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Construccionismo social-relacional. Construcción conjunta, significativa y creativa de procesos de transformación en el proceso terapéutico, en la formación de profesionales y en la supervisión clínica. (14)

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.

 “…el discurso sobre la poesía social de la investigación tiene

por objeto la idea y la práctica del compromiso con la relación”.

(Sheila McNamee, 2013, p. 102)

Campo de amapolas,1873, de Claude Monet.

Nos basamos para esta serie, en esta tesis, de la que extraemos -adaptándolas- las propuestas e invitaciones a una postura relacional distinta para la construcción del proceso de diálogo terapéutico transformador.

¿Cómo el construccionismo social y las prácticas colaborativas y dialógicas son útiles para la co-construcción relacional de un espacio de formación y supervisión terapéuticas? Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE de Estados Unidos

Quiénes somos con los otros nos va a permitir estar conscientes y responsables de lo que traemos y proponemos en cada diálogo.

 Sheila McNamee (tomado de mi diario de campo, 2016) sostiene: “¿Podemos abrir un espacio donde hablar de nuestras diferencias sin tratar de persuadir o demostrar que una posición es superior a otra? Nuestro enfoque no debe estar en el acuerdo sino en las formas de comprensión”.

Cuando el diálogo se transforma en reflexión se plantea una invitación para ubicarse en el presente y participar activamente en cada encuentro con la curiosidad de descubrir conjuntamente lo que es significativo en este momento y la forma de responder, de actuar.

Como resultado de este viaje conjunto (que es toda coinvestigaciòn) se fueron construyendo, consolidando y adquiriendo otros matices, sentido y significados.    Kenneth Gergen, en conferencia dictada en Chile sostiene: “Veamos entonces las posibilidades que traemos a este diálogo (…) Cada uno trae consigo un mundo de posibilidades (…)” (Universidad Adolfo Ibáñez, 2009).

La observación de quiénes somos con los otros nos va a permitir estar conscientes y responsables de lo que traemos y proponemos en cada diálogo; del mundo que nos acompaña (y que nos habla internamente) para conversar con los otros mundos a los que nos abrimos.  Este traer posibilidades nuevas permite que los encuentros no resulten cansinos, repetitivos, ni “más de lo mismo”.

Uno de los intereses en este tipo de investigación, es comprender cómo, a partir de procesos creativos, de procesos dialógicos generados por la curiosidad y la pasión por aprender, se hace posible o se crean las condiciones para un movimiento que signifique la recuperación, valoración, reconocimiento, legitimación de espacios conversacionales críticos y reflexivos. Encuentros con personas, capaces de abrir preguntas nuevas, desde la rebeldía frente a las injusticias sociales; preguntas que potencian la capacidad de dudar, interrogar, cuestionar. Preguntas que permiten el desplegarse de lo creativo, lo inédito, lo que podría ser.

Reconocer a los coinvestigadores como sujetos históricos, en contextos diversos, con experiencias humanas, culturales, políticas, éticas y estéticas diferentes, y al mismo tiempo, interesados en construir conjuntamente, de manera colaborativa, posibilidades de transformación en sus estilos de vida. Un crecimiento con el otro, guiado por el respeto, la aceptación y el reconocimiento de los recursos propios de cada interlocutor.

La creación es la invención de nuevas posibilidades dialógicas guiadas por las experiencias positivas que seguimos coordinando con los otros, poniendo en duda los saberes establecidos sobre nosotros, los otros, el mundo y sostenidos por relaciones de dominación.  Superamos la limitación de la perspectiva individual y abrazamos el movimiento de lo relacional lo que nos permite asombrarnos y maravillarnos (la génesis del acto creativo) con cada nueva conversación, al abandonar las certezas y preguntarnos sobre aquello que es útil -lo que puede servir- dando sentido y significado nuevo a la propia cultura local.

La secuencia de las jornadas de estos encuentros colaborativos/generativos, si bien flexible y abierta, puede tener estas características (el proceso y sus preguntas reflexivas y generativas, se nutre ampliamente, de los aprendizajes ya comentados, tanto en los Seminarios del ISI, coordinados por Harlene Anderson y Sylvia London; como en los desarrollados por Dora Fried Schnitman, en su Diplomado Generativo):

1.         Bienvenida, en la que se propone una dinámica de diálogo: Durante 2 minutos (alternando, 1 minuto para cada una de las 2 personas en diálogo) con cada persona, todos los participantes conversan de pie, frente a frente, con 3 personas distintas del grupo. En cada ocasión, primero el uno y luego el otro, dicen estas frases: “Bienvenido/a: qué bueno verte” “Qué bueno que estás aquí”. Luego hablan, durante ese minuto, de cualquier tema que quisieran compartir y narrar. El otro, sólo escucha, sin interrumpir. Pasado el minuto, se intercambian los roles. Después se cambia de pareja. Concluidas las rondas, se abre una reflexión sobre las sensaciones experimentadas en esta breve bienvenida. Comentan los que deseasen hacerlo. Esta actividad la reiteramos cada ocasión porque siempre llegan personas nuevas de otras fundaciones, organizaciones e instituciones, para las cuales este puede ser su primer encuentro en este espacio.

2.         Proponemos preguntas generadoras para comenzar las relaciones y conversaciones, como: ¿Dé qué les gustaría conversar hoy?; ¿qué les gustaría contarnos de su experiencia en estos quince días?; ¿qué preguntas han surgido de las lecturas y de las conversaciones que han tenido; que necesitarían que suceda hoy para llevarse algo útil y que les sirva? ¿Qué esperas lograr al final de este proceso, después de haber participado? ¿Qué tendría que pasar para que cuando termine esto, te sientas satisfecho? ¿Cómo puedes aportar, de forma significativa, para que lo que suceda aquí, sea lo que esperas y lo que te gustaría?

La invitación es para que todos los presentes den respuestas personales, movilizando la expresión de todas las voces participantes.  Uno a uno dice lo que sentían y pensaban o necesitaban o deseaban.

3.         Diálogos grupales en los que los presentes alternan con distintas personas (participan en varios grupos por jornada), dialogando reflexivamente sobre otras preguntas, por ejemplo: ¿podrías contar a los otros integrantes de tu grupo, qué tipo de persona eres, cómo eres, qué es lo más importante que consideras que los demás deberían conocer sobre ti, para comprender las cualidades que tienes? Después de compartir estas historias y reflexiones, se les pide que ya en la conversación con todos los presentes, quienes lo deseasen pueden comentar y reflexionar sobre lo que apreciaban, valoraban y aprendían, tanto de lo que pudieron contar sobre sí mismos como de lo que escucharon narrar a los demás.

Un camino en el jardín de Monet, Giverny, 1902, de Claude Monet.

4.         Reflexiones grupales y exposiciones sobre las lecturas propuestas previamente a cada encuentro (artículos, ensayos, extractos de libros relacionados con el construccionismo social/relacional y las prácticas colaborativas y dialógicas y generativas, elegidos en función de las necesidades y temáticas que surjan en cada encuentro) y a llevar un diario de campo reflexivo sobre esta experiencia de aprendizaje colaborativo/generativo en el que registren lo más significativo de su experiencia, como forma de visibilizar su propio proceso, y se invita a quienes quisiesen a compartir algún aspecto del registro, con los participantes de cada encuentro.

5.         Conversaciones en plenaria y diálogos reflexivos acerca de lo que cada participante quiera preguntar sobre lo más relevante de las lecturas realizadas y, sobre todo, conexiones entre las propuestas teóricas y su utilidad para el uso práctico de los diferentes equipos involucrados.

6.         Se dan variaciones, en estas conversaciones reflexivas, con los grupos de estudios que se conforman, los cuales elegen uno de los textos propuestos, trabajan antes de cada encuentro quincenal, intercambian sus perspectivas y puntos de vista y, ya en el encuentro, nos explican a todos los presentes los conceptos más relevantes de su lectura, así como sus propias interpretaciones, significados, y la utilidad para su práctica.

7.         Los participantes proponen al facilitador algún tema, concepto o curiosidad epistemológica sobre la que tienen interés para que pueda ser ampliada y profundizada.

8.         El facilitador realiza una reflexión teórica desde la orientación socioconstruccionista/relacional sobre estas inquietudes, contextualizándolas relacionalmente, intentando, permanentemente, establecer conexiones y relaciones conceptuales significativas orientadas a la práctica.

9.         Se abre un diálogo en plenaria, sobre lo expuesto por el facilitador buscando las retroalimentaciones de todos los presentes.

10.      Se presentan problemáticas que los distintos equipos participantes experimentan en los contextos laborales de sus respectivas instituciones y fundaciones y conjuntamente se busca aportar con alternativas frente a esos nudos relacionales.

11. En grupos pequeños conversan sobre las historias familiares, con las que estan trabajando, que les generan preguntas, dudas e inquietudes y que, por su complejidad, querían que sean tratadas en este espacio.

12. De las historias planteadas, en síntesis, los presentes escogen dos, que son trabajadas consecutivamente en dinámica de role play en la cual, por turnos, asumen diferentes papeles familiares y se alternan en estos 4 roles: a) terapeuta, b) trabajador social, c) equipo interdisciplinario, d) equipo reflexivo. Todos y cada uno de los participantes experimentan todos los roles. Se propone reflexionar sobre asuntos no dichos o que resuenan en los integrantes del equipo y el papel de las familias con las que el equipo está trabajando.

13.      Luego de cada role play se abre una reflexión colectiva, privilegiando la mirada sobre las habilidades, recursos y fortalezas de cada integrante de la familia, de quien asumió el rol de terapeuta, de trabajador social y de quienes formaron parte del equipo reflexivo; amplificando los recursos relacionales de las múltiples voces presentes.

Las preguntas van invitando a pensar en el sentido de lo que estaba aconteciendo con la familia, en sus relaciones; en lo que a cada integrante del equipo le llevaba a identificarse con la temática o con alguno de los personajes representados; en lo que les “tocaba” de ese contexto relacional, en las acciones, comunicaciones y respuestas de esa familia, o de ese terapeuta o de ese trabajador social; en los aprendizajes humanos y profesionales que estos diálogos reflexivos les iban dejando.  Lo que se va generando, lo que se construye como aprendizaje, es responsabilidad compartida de los miembros del equipo y del facilitador.

Los gansos, 1874, de Claude Monet.

14.      Los distintos equipos, además, comparten sus conocimientos y experiencias exitosas trabajando con historias similares y las alternativas que consideran que, habiéndoles sido útiles, podrían servir en estos nuevos contextos relacionales.

15.      También se conversa sobre aquellos aspectos de la historia trabajada colectivamente que tocan y se conectan con los diferentes participantes; en lo personal, familiar o laboral.

16.      Suele pasar que algún participante de estos encuentros desea compartir con todos los presentes algún tema personal, familiar o laboral que le genera sufrimiento o una sensación de bloqueo, ansiedad, miedo, culpa. El facilitador reitera el compromiso de confidencialidad, a la vez que le explicita, a quien quiera narrar su historia, que hable de lo que se sienta cómodo/a, que no se exponga innecesariamente, y que no está obligado/a a contar más de lo que considere pertinente en este contexto, ni a responder a ninguna pregunta que se le pudiese hacer; adicionalmente, luego que concluía, se pregunta qué necesita de nosotros, qué le gustaría escuchar, qué esperaba al relatar su historia, cómo le gustaría que se le responda, qué le serviría; y, además, si quería que alguno de los presentes, en particular, le hiciese una retroalimentación, o contribuyese con alguna perspectiva, punto de vista u opinión. Como facilitador, conviene recordar a las personas que van a dar sus percepciones que lo hagan desde una postura de recursos y fortalezas, sin buscar el déficit, sin juzgar ni criticar, sin consejos morales; sino con sensibilidad relacional y respeto, con un sentido inteligente de colaborar en la construcción de alternativas y posibilidades para quien generosamente quiso narrar algo íntimo.

17.      Cuando se producen -con frecuencia- estos procesos de “terapia grupal o comunitaria”, los vivimos como una excelente oportunidad para crear, con respeto y afecto, precisamente comunidad, acoger esta complejidad, movilizar los recursos existentes en el colectivo, generar una sensación de pertenencia, confianza, valía; construimos comunidades colaborativas que aportaban de manera significativa en el bienestar concreto de los participantes. El resultado es siempre esperanzador y deja una experiencia de optimismo.

18.      El facilitador invita a que todos los presentes pongan por escrito, en sus respectivos cuadernos, los aprendizajes que se llevan de esta jornada de trabajo. Luego, se solicita que los compartan con todo el grupo; está abierta, también, la posibilidad de que, si alguno de los integrantes de los equipos desea comentar asertivamente alguna de las reflexiones escuchadas, son bienvenidas, o, si desea realizar alguna pregunta directa sobre lo que escuchó.

19.      Todos los participantes expresan, ya sea con una palabra o una reflexión crítica, aquello que se llevan de significativo, útil y de nuevo de esta jornada de trabajo. Solemos registrar en papelógrafos, en hojas sueltas o la pizarra, las principales reflexiones que comparten, o que quieran escribir directamente.

20.      Con frecuencia, al menos una vez cada dos meses, vemos al inicio de la jornada algún filme valioso de lo mejor de la Historia del Cine Mundial, y también leemos algún poema significativo, además, como ya fue dicho anteriormente, textos de las perspectivas y autores socioconstruccionistas; etcétera. Y, por supuesto, luego de ver el filme, abrimos una conversación en la que cada participante expresa sus sensaciones, pensamientos y sentimientos sobre la historia, protagonistas y el lenguaje del filme compartido. Igual, hacemos sobre los poemas y las propuestas de los filósofos y los autores socioconstruccionistas.

Coconstrucción de un espacio reflexivo para el equipo de participantes

Nos habituamos, poco a poco, a conversar con preguntas; a preguntarnos con curiosidad y respeto; a escuchar distinto, en este proceso de aprendizaje colaborativo/generativo. En palabras de Harlene Anderson (1999, p. 337): “Las preguntas son una manera de invitar a otras voces y otras fuentes de experiencia, de seguir estableciendo un tono de colaboración y de empezar a crear diálogos entrecruzados”. Se trata de una colaboración conjunta entre terapeuta y consultantes, para discernir con criterio, los múltiples cómos, que permitan atravesar los dilemas presentes; y, construir, como autores de su propia historia, una nueva vida relacional, basada en el respeto mutuo. La complejidad de la condición humana, la incertidumbre que significa vivir, nos enseña que, en el campo de la salud mental, mientras más voces, y mientras más multiplicidad de voces consistentes: mejor.

Harlene Anderson (1999, p. 22) continúa:

La conversación -en la terapia, en la enseñanza, en una consulta empresarial- busca ayudar a la gente a que tenga el coraje y la capacidad de “moverse entre las cosas y los sucesos en el mundo”, de “tener una perspectiva clara”, de producir.  Lo permite un tipo especial de conversación -un diálogo- y la capacidad del terapeuta de crear un espacio dialógico.  Y la terapia es un sistema de lenguaje y un acontecimiento lingüístico que reúne a la gente en una relación y una conversación colaborativas -una búsqueda conjunta de posibilidades-; se trata de facilitar un proceso dialógico -una postura filosófica-.

Mujer con sombrilla, 1875, de Claude Monet.

Hay una corresponsabilidad para que este diálogo -terapéutico-, distinto, movilice efectivamente estos espacios haciéndolos especiales tanto para consultantes como para terapeutas, porque se produce una conexión apreciativa, una mutua valoración, así como la confianza, el reconocimiento y la legitimación de las voces participantes en estos contextos especiales.

El acompañamiento realizado durante la coinvestigación no está exento de crisis personales y profesionales.  Como bien dice Jan DeFehr (2009, p. 21), nos propusimos también esta investigación como: “…un acto multi-vocal y colectivo de solidaridad que contribuye directamente al mejoramiento de una comunidad…”.

En los encuentros con los psicólogos, operadores y trabajadores sociales, que participan en los espacios de supervisión-intervisión-covisión que dirigimos, reflexionamos sobre la caracterización que Harlene Anderson (1999, p. 167), hace sobre la terapia: “Un proceso de formar, decir y expandir lo no dicho y lo que necesita ser dicho -un desplegarse por medio del diálogo, de nuevos significados, temas, narrativas e historias- por medio de las cuales nuevas auto descripciones pueden surgir.

Son procesos en los que se articulan palabras y lenguajes diferentes en un contexto relacional en el cual el diálogo tiene un carácter transformador porque es liberador del ser; un ser que encuentra las condiciones para decir aquello que, de lo contrario, tiranizaba su existencia: lo no dicho.  En este intercambio de sentidos se generan nuevos significados que tienen consecuencias en la construcción de un nuevo estilo de ser uno mismo y en nuevos estilos relacionales.

A lo largo del proceso llevado a cabo, vamos descubriendo que las historias en desarrollo producen nuevos futuros; en los encuentros podemos constatar que, para alcanzar esas posibilidades diversas, los espacios terapéuticos con los niños y sus familias deben invitar a la formulación de preguntas nacidas de una verdadera curiosidad por lo que “no se sabe” acerca de lo que se acaba de decir.  Con los coinvestigadores definimos la terapia como un intercambio complejo y sutil de significados interpersonales, como el espacio para unirse a los consultantes en la construcción de un mapa completo y profundo alimentado de las historias, a menudo confusas, en las que están emocionalmente involucrados, y actúan.

Movimientos, voces que nos habitan

Cuando abrimos un espacio para la expresión de las múltiples voces, lo importante es entender cómo esta diversidad se expresa, no solo para conocerla y respetarla, sino para transformarnos, a la vez que esas voces, al expresarse y generar acciones prácticas, se legitiman porque inciden en sus contextos y deciden los futuros de los mismos. Esta descripción nos permite percibir una transformación del lenguaje, comienzan a utilizarse nuevas palabras relacionales (“y descubrir que era un proceso conjunto“).  Al experimentar la libertad de un espacio de aceptación, se genera un compromiso responsable consigo mismo y con los otros (“ahora sí mi voz se va a escuchar“).  Es la aceptación y legitimación no solo de la diversidad de los otros, sino de la propia; un crecer conjunto que se hace solamente en el diálogo que transforma los significados y por lo tanto los contextos relacionales y los futuros con los que se comprometen a construir.

Saber que la pregunta constituye la base del diálogo implica que el rol del psicoterapeuta, que trabaja desde esta posición diferente, es establecer una conversación para visibilizar conocimientos y habilidades, que las personas se familiaricen con sus cualidades, las cuales están en su historia vital.  Preguntas que signifiquen posibilidades movilizadoras de esperanza.

Con la pregunta, la persona se compromete y se responsabiliza con la relación, y en la interrelación; se compromete con cada ser humano, su historia y su circunstancia, y eso, es lo que genera la transformación. Estos diálogos, este descubrir conversacional se hace posible desde una curiosidad honesta, que honra las relaciones.  Hay un deseo genuino de conocer, comprender y entender al otro.

A medida que avanza el proceso se van proponiendo preguntas diferentes, nacidas del diálogo de los participantes que se encuentran, y que se interpelan para encontrar sus propios recursos. Este diálogo, entre iguales, es capaz de proponer efectivamente, como ya hemos dicho, los siguientes asuntos:

Necesitamos construir una ética relacional diferente; una intimidad profunda, que significan abrirse totalmente, en un diálogo transformador, a la posibilidad de que la “verdad” del otro nos cambie.

Generar aquellos momentos-encuentros poéticos en los cuales se crean diálogos que nos transforman, con actos relacionales comprometidos en la construcción de nuevas maneras de estar en el mundo. 

Impresión: Sunrise, 1872, de Claude Monet.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

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McNamee, S. (2013). La poesía social de la investigación comprometida con la relación.  La investigación como conversación.  En Deissler, K. & McNamee, S.  (Ed) Filo y Sofía en diálogo: la poesía social de la conversación terapéutica (pp. 102-109). Ohio, USA: Ed. Taos Institute Publication.

Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE de EEUU.