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Construccionismo social-relacional. Construcción conjunta, significativa y creativa de procesos de transformación en el proceso terapéutico, en la formación de profesionales y en la supervisión clínica. (12)

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.

 “Primero encuentra a Shakespeare, y deja que él te encuentre luego”.

Harold Bloom (2000, p. 18)

¿Qué es la vida? Un fantasma que marcha; un pobre cómico que se pavonea y se agita durante la hora que dura su papel, pero del que nadie se acuerda un momento después; una historia cantada por un idiota con gran aparato y que nada significa…Vienes para hacer uso de tu lengua: despacha presto, cuenta tu historia. (Shakespeare, trad. en 2003, p. 207).

Las Meninas, 1656, de Diego Velázquez

Nos basamos para esta serie, en esta tesis, de la que extraemos -adaptándolas- las propuestas e invitaciones a una postura relacional distinta para la construcción del proceso de diálogo terapéutico transformador.

¿Cómo el construccionismo social y las prácticas colaborativas y dialógicas son útiles para la co-construcción relacional de un espacio de formación y supervisión terapéuticas? Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE de Estados Unidos

Procesos de supervisión, covisiòn, intervisiòn.

En estos procesos conjuntos (de supervisión, covisiòn, intervisiòn), hemos invitado a compartir intereses y gustos de literatura, filosofía y cine.  “¿Cómo hacer ver a una gran parte de la sociedad (…), que la Filosofía y la Literatura son lo que nos convierte en personas, en vez de en seres simples y embrutecidos llenos de información y de aparatos tecnológicos con los que hacer el imbécil?” sostiene Javier Marías (2017).

Preguntarnos qué hacemos, para pasar de lo que ya se ve, se sabe, se siente, se experimenta, y se dice.  ¿Qué hacemos relacionalmente?, ¿qué hacemos relacionalmente distinto?  Ahora es el momento de que lo no dicho, lo sentido con ambigüedad, el lenguaje que es misterio, comience a corporizarse en el diálogo con los otros, incluidos los lectores; en el recuerdo en permanente metamorfosis del ser; en la memoria del olvido recurrente.

¿Qué les gusta leer, qué literatura, qué autores son los que prefieren, los que les han emocionado?  Con esta pregunta, comenzamos -en ocasiones- uno de esos encuentros de supervisión-intervisiòn.

En esta sumatoria de múltiples voces que se disuelven en el aire, se encuentra la apertura que dice que las posibilidades son infinitas.  La alegría es posible, esa forma extraña de incertidumbre, se transforma en pregunta: ¿qué es ser feliz?; y la respuesta (¿qué nos dicen de nuestras necesidades, las respuestas?) en la que hay coincidencia universal humana es: tener alguien que nos quiera y tener alguien a quien querer; un interlocutor/a con quien dialogar: eso es ser feliz.

Compartir las reflexiones para que las acciones sociales, las palabras que son actos sociales, sean las posibilidades que expanden las relaciones, los caminos en un viaje de descubrimiento y gozo, basados en una actitud de curiosidad permanente, que interroga, pregunta y cuestiona los saberes propios y de los demás, dudando de las respuestas que homologan e imponen un pensamiento único.

Con la cita textual de Derrida (2003, p. 11):

Alguien, usted o yo, se adelanta y dice: quisiera aprender a vivir por fin.  Por fin, pero, ¿por qué?  Aprender a vivir.  Extraña máxima.  ¿Quién aprendería? ¿De quién?  Aprender (y enseñar) a vivir, pero ¿a quién? ¿Llegará a saberse? ¿Se sabrá jamás vivir, y, en primer lugar, se sabrá lo que quiere decir “aprender a vivir”? ¿Y por qué “por fin”?  Por sí mismo, fuera de contexto –aunque un contexto permanece siempre abierto, por tanto falible e insuficiente –esta máxima sin frase- forma un sintagma poco menos que inteligible.  Por otra parte, ¿hasta qué punto su idioma se deja traducir?

Con la conciencia de que en el momento se juega toda la posibilidad de estar presentes, somos el momento, el momento es la vida.  Vivir el momento sin ansiedad.  Somos memoria, somos olvido, somos el lenguaje, el diálogo que se abre en un libro, en una conversación. El arte como generador de bienestar del proceso. Ser para leer, es la vida.  Leer me -y nos- hace feliz.

Harlene Anderson (1999) sostiene, entre otras cosas, que estas prácticas no son una técnica, sino una forma de ser. Se invita, en cada encuentro, a adoptar una postura, una actitud y un tono que reflejara una forma de ser en las relaciones y conversaciones con las personas, incluyendo una forma de pensar, hablar, actuar y responder con ellos.  Esta postura filosófica se vuelve una filosofía de vida, nos dice Harlene Anderson.  Una visión del mundo que no separa lo profesional de lo personal.

El integrar cada vez distintas manifestaciones y expresiones del arte tiene la intención de expandir la cosmovisión de los participantes en estos encuentros, invitándolos a dar el salto cualitativo de técnicos, más o menos eficientes, a convertirse en profesionales reflexivos y comprometidos, desde una sensibilidad nueva (que se logra con el arte) en la construcción del bienestar a favor de sí mismos y de los demás.

Siguiendo a Anderson, en los encuentros se invita a los miembros del equipo técnico, a los operadores y profesionales a evitar asumir o entender demasiado rápido lo que el otro les comparte; a mantener la postura de un aprendiz curioso y una conversación dialógica con uno mismo como un primer paso hacia el diálogo con los demás y descubrir la belleza que se encarna en el desarrollo de una actitud y una mirada estética sobre la vida.

Se propone mantener la indagación dentro de los parámetros de la agenda del consultante (niños, familias, comunidades) y no con el objetivo de alcanzar, solamente, la propuesta organizacional y a ofrecer, en el trabajo con las familias, simultáneamente ideas múltiples y contradictorias que les permitan comparar, valorar y decidir acciones.

Finalmente, se invita a los participantes de los encuentros a utilizar un lenguaje coherente con lo que las familias están viviendo, que incluya pensar, escuchar y hablar de manera responsiva, asertiva, tentativa y a cuestionar las grandes verdades dominantes, lo “normal”, para dar paso a una vida sentida y significada desde la propia y mutua reflexión en las implicaciones sociales, culturales y cotidianas donde las personas desarrollan su vida.

Las prácticas colaborativas y dialógicas, la perspectiva generativa en psicoterapia y en el trabajo con las comunidades y familias, son una clara alternativa al individualismo, ya que este planteamiento implica el dialogar y construir con el otro y esto siempre sucede en algún contexto social, dentro de una ética y estética dialógica, donde se generan relaciones alternativas, para promover transformaciones sociales, artísticas y políticas.

Triunfo de Baco, 1628, de Diego Velázquez.

El enfoque basado en un proceso colaborativo/generativo implica un cambio a la hora de cómo nos pensamos desde el lenguaje que utilizamos y cómo creamos nuestro autoconocimiento (como personas en nuestros propios contextos), del cual surge una forma natural de ser en la manera de cómo nos relacionamos y conversamos dando valor al pensar con, sentir con y actuar con las personas.

En este enfoque terapéutico el consultante (los niños/niñas, sus familias y comunidades) es el experto y dueño de su vida y el facilitador (el miembro-operador del equipo técnico) es el experto en facilitar el proceso y generar el espacio de conversación, donde, tanto consultante como facilitador, se ven transformados en el discurrir de la relación colaborativa o práctica en otro contexto relacional.

Esta es una relación donde se comunica al otro que es una persona única, donde se le reconoce, se le aprecia y se legitima que merece ser escuchado.  Si realmente aportamos conjuntamente en esto, desde un diálogo reflexivo, responsable, crítico y ético, podemos colaborar y construir con los otros, otras realidades diversas, respetuosas de las necesidades de cada participante. 

Sobre la curiosidad, nos dice Foucault citado por Juan Pastor Martín y Anastasio Ovejero Bernal (2007, p. 130),

La curiosidad es un vicio que ha sido estigmatizado sucesivamente por el cristianismo, por cierta filosofía y hasta por cierta concepción de las ciencias. Curiosidad es una palabra que me gusta. Evoca interés, evoca el cuidado que uno tiene por lo que existe y lo que pudiera existir, una disposición a encontrar extraño y singular lo que nos rodea, cierto impulso implacable a irrumpir en las cosas familiares y mirar de manera diferente las mismas cosas, un fervor de captar lo que ocurre y lo que pasa, una contingencia frente a las tradicionales jerarquías de lo importante y lo esencial.

El espacio de diálogos colaborativos y generativos significó una creación continua, una construcción permanente de lo nuevo para los participantes, un trabajo en equipo, que generaba preguntas, reflexiones, alternativas sobre las que se coordinaba y se construía el diálogo social que hacía posible diferentes e innovadoras formas de relación. Un proceso donde las conversaciones resaltaban la creatividad y la curiosidad para aprender conjuntamente, rescatando el placer de dialogar para concretar, generar alternativas y aprender con los otros.

Ver, cada ocasión, como oportunidad para poner en juego preguntas hechas desde esta posición de “no saber”, promovía, con entusiasmo, una manera de conversar abierta a buscar otras perspectivas para comprender las acciones que los participantes desarrollaban en sus contextos laborales y familiares. 

Se hablaba con respeto de todos aquellos asuntos que los coinvestigadores veían o consideraban como “conflictos” entre las personas y que, gracias a los diálogos distintos, empezaban a deconstruirse, a tomar significados imprevistos, a construir relacionalmente algo impensado.

Encuentros para diálogos colaborativos/generativos, que construyen y transforman.

¿Podemos abrir un espacio donde podamos hablar de nuestras diferencias sin tratar de persuadir o demostrar que una posición es superior a otra? Nuestro enfoque no debe estar en el acuerdo sino en las formas de comprensión”.

Sheila McNamee (2016) Taos Institute

Dora Fried Schnitman (2017) afirma:

Denominamos creación dialógica a la construcción gradual en el tiempo de algo nuevo entre los participantes y el profesional. Juntos, en relación, abren indagaciones reflexionar, preguntarse y preguntar- crean nuevos espacios de diálogo y de coordinación social, promueven perspectivas, narraciones innovadoras, aprendizajes y nuevas formas de relación…El diálogo es un proceso de construcción relacional de significados y acciones entre personas en espacios sociales.

Se les plantean preguntas que les permitan entender “cómo así” estos asuntos les impactan, afectan o importan.  Por ejemplo: podemos preguntarnos: “¿Cómo determinado recurso conversacional puede ser útil para la construcción de una nueva historia? ¿Qué efectos pragmáticos producen esas conversaciones? La palabra clave, en este contexto, es utilidad” (Sampaio, P; Dos Santos, M; Guanaes-Lorenzi, C., 2014. p. 169).

De lo que se trata es de entender, conversando reflexivamente, los significados que estos temas y asuntos tienen para las personas que los han planteado y, al hacerlo, se abren perspectivas nuevas para comprender cómo conciben y viven sus relaciones, cómo piensan y practican su trabajo y qué posibilidades de futuro se pueden ir creando.

Una de las intenciones para promover este tipo de reflexiones es el que cada uno asuma corresponsabilidad con respecto al lugar desde el que conversan con los consultantes, las respuestas que dan y los resultados que se producen en estas interrelaciones; en un proceso de auto reflexión ética constante sobre el lenguaje que aporta para la construcción conjunta de nuevos significados.

La búsqueda de sentido, con los diálogos colaborativos/generativos, tiene que ver con el hecho de que los participantes conecten los temas con sus asuntos significativos (del ser en relación).  Esto se plantea a partir de preguntas que surgen de las mismas conversaciones reflexivas que se van socializado.

De esta manera los participantes experimentan una auténtica sensación de ser capaces y competentes, de tener recursos y de hacerlos funcionar.  Al ser escuchados con genuino interés humano y auténtica curiosidad, cada participante se siente reconocido y legitimado por todo el equipo presente, lo que les da confianza para involucrarse en el proceso; para narrar sus logros y experiencias exitosas en los procesos relacionados con los temas propuestos. En el intercambio de experiencias sobre las que se reflexiona se va apreciando y aprendiendo de las habilidades y logros y capacidades de los otros.  El diálogo genera curiosidad para preguntar y contar.  Al contar las propias historias relevantes, a los demás, adquieren nuevos matices, otras perspectivas.

Algo fundamental que se da a lo largo de los encuentros es que, al abrirse un diálogo sobre las historias narradas, estas adquieren nuevos significados. Se abre un proceso de autoría de las propias historias que evidencia que cada uno tiene la posibilidad y el derecho de reescribirlas, de formas nuevas y distintas, para su propia vida.

Así se busca ampliar, profundizar y expandir las posibilidades; superar las jerarquías; se da voz a las múltiples voces participantes (las propias internas, incluidas); se crean las condiciones para un diálogo comprometido con los otros.

La metodología de trabajo plantea la construcción relacional y responde al momento presente de cada encuentro y a las necesidades concretas de quienes se están involucrando y participando en cada jornada, guiados por la acción-reflexión-acción para la coconstrucción de nuevas realidades relacionales.

Se cocrean conexiones, nexos, vínculos relacionales significativos, de afecto, de valoración, de aprecio, respeto y reconocimiento entre todos los participantes de este espacio de aprendizaje colaborativo y generativo.

Cada persona es valorada, su aporte y contribución es reconocido en el equipo y en el proceso.  Su importancia es dicha, manifestada (no solo por el facilitador sino por sus propios colegas).  Así se contribuye a desarrollar un sentido de pertenencia, de corresponsabilidad sobre lo que se quiere construir conjuntamente.

Una mujer mayor que cocina los huevos, 1618, de Diego Velázquez.

Preguntas para el facilitador durante el proceso de aprendizaje colaborativo-reflexivo

La reflexión constante, acerca de cómo se van sintiendo cada uno en el proceso, sobre la manera en que se trabajaban los temas y sobre los aprendizajes que se van logrando, hace que el espacio sea vivenciado como de crecimiento, de enriquecimiento humano y profesional.

El dialogar sobre lo que se está experimentando en este proceso, sobre aquello que está tocando a cada uno de los participantes, sobre lo que se conecta con su ser abre dimensiones reflexivas para responsabilizarse, de forma ética, con uno mismo y a crear condiciones de posibilidad para aportar en la vida de las demás personas.

Grandesso (2014) sostiene que, como terapeuta construccionista social y de prácticas colaborativas y dialógicas, existe una clara comprensión de la importancia del diálogo como el contexto para la transformación; por ello, el diálogo (metodológicamente) se organiza a partir de la propia conversación.  Y esta forma de estar con es lo que abre las posibilidades de que sean diálogos creativos e innovadores, prácticas dialógicas transformadoras.

La apertura respetuosa a cuestionar lo establecido, cuestionar todo tipo de creencias, hace posible que comience un diálogo en el que observar los detalles cobra importancia; en el que la escucha profunda (con todo el ser) es particularmente significativa; y, donde el aceptar la diversidad y la alteridad permiten el descubrimiento de recursos y posibilidades también complejas. Esta sensibilidad para dialogar con los otros, a la que se invita, moviliza recursos creativos, la construcción conjunta de nuevos significados y las acciones sociales transformadoras.

Es interesante ver cómo los participantes se sorprenden de que, en los espacios de supervisión, covisiòn, intervisiòn y a través de las conversaciones grupales, los role play y las preguntas de autorreflexión, se abren emociones y pueden darse el permiso de mostrarse vulnerables ya que se les ofrece una contención respetuosa y una aceptación sincera.

En la interlocución, en pequeños grupos, implícita o explícitamente, alcanzamos sentido de quiénes somos, de qué es real y qué es correcto.  Los diálogos posibilitan que tanto los miembros del equipo como el facilitador puedan experimentar una mirada apreciativa de la diversidad, expandir los límites de lo que sabemos ver, no estereotipar cultural o psiquiátricamente y facilitar una conversación que amplíe horizontes.  El vivirlo en los encuentros, permite que experimentemos que es posible y que aplicarlo, con las familias y comunidades es el siguiente paso.

Los encuentros de supervisión, covisiòn, intervisiòn se constituyen en momentos para narrar experiencias, vivencias de logros y éxitos y también de dolores, frustraciones y pérdidas.  Relatos sobre los que el mismo grupo, en reflexiones colectivas, va ofreciendo y socializando sus acciones en circunstancias similares, o sus ideas y percepciones sobre sus posibilidades; reconociendo los recursos positivos de quienes con generosidad y valentía comparten sus experiencias personales, complejas, difíciles y dolorosas.

La creación de nuevas perspectivas para proyectarse en el futuro nos lleva a un trabajo riguroso de crítica y autocrítica reflexiva (asertiva y constructiva) sobre nuestras propias teorías profesionales, nuestros saberes adquiridos, nuestras creencias culturales; a cuestionarlos y, en un proceso de reflexión conjunta, ver su utilidad pragmática en nuestras prácticas relacionales y sociales, en nuestros contextos concretos.

La reflexión con los coinvestigadores se enfoca constantemente en intentar acompañar -facilitar- el proceso, coordinándolo relacionalmente, para contribuir con nuevas opciones y posibilidades que expandan las capacidades de comprensión y un entretejer relacional (para la acción); socialmente productivo, respetuoso, abierto y positivo entre todos los participantes.   

Venus en su espejo, 1647, de Diego Velázquez.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

Anderson, H. (1999). Conversación, lenguaje y posibilidades.  Un enfoque posmoderno de la terapia. Buenos Aires, Argentina, Editorial Amorrortu.

Bloom, H. (2000). Cómo leer y por qué. Barcelona, España: Editorial Anagrama.

Derrida, J. (2003).  Espectros de Marx. Madrid, España: Editorial Trota.

Fried Schnitman, D. (Mi Diario -DTF- de campo-2017) Dentro del Diplomado en Perspectiva y Práctica Profesional Generativa- Fundación INTERFAS.

Gergen, K (2016).  El Ser relacional. Más allá del Yo y la Comunidad. Bilbao, España: Editorial Desclée de Brouwer, S.A.

McNamee, S. (2016) Encuentro virtual de la Red TAOS de investigación relacional. 

Marías, J. (19 marzo 2017). Época prosaica – La Zona Fantasma. Recuperado de https://javiermariasblog.wordpress.com/)&biw=1280&bih=645#imgrc=2X5Vcgtac0P1FM

Pastor, J y Ovejero, A (2007).   Michel Foucault, caja de herramientas contra la dominación. Oviedo, España: Ediciones de la Universidad de Oviedo.

Sampaio, P; Dos Santos, M; Guanaes-Lorenzi, C. (2014). Participação da família no tratamento em saúde mental: histórias sobre diálogo e incluso. Journal Construcionismo social: discurso, prática e produção do conhecimento. U. Ribeirão Preto.

Shakespeare, W. (2003). Hamlet. Madrid, España. Editorial Santillana.

Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE de EEUU.


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