modo su futuro”. Dora Fried Schnitman (2017) sostiene, que: “se trata de poner el foco en lo positivo y hacerlo crecer. Esta posición involucra una apertura hacia lo nuevo, lo inesperado…El lugar del operador generativo es el de facilitador o gestor de un proceso que provee de nuevas posibilidades para la comprensión, la coordinación, la interacción y la acción. Atiende a las respuestas de los consultantes promoviendo procesos transformativos: nuevos conocimientos y acciones”. Son procesos de aprendizaje, en el que se generan sentidos impensados, porque se conecta la experiencia con lo nuevo. Procesos creativos, capaces de notar lo distinto, de invitar a un espacio de creatividad. Procesos de deconstrucción permanente, para poner en evidencia las relaciones de poder. Confrontar, crear una disrupción en la costumbre de no interrogarnos a nosotros mismos. Procesos de diálogo para dar un lugar a las diferencias, para que adquieran nuevos significados al ser reflexionadas en sus múltiples y complejos contextos relacionales. Marilene Grandesso (2017) sostiene: “Trabajar, por tanto, como terapeuta invita a colocarse como responsable de crear espacios para el diálogo, caminando junto con el consultante en una empresa en busca de la reconstrucción de significados. Tal posición ubica al terapeuta como responsable de la organización de la conversación y de la creación de un contexto conversacional, en una interacción de preguntas, respuestas y procesos reflexivos, como la manera para favorecer la movilización de los recursos de las personas, familias, comunidades y redes”. Para Sheila McNamee (2018) se trata de: “Para crear situaciones y contextos dialógicos lo único útil es: la curiosidad, el estar abiertos a escuchar la diferencia, el ser reflexivos acerca de lo que yo mismo estoy pensando acerca de la situación… ¿Cómo involucrarnos en una situación dialógica?: Con la Presencia Radical: ¿Qué hacemos de manera conjunta para estar presentes el uno con el otro en la situación? No es estar solamente presente con todo lo que yo soy y abierto al otro, sino también aceptar la vulnerabilidad de la situación y el querer, el desear estar en una situación de desafío, en donde la meta no es imponer lo que yo pienso o aceptar lo que piensa el otro, sino cómo de manera conjunta creamos un espacio donde las dos partes puedan participar y encontrarse”. Para concluir (los diálogos nunca terminan, solo se interrumpen momentáneamente y luego continúan metamorfoseándose): es invitar a procesos de diálogo (y a abrazar la incertidumbre) que desarrollan confianza relacional, a la deconstrucción sensible e inteligente de las historias oficiales, opresivas; abiertos a interrogantes pragmáticas y reflexionar si lo que hacemos y decimos en terapia, consultantes y terapeutas podríamos responder con honestidad: ¿Aportan? ¿Importan? ¿Son útiles? ¿Qué es lo distinto, transformador y significativo que decimos y hacemos conjuntamente? ¿Cómo podemos cuidar nuestras relaciones, de manera que podamos crear conjuntamente vida, vida significativa? ¿Cómo utilizar estas ideas, no solo para liberarnos, sino para que sean útiles para la sociedad? ¿Qué sucedió, cómo se dieron las relaciones que generaron transformaciones? ¿A qué clase de futuro puedo contribuir? Nota final: La importancia del autocuidado así como el cuidar las relaciones, cuidar la dignidad de las personas es fundamental para terapeutas y para todos los profesionales de los campos sociales; esto, significa: el tener vida propia fuera del trabajo; alguien a quien amar y que te ame; leer buena literatura, ver buen cine, escuchar buena música; tener amigos y redes de apoyo con las cuales contar; viajar; comer bien; dormir bien; disfrutar y dejar disfrutar. Y, en esta filosofía que es ser con los otros en la práctica, en todas las relaciones y contextos, que no es solo para trabajar, sino para vivirla con los otros: elegir el diálogo como primera opción; la relación dialogal con ese otro, me transforma; las personas son invitadas a nuevas formas de entender las diferencias: de eso se trata el diálogo. Descubre más desde Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico. 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