Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.
“Sí, porque, ¿qué es la ética sino la práctica de la libertad, la práctica reflexiva de la libertad?… La libertad es la condición ontológica de la ética. Pero la ética es la forma reflexiva que adopta la libertad”.
(Foucault, 2010, p. 1030)
Nos basamos para esta serie, en esta tesis, de la que extraemos -adaptándolas- las propuestas e invitaciones a una postura relacional distinta para la construcción del proceso de diálogo terapéutico transformador.
¿Cómo el construccionismo social y las prácticas colaborativas y dialógicas son útiles para la co-construcción relacional de un espacio de formación y supervisión terapéuticas? Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE de Estados Unidos.
El lenguaje es lo que nos permite ser y nos construye; es en el diálogo vivo que la vida habla.
Al elegir las posturas construccionistas el esfuerzo está orientado a la deconstrucción de las versiones que tienden a generalizar y que responden a una versión modernista de los supuestos y presupuestos sobre la verdad, lo científico y lo racional.
Lo ético y lo político atraviesa todas las interrelaciones en las que participamos y la elección del socioconstruccionismo, al entretejer estas conexiones, invita a una manera de ser ética y políticamente consecuentes con la construcción en conjunto de otros futuros, que signifiquen contribuir al bienestar de las comunidades locales.
La conversación colaborativa requiere compartir, confiar y participar activamente para crear un significado. Cuando uno escucha activamente a otro, fluye la conversación y se hace significativa para los interlocutores.
La manifestación de esta multiplicidad y complejidad es lo que se busca potenciar en los encuentros que se desarrollan en un proceso con los coinvestigadores.
En palabras de Tom Strong (2003): “Colaborar significa mantener lo que decimos o hacemos muy cerca de lo que plantea el cliente, y mucho menos de lo que establecen nuestras teorías” (p. 134).
Entre los objetivos del proceso de investigación está crear y entretejer conexiones relacionales, confianza, curiosidad y respeto recíprocos entre todos los participantes. Este respeto, se relaciona además con la voluntad de enriquecer la sensibilidad humana, con un lenguaje de afecto entre los interlocutores. Algo complejo, porque, conlleva niveles de reciprocidad; es decir, buen trato, gentileza, aprecio, autenticidad, aceptación de las diferencias.
Desde esta perspectiva se entiende que lo relacional es la base de todo lo social y que es de allí de donde surgen los significados que permitirán comprenderse para desarrollar nuevas construcciones para la acción coordinada, movilizando todos los recursos que nutren las conversaciones, preguntando si hay otras maneras de concebir el futuro, de generar alternativas que permitan estar juntos en un mundo social complejo que se hace propio porque se lo transforma conjuntamente.
Harlene Anderson invita a reflexionar sobre lo que, según sus palabras, explica en este texto publicado en español en el 2012, acerca del significado de la transformación: “El cambio o transformación se genera en el lenguaje, es parte del proceso participativo de comprender y está lleno de incertidumbre y riesgo.” (p. 4). Son los diálogos creativos y distintos, las conversaciones guiadas por la conexión con los otros, los que contribuyen en la construcción de esa forma de ser colaborativos, que expande las posibilidades relacionales y generan mundos futuros impensados.
La metodología utilizada en la investigación relacional se sostiene en el análisis dialógico:
El carácter de experto de un terapeuta estriba en su capacidad para crear y facilitar espacios y procesos dialogísticos. El foco de la responsabilidad está en las formas de relaciones que invitan a estos procesos y los amplían. El foco no está en el contenido. Lo decisivo en esta expertez yace en la posición que asume el o la terapeuta. Esta posición se describe mejor como una postura filosófica -un modo de reunirse, de reflexionar juntos, y de hablar con las personas con las que trabaja un terapeuta. Se trata de una postura caracterizada por una manera de obrar auténtica, espontánea y natural. Mediante esta actitud, tono y posición, se le está diciendo al otro: “Yo te respeto”, “Tú tienes algo valioso que decirme” y “Yo quisiera oírlo“” (Anderson, 2013, p. 64).
Es en el proceso relacional que se da la transformación mutua, como sugiere el construccionismo social y como se puedo experimentar conjuntamente.
En efecto, los construccionistas intentan comprender la comprensión de las cosas y, al hacerlo, ofrecen herramientas o discursos que se pueden utilizar para muchos propósitos (…) La metáfora del construccionismo como un gran paraguas bajo el cual hay lugar para cobijar todas las formas de crear la realidad, e incluso, para acoger la aparente realidad del construccionismo en sí mismo (Gergen y Gergen, 2011, p.108).
Es la importancia de pensar críticamente los propios supuestos teóricos y la necesidad de abrir el panorama a las otras maneras de conceptualizar y comprender la investigación.
Relacional, significa que es una investigación para producir transformaciones en los contextos relacionales que participan en la investigación. Y, tenemos claro que es un proceso que jamás se termina, se trata de un proceso de diálogo infinito.
Kenneth Gergen (2016), refiriéndose a John Shotter, nos hace reflexionar sobre los contextos académicos y sus complejidades:
¿Existe algún tipo de violencia en los debates y en las discusiones intelectuales; en los coloquios, en las aulas o en los seminarios universitarios; en los textos académicos? ¿Hay algo implícito en las formas actuales como nos relacionamos entre nosotros en la vida académica que haga que nos temamos? ¿Hay algo en nuestras circunstancias actuales que nos haga (o por lo menos a algunos de nosotros) estar ansiosos por poseer ciertas de nuestras propias palabras, o adoptar una postura? Por mi experiencia, creo que sí. (Gergen, 2016, p. 342)
El diálogo como primera opción en la construcción de la ética relacional.
La libertad existe donde comienzan los sueños. La pregunta ética es esta: ¿Cómo queremos vivir? Se trata de escoger, porque una vez que uno ha escogido, se hace responsable y lo sostiene, confiando en las personas con las que nos relacionamos y trabajamos. A partir de esto, se vive confiando en que es posible dialogar con una persona libre, abierta, que no le pese lo que escucha y que por eso pueda dar esperanza.
La ética relacional puede mirarse como esta sensibilidad humana en las relaciones (el estar presente con el otro) para comprender a las personas en un diálogo comprometido, que nos hace corresponsables de cuidarlas. Porque es en este diálogo que reside el interés en la construcción de nuevas maneras fructíferas de conexión entre quienes conversan distinto, lo que tiene que ver con la ética relacional: ¿qué construimos juntos que signifique bienestar?; ya que esta pregunta explica la forma en que se entiende la ética desde las posturas socioconstruccionistas y ha servido como parte del soporte metodológico en los encuentros con los coinvestigadores.
Bajtin (s.f.) sostiene, en su trabajo sobre Dostoyevski, citado por Walter Zitterbarth (2013), que:
Ser significa relacionarse en diálogo con otros. Cuando el diálogo cesa, todo cesa. Por tal razón, en principio el diálogo no puede y no debe cesar. En las novelas de Dostoyevski, todo confluye en el diálogo como punto de encuentro, en la oposición dialogística como centro. Todo es medio, el diálogo solo es el objetivo. Una voz individual no termina ni decide nada. Dos voces son el mínimo de la vida, el mínimo del ser (Zitterbarth, 2013, p. 95).
El diálogo significa que dos personas están interconectadas. Es mirar el campo relacional que se organiza cuando uno está vinculado al otro, porque en la medida en que nos conectamos se generan nuevos aspectos para la compresión, se producen nexos para desarrollar nuevas formas de colaboración. Es en este espacio y contexto relacional, con un nivel reflexivo, en donde las palabras de uno de los interlocutores cobran sentido por la relación-conexión que establecen con las palabras del otro interlocutor.
El lenguaje es lo que nos permite ser y nos construye; es en el diálogo vivo que la vida habla. Al relacionarnos dialógicamente nos construimos socialmente. Solo el diálogo abre las posibilidades de encontrarse, respetuosamente, con la diversidad y de que el otro sea un genuino interlocutor porque es en esta acción con los otros – el diálogo- que el ser existe.
Sheila McNamee en una entrevista en la Universidad de Manizales en Colombia comenta:
Diálogo, desde el construccionismo social, es usado como asociado siempre con transformación social generativa, no conectaríamos el diálogo a algo que no sea generativo o de abrir posibilidades (…) Creamos un espacio donde la gente pueda poner realmente atención a las maneras en que ellos están creando juntos y entendiendo; y, también, que creamos un espacio en el que la gente pueda curiosear acerca de las diferencias. Eso no quiere decir que el diálogo resuelva el problema o que las personas lleguen a acuerdos, sino que las personas son invitadas a nuevas formas de entender las diferencias: y eso, es realmente de lo que se trata el diálogo. (McNamme, 2012).
La coordinación, a través de diálogo generativo, de procesos que posibilitan relaciones participativas, inclusivas y colaborativas implica una actitud fundamentalmente proactiva; reconoce y estimula las capacidades de los participantes y afronta la complejidad de los diferentes contextos culturales, locales, con un sentido de esperanza. El diálogo, es una pregunta sobre lo nuevo; significa que es profundamente creativo y moviliza los recursos de los consultantes promoviendo, desde la curiosidad, un sentido de innovación y exploración productiva, para entender las diferencias.
Porque la cuestión sigue siendo: ¿Qué estamos creando juntos, para generar las posibilidades de un presente con las condiciones relacionales éticas y políticas, que signifiquen equidad, justicia, responsabilidad, dignidad? ¿Cómo nos conectamos a través del diálogo, para crear posibilidades de futuros distintos, respetuosos de los derechos humanos y de los compromisos sociales y relacionales de sus participantes? La reflexión demanda pasar siempre por el discurso y la memoria.
La conciencia ética, significa preguntarse y elegir
En palabras de Marcelo Pakman (2011, pp. 37-38), psicoterapeuta argentino:
Una y otra vez, vamos explorando y descubriendo que las posibilidades del ser atraviesan y se movilizan en el diálogo significativo, en la conversación reflexiva y que la coconstrucción conversacional convoca las responsabilidades de los participantes y da forma al proceso relacional. Como terapeutas, afrontamos la ética relacional-profesional de un diálogo con la diferencia, creando este espacio seguro y confiable, en donde se generan nexos y conexiones nuevas, para un intercambio social-relacional que abre y expande las posibilidades.
El terapeuta e historiador Paolo Bertrando (2011, p. 5) afirma: “(…) habitamos en mundos diferentes y necesitamos el diálogo -necesitamos entrar en la difícil lucha que es el diálogo mismo- para que esos mundos se comuniquen entre sí“.
Frente a la homologación contemporánea, el conformismo imperante y la complaciente repetición de lugares comunes, lo realmente importante es proponer conversaciones reflexivas sobre aquello que las personas, en su cultura, consideran como necesario, bueno y válido; reivindicar la legitimidad de lo distinto, de que estos mundos, desconocidos y extraños, nos enriquecen, siempre y cuando seamos capaces de poner nombre a las dificultades, contradicciones, antagonismos, sin temer que el diálogo (que no es para forzar acuerdos) profundice la alteridad, a la vez que es la única posibilidad de legitimación de esos mundos distintos; mundos que se reconocen y comparten un proceso de conocimientos y aprendizajes que los recrean, les dan consistencia, y les permiten tener vida propia.
En la sociedad contemporánea, que ha devaluado la palabra a puro exhibicionismo, a puro marketing, cuando no a la queja victimista o a la culpabilización chantajista e irresponsable, el tipo de diálogo transformador llamado terapia es, en sí mismo, por la complejidad del proceso de interpelar lo no dicho, profundamente político y ético; es más, el diálogo en estos contextos, al generar la construcción conjunta de significados y la pragmática social necesaria para transformar las condiciones sociales y los contextos relacionales, es en sí mismo, como proceso dialógico, un proceso revolucionario, que nos permita coconstruir una vida que merezca ser vivida con alegría.
Como propone el filósofo Roger-Pol Droit (2010, p. 37):
La ética es en primer lugar, la preocupación por el prójimo, el interés que nos suscita su existencia, su presencia, sus expectativas, sus deseos, su dignidad y su libertad… En el fondo se basa en el respeto a los demás. El núcleo de la reflexión ética tiene que ver con que los seres humanos son múltiples, y que se relacionan entre ellos de maneras muy distintas.
La ética significa: uno es cuando actúa; uno es lo que hace. El objetivo no es imponer normas, sino que se desarrolle un pensamiento crítico. No se trata de dar respuestas fáciles, sino de aprender a plantearse preguntas nuevas, sobre las cuales se pueda construir. Según el filósofo español Fernando Savater (1999):
Si concibo la ética como un arte de vivir mío en relación con los otros, sin los cuales no sería yo porque nadie puede ser yo sin tú o sin él, entonces ya no la estoy viviendo como una coacción, sino como una expresión de libertad (p. 136).
La conciencia ética, significa preguntarse, y elegir: ¿desde qué sentimiento decido proponerme en cada relación?: ¿desde la queja, desde la ira, desde la alegría? La ética es tener consciencia en cada uno de nosotros, que las consecuencias de mis actos y palabras afectan a otros. Para que exista un desarrollo libre, necesitamos comunicarnos y sentirnos conectados, necesitamos dialogar el uno con el otro, con autenticidad. El que más da, es el que más gana. Ganamos por dar. En un proceso nuevo de expansión y creación de significados constructivos. En un permanente diálogo conjunto y transformador.
En las formas de relación que experimentamos sólo puede ser considerado buen trato el diálogo como primera opción. Todas las otras formas de relación son maltrato y significan exclusión. Porque necesitamos encontrar respuestas propias y distintas a estas preguntas:
¿Para qué elegimos ser pareja de alguien?; y, ¿para qué traemos hijos al mundo? ¿Qué podemos hacer con nosotros para acompañar con respeto a nuestros hijos? ¿Qué responsabilidad tengo yo, para contribuir -sin prejuicios, desde ahora-, a construir las relaciones sociales positivas, que me gustarían y merezco? ¿Qué cambiaría, si subvertimos todas las condiciones en que los seres humanos son explotados, oprimidos, humillados y enajenados, desde su tierna infancia? (Tapia Figueroa, 2011, p. 11).
Cuando orientamos nuestro mundo de una manera relacional, transformamos nuestra visión del mundo y nuestro entendimiento relacional, creamos una diferencia cultural que genera bienestar colectivo. Al dialogar distinto entendemos que el significado de la vida está entretejido en la relación que construimos con los demás y que cuando aportamos en las relaciones podemos desarrollar nuestras experiencias significativas. La perspectiva construccionista construye la percepción como consecuencia de la relación de colaboración conjunta. Sheila McNamee, (2015) puntualiza que:
Las preguntas éticas y políticas son: ¿podemos abrir en nuestras relaciones con las personas discursos de posibilidades, en vez de discursos de opresión y represión? ¿La ética relacional puede atender las cuestiones personales, y a la vez atender las cuestiones políticas, sociales, económicas? (Recogido en mi diario de campo junio 2015).
La ética relacional está concebida como una ética de potencial discursivo, ya que vivimos en discursos de los que, con frecuencia, no estamos conscientes, que son los discursos dominantes. Vivimos en un mundo relacional que se construye socialmente a través de la coordinación de personas.
El diálogo transformativo nos introduce a una ética relacional en la que nos posicionamos con nuestros recursos como imaginando futuros posibles (también políticos), siendo críticamente reflexivos de nuestras propias voces interiores y de lo que estamos haciendo con otros, coordinando nuestra multiplicidad, hablando desde nuestra historia, de nuestras vidas, al contrario de hablar desde nuestros valores y creencias abstractos. (McNamee, recogido en mi diario de campo junio 2015).
Se valora el estimular la reflexión y la autorreflexión que nos permita cuestionar nuestras propias certezas, en un diálogo interno que se haga preguntas nuevas sobre ellas, que ponga en cuestión si siguen siendo de utilidad en estos encuentros, en estos momentos de la propia vida, relaciones y experiencias. También pensar en cómo participar de formas innovadoras para crear con los demás diálogos genuinos, generadores, que abran posibilidades.
Si nos apegamos a una ética relacional, podemos movernos hacia adelante, pues nos damos cuenta que en cada momento tenemos la posibilidad de coordinar nuestras actividades de nuevas maneras, que crearán nuevos significados. (McNamee, recogido en mi diario de campo junio 2015).
Buscamos involucrarnos en las relaciones comprometiéndonos con ellas, lo que significa cuidarlas. Esto (ser relacionalmente reflexivos) conlleva la invitación a que todas las personas con las que trabajamos puedan participar activamente en un proceso relacional.
Todos tenían la misma oportunidad y espacio. McNamee en el ISI, 2015 refirió: “La falta de balance, de ser iguales en la relación, no es ética. Así como el no mirar los asuntos políticos, económicos y sociales que nos rodean. Como dice Foucault: los discursos dominantes existen porque nosotros hacemos que existan” (recogido en mi diario de campo junio, 2015).
Al conversar reflexivamente y mantener la conversación de forma significativa, generamos comprensión creando el contexto para la corresponsabilidad en el proceso relacional.
Al invitar, con un diálogo respetuoso y con buen humor, a desafiar el discurso dominante, es posible comenzar a abrir otras alternativas impensadas, inéditas.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
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Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE de EEUU.
Zitterbarth, W. (2013). La contribución de Michael Bachtin a la poesía social. En Deissler, K. & McNamee, S. (Ed) Filo y Sofía en diálogo. (pp. 91-96) Ohio, USA: Ed. Taos Institute Publication.
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