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Construccionismo social-relacional. Construcción conjunta, significativa y creativa de procesos de transformación en el proceso terapéutico, en la formación de profesionales y en la supervisión clínica. (9)

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.

“A existir se empieza desde el diálogo.”         

Hölderlin (en Heidegger, 1992, p. 4)

L’Estaque con tejados rojos, 1885, de Paul Cézanne.

Nos basamos para esta serie, en esta tesis, de la que extraemos -adaptándolas- las propuestas e invitaciones a una postura relacional distinta para la construcción del proceso de diálogo terapéutico transformador.

¿Cómo el construccionismo social y las prácticas colaborativas y dialógicas son útiles para la co-construcción relacional de un espacio de formación y supervisión terapéuticas? Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE de Estados Unidos

El lenguaje como pragmática reflexiva

Los usos distintos de las palabras implican una posición que significa una relación política y ética; por ello, nuestras formas de relacionarnos con las personas son éticas y políticas (en la vida y también en terapia). No existen formas fijas en la manera de entender las experiencias.  Vivimos en corrientes de actividades, que son constantemente turbulentas.  Hay que intentar tomar el equilibrio en esa turbulencia y entender algo de manera diferente. Las experiencias existen, pero son de un tipo lógico distinto. Diferentes palabras de nuestra experiencia apuntan a diferentes futuros (nuevamente: las palabras son éticas y políticas).

 La reflexión, significa recorrer caminos desconocidos y desafiantes; invitar a experimentar, en cada acto cotidiano, en cada relación humana, en cada interrelación con las comunidades y consultantes con los que los profesionales, los técnicos y operadores se involucran, las prácticas que forman parte de una vida con los otros. Así se entreteje un diálogo colaborativo y generativo.

Parafraseando a John Shotter en el ISI 2015 (testimonio recogido en mi diario de campo), se trata de ser sensibles a estos pequeños momentos.  Estamos inmersos en muchas actividades, como los peces en el agua, en diferentes contextos.  Hay corrientes de vida y que nos afectan más de lo que nosotros podemos afectarlas.  Somos intelectualmente arrogantes al pensar que podemos controlar lo que sucede alrededor; lo cierto es que no controlamos nada.  Tenemos una percepción limitada de este proceso, como lo explicaba John Shotter (2015) citando a Ludwig Wittgenstein: “En el pasado los filósofos veían los problemas de la vida como si fueran corrientes horizontales, y discutían, y no llegaban a ninguna respuesta.  Podemos ver las dificultades en pequeños detalles verticales”.

Podemos alcanzar algo útil si logramos ver las situaciones particulares en contextos particulares.  Si tenemos la intención de crear un mundo mejor, no servirá tratar de forjar nuestros ideales en otras personas.  Tienen otra historia y necesidades.

Al involucrarnos en procesos relacionales desde una perspectiva posmoderna, estamos eligiendo una incesante búsqueda de preguntas que generan metamorfosis de sentido y, a la vez, construyen en el diálogo colaborativo/generativo, significados distintos, en una transformación permanente del momento, del detalle, de los movimientos relacionales, así como de los compromisos y responsabilidades posibles.

En la palabra poética se expresa que los seres se callan.  ¿Pero cómo ocurre esto? Los seres se callan, pero entonces el ser tiende a convertirse en palabra y la palabra quiere ser. La palabra poética ya no es palabra de una persona: en ella nadie habla y lo que habla no es nadie, pero parece que la palabra sola se habla.  El lenguaje adquiere entonces toda su importancia; se convierte en lo esencial; el lenguaje habla como esencial y por eso la palabra confiada al poeta puede ser llamada palabra especial.  Esto significa en primer término que las palabras, al tener la iniciativa, no deben servir para designar algo ni para expresar a nadie, sino que tienen su fin en sí mismas. (Blanchot, 1992, p. 35).

El ser se articula en el silencio del lenguaje poético y somos, el momento que el diálogo con el otro crea los significados que nos permiten devenir.  Las palabras nos habitan, el lenguaje habla con las preguntas que sirven para que el encuentro con el otro coconstruya lo que aún no es y, sin embargo, podría ser.

Todo encuentro auténtico -que es tal porque aceptamos al otro y al hacerlo lo legitimamos en su alteridad- todo encuentro genuino, nos lleva a otro lugar, en el que el ser, con las palabras propias, se metamorfosea continuamente y se transforma poco a poco y paso a paso, con las palabras de los demás; es allí, por su carácter transformador, que las conversaciones se hacen poéticas.  Este es el sentido estético, ético y político de las conversaciones relacionales, cuando se encarna en un diálogo colaborativo/generativo.

Nos importa reflexionar sobre cómo generar posibilidades discursivas, reconociendo la multiplicidad de los temas, desarrollando un arte para preguntar e interpelar lo establecido, para legitimar nuestros diálogos distintos, gracias a esta capacidad de interrogarnos, asumiendo la responsabilidad de los significados creados. Las palabras son constructoras de las personas: cómo le hablas al otro y cómo hablas del otro, lo construyes.

Mi premisa central es que la consecuencia natural del diálogo o la conversación dialogística, es el cambio o la transformación.  Partiendo de esta premisa, resulta importante la pregunta: ¿Cómo pueden los terapeutas producir estas conversaciones y relaciones con sus clientes, de manera que de ambas partes puedan permitir el acceso a su creatividad, y abrir nuevas posibilidades donde antes no pareciera que existiera ninguna?  (Anderson, 2013. p. 60).

Se trata de responder a esta cuestión desde una actitud-acción-relación-reflexión, que no acepta el statu quo como válido, natural, normal y eterno, sino que, reconociendo las múltiples versiones de la historia y sus intereses, legitima las diferencias.  Como Kenneth Gergen afirmó en la Red de Investigación Relacional del Taos Institute (14 de marzo 2016): las palabras obran como acciones en una relación.

Esto lo conectamos con la conciencia de que solo es posible el diálogo comprometido con una persona curiosa, en un espacio seguro y confiable; con una persona abierta, a la que no le pesa lo que escucha y que por eso puede dar esperanza.  En palabras de Jacques Derrida (2006, p. 31) sobre la Hospitalidad Absoluta: “Abro mi casa y se la ofrezco no solamente al extranjero, sino al “otro” absoluto, desconocido, anónimo (…) Te doy lugar, te permito entrar, te permito llegar y tomar tu lugar en el lugar...”.

Los diálogos colaborativos y generativos son prácticas que hacen posibles otros significados, capaces de construir y transformar contextos a través de la responsabilidad relacional.  Es este comprometerse con los otros, en conversaciones inéditas, con preguntas nuevas, lo que hace posible la emergencia conjunta de creatividades que, a su vez, expanden las opciones de nuevos estilos de vida; se trata del surgimiento de proyectos alternativos con significados compartidos.

Estas reflexiones dialógicas sobre lo distinto, abren las posibilidades de respuestas innovadoras, creativas y profundamente poéticas -en las relaciones-, como nos lo explica a continuación Kenneth Gergen:

Si yo le expreso a alguien dudas sobre el amor de mis padres por mí, y la persona me responde preguntando “¿Cuál es el pronóstico del tiempo para mañana?”, ha fallado entonces al no incluir mi persona, es decir, mi ser en su respuesta.  Por el contrario, si su respuesta incluye el sentido de aquello que he expresado -posiblemente consternación ante mi pregunta- entonces me encuentro a mí mismo en la otra persona, localizando de ese modo el “yo” que acaba de hablar.  Al mismo tiempo el “yo” no es ya totalmente mío, por cuanto ha sido la otra persona quien ha generado la expresión.  Al hablar la persona de este modo, nos acerca, y al mismo tiempo nos invita a responder por nuestra parte “metonímicamente”.  En la reflexión metonímica sobre aquello que nos es común, y es en esta reflexión donde la dimensión poética halla su realización (Gergen, 2013, p. 75).

Se trata de un proceso que comienza cuando se piensa reflexivamente -en un diálogo interno- que lleva a conectarse con otro responsablemente; luego esto evoluciona el momento en que pongo en palabras mi ser (hecho pregunta, incertidumbre, posibilidad) en el espacio del encuentro en el que comienza la transformación del contexto relacional. Solamente cuando el otro, al respondernos, nos reconoce y legitima como interlocutores (“aquello que nos es común“), surge el ser relacional, esto constituye el momento poético.

Naturaleza muerta con cesta, 1888-90, de Paul Cézanne.

Y como decía el poeta ecuatoriano -lo consideramos uno de los grandes de la historia de la literatura mundial-, Jorge Carrera Andrade (2000, p. 469):

Amar es más que la sabiduría;
es la resurrección, vida segunda.
El ser que ama revive
o vive doblemente.
El amor es resumen de la tierra,
es luz, música sueño
y fruta material
que gustamos con todos los sentidos.
(…) Minero del amor, cavo sin tregua
Hasta hallar el filón del infinito.

Probablemente, uno de los más sensibles terapeutas que han inspirado las prácticas posmodernas es Tom Andersen, quien con su capacidad (similar a Harry Goolishian) de asombrarse y deslumbrarse con la riqueza relacional de las construcciones humanas, generaba preguntas y reflexiones creativas, nuevas, que desafiaban las laboriosas certezas que se creían alcanzar.  Por ejemplo:

Ludwig Wittgenstein prestó mucha atención a la pregunta: ¿cómo continuar? Uno de los objetivos más importantes de todo ser humano, es dar respuesta a esta pregunta, de modo que pueda decir: ¡ahora ya sé cómo puedo continuar! (…) ¿Qué podría ser útil saber? es la siguiente pregunta (…) El centro de la persona no puede ser encontrado dentro de la persona, sino fuera de la persona, es decir, en las conversaciones, las relaciones, el lenguaje y la cultura. (Andersen, 2013, p. 82).

Y la cuestión de cómo continuar nos interpela en tanto y en cuanto nos remite a las relaciones con los otros, porque el cómo continuar puede hallar respuestas tentativas solamente cuando incluye el “con”.  No es posible continuar si no es un continuar relacional.

El discurso sobre la poesía social de la investigación tiene por objeto la idea y la práctica del compromiso con la relación. Esta pone el énfasis en las formas particulares de interpretación y de acción, mediante las cuales los interlocutores crean sus mundos (…) es el compromiso con la relación a través del cual se crean las realidades (…) A partir de una orientación relacional, formularíamos la siguiente pregunta: ¿De qué manera lo que hemos hecho juntos aquí tiene posibilidad de éxito o fracaso, y hasta qué punto tiene supervivencia, credibilidad y permanencia (…) Lo que hacemos en conjunto con otros, crea vida para formas plenas de ser (McNamee, 2013, p. 102).

La investigación que elige el discurso de la poesía social, como la que se llevó a cabo con el equipo de coinvestigadores, realiza, a la vez, la elección pragmática de la responsabilidad con los demás, de la ética relacional; el cuidar (porque nos comprometemos) al otro y a la relación con él.  El compromiso con la relación significa respeto al otro, al distinto, al diverso.  Respeto a su cosmovisión, a su cultura local, a las formas propias con las que interpreta su mundo relacional y, a partir de las cuales elige y decide actuar.  Interpretaciones y acciones que generan los mundos que desea y las realidades que crea.

La orientación relacional genera el espacio, vínculo, conexión y contexto relacional que inaugura, cada vez, el encuentro con una pregunta nueva.  La pregunta que involucra la corresponsabilidad en cuanto el presente relacional y la construcción que la valida por lo que aporta a los participantes de esta relación.

Este discurso no es un ejercicio retórico porque, en la práctica, en cada encuentro los participantes articulan una o más preguntas nuevas, que mueven y orientan el proceso de aprendizaje y reflexión de esa jornada.  Es gracias a esta manera abierta y democrática de participación que se logra innovar y responder a las necesidades reales de estos equipos inter y multidisciplinarios.

Lo que realmente importa, aquello que deja huella y trasciende, lo que es creativo y, por lo tanto, enriquecedor es lo que hacemos con los demás.  Y esta creación que habita el espacio del diálogo colaborativo/generativo con una sensibilidad relacional, es generadora de lo vivo, de aquello que abre la plenitud del ser; porque el ser se encarna, plenamente.  En el ser en relación dialógica.

Uno puede representarse el mundo solo en el lenguaje, es decir, en aquello que hacemos en conjunto.  Concebir la investigación como actividad poética significa enfocar la atención en la investigación como diálogo, es decir, como conversación que responde a relaciones y situaciones específicas, y puede por consiguiente ampliar el espectro de posibilidades e ideas para otras formas de vida social (McNamee, 2013, p. 108).

Nuestro mundo -que es otra forma de decir nuestra cultura local- es una construcción hecha con el lenguaje; por lo tanto, su connotación es pragmática.  Como vemos en la cita precedente, cuando Sheila McNamee (2013) conceptualiza la investigación como un acto poético cuyo foco es el diálogo, nos sitúa en el presente relacional que es específico para cada momento y con ese otro concreto, único.

Este expandir continuo de posibilidades significa comprometerse en imaginar y crear esas otras formas de vida social, respetuosas de quienes protagonizan los procesos; y, en este respeto compartido que adquiere significado por ser conversacional, la actividad poética nos va diciendo quiénes somos gracias al diálogo colaborativo, generativo.

El camino, 1875, de Paul Cézanne.

Construir relaciones creativas

Siempre me pregunto qué estoy deviniendo que no he sido todavía”. Harlene Anderson (1999, p.346)

Cuando comenzamos un diálogo, no sabemos su destino, nos abrimos a su luminoso fluir con la curiosidad de aprender a conocer y reconocer, desde el asombro, cada palabra como si fuese un lugar al que entramos por primera vez.  Libres de equipaje, contentos de lo que está por venir; confiados en el lenguaje, que nos encuentra conversando de significados, que un momento antes no existían, y que un momento después, serán distintos.

En el proceso conversacional de formación y supervisión que aquí se describe deseamos explorar asuntos de interés. Se busca transformar el sufrimiento de los otros en formas concretas, no en términos de generalidades.  Trabajar los fragmentos que se comparten para entender la manera en que ellos están en el mundo, acompañarlos a dar un paso, a moverse en otra dirección, en medio de la incertidumbre que implica el estar vivos.  Se propone ir lento.  Tomarnos el tiempo de escuchar mucho, de notar mucho, de encontrar la posibilidad de hacer algo útil.  Reconocer que lo que nos sucede es más importante que lo que hacemos de forma deliberada.  Significa que el compartir, el estar con el otro, el sentir la experiencia del ser y devenir con los demás, es lo que realmente cuenta, más allá de las actividades coyunturales.

Resaltamos que cada encuentro con el otro se da en un contexto único, también los encuentros terapéuticos, con su espacio y tiempos únicos que comienzan, continúan, se desarrollan y amplían, sin un rumbo predeterminado ni un final conocido; probablemente guiados por la transformación continua.  De hecho, el diálogo terapéutico es tal, porque hay interlocutores que otorgan sentido a su participación conversacional, porque se responden unos a otros de forma creativa, saliendo de la convención que impondría las fórmulas propuestas por la técnica tradicional jerárquica del experto de turno.

La premisa de que el diálogo es generativo (que la transformación ocurre en el diálogo y a través de él) es el fundamento de mis pensamientos y acciones en las comunidades colaborativas de aprendizaje (…) Quiero que cada persona genere sus propias simientes de novedad, y que las cultive en su vida personal y profesional más allá del contexto organizado de aprendizaje (…) Quiero asegurarme de que cada participante tenga una voz, contribuya, cuestione, explore, se sienta inseguro y experimente (Anderson, 1999. p. 321).

El diálogo abre las posibilidades creativas y nos ubica en que todo comienza en lo social y en lo relacional.  Innovar tiene que ver con la aceptación de que la respuesta del otro no nos otorga certezas autocomplacientes ni implica que somos o pensamos igual, sino que nos interpela y, por lo tanto, nos desafía a generar nuevos interrogantes para crear espacios conversacionales inteligentes y respetuosos.

Lo creativo deviene del proceso de diálogo entre las intenciones de los participantes y las acciones pragmáticas que realizan.  Significa la generación de un espacio conversacional para las distintas voces (discursos creativos incluyentes dan un sentido de pertenencia y de corresponsabilidad), la apertura de un tiempo conjunto de reflexión crítica (preguntas distintas que generan respuestas significativas); y la movilización de los recursos propios de esta comunidad dialógica que expanden, con acciones transformadoras, las posibilidades futuras.

La creación es, por lo tanto, transformación relacional. El diálogo creativo es productivo porque establece conexiones políticas, sociales e históricas orientadas a la cotidianidad. Marcelo Packman (2011, p.28), sostiene:

En esa huella llamamos política a la creación, mantenimiento y regulación, no necesariamente explícita, de los mecanismos objetivadores de sujeción de lo humano, es decir, de las relaciones de poder, sus conocimientos asociados y las subjetividades que los promueven y son, al mismo tiempo, generadas por esos saberes/poderes.  Esos mecanismos de sujeción son el material del micro político cotidiano y actúan como una trama que se configura en guiones.  Esos guiones que seguimos en nuestra vida cotidiana son los que permiten que se haga efectivo qué es lo que va a ser considerado como realidad y como verdad.

La reflexión sobre los procesos terapéuticos, es reflexión sobre las formas políticas de relacionarse; sobre cómo estas relaciones de poder, con sus jerarquías y saberes, contribuyen en el control social y en formas explícitas e implícitas de conformismo y subalternidad cultural.  Con un “deber ser” construido ideológicamente, impuesto a través de guiones rígidos, previamente establecidos, constitutivos de cosmovisiones reductivas y limitantes y de lenguajes dogmáticos.

El diálogo hecho preguntas nos interpela y es la conversación significativa lo que nos permite encarnarnos relacionalmente.  Por ello, vamos hacia los encuentros y permitimos, con apertura y curiosidad, que nos sucedan cosas, en esos contextos relacionales.  Se trata de estar presente en el momento y observar reflexivamente lo que está sucediendo en el transcurso del diálogo, del tiempo compartido.  Es acercarse para construir algo con el otro e investigar conjuntamente porque no conocemos esa realidad compartida.

Promovemos cuidar el proceso de la relación, preguntándonos:

¿Cómo podemos seguir conversando juntos?

¿Cómo te encuentras con alguien con quien no te has conocido antes?

¿Qué te puede pasar cuando la alteridad del otro te abre nuevas posibilidades?

Otra vez, John Shotter en el ISI 2015 (testimonio recogido en mi diario de campo), afirma -en nuestra adaptación-:  

El Viaje

La conversación es un viaje, movimiento creativo (incertidumbre, caos, complejidad); significa que no podemos controlar nada.

Imaginemos un barco que va a navegar en un océano con aguas turbulentas.  Parte desde un lugar, con una brújula, con la intención de alcanzar otro lugar.  En esa travesía, en corrientes cruzadas que no controla -que es imposible controlar- atraviesa un espacio y un tiempo -que tampoco controla-, dejándose llevar, acompañado por la incertidumbre, que aprenderá a habitar y, probablemente, llegará a un lugar nuevo, desconocido, impensado.  Es otro lugar.

En esas turbulencias, que son caos, la brújula no sirve y solo podemos dejarnos llevar, confiando que se creará alguna posibilidad que siga dando sentido al trayecto.  Entregados al movimiento, a las sutiles vibraciones de lo que se abre.  En un desplazamiento, en un movimiento de sentido, de significados, entre la incertidumbre y lo que está en devenir, lo que no existe aún.

Como un barco que, en su navegar, va dando forma al recorrido, en el dejarse llevar por la corriente de agua, las turbulencias, su necesidad de seguridad (la brújula) y su propia imaginación que construye con creatividad el lugar -su destino- al que, en principio, quería llegar.

Todo diálogo creativo es una travesía en la que nos acompaña la incertidumbre, en la que el lenguaje, que nos va haciendo distintos, también nos construye, comprometiéndonos en la diferencia.

Una Olimpia moderna, 1873-74, de Paul Cézanne.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

Andersen, T. (2013). Una oración en cinco líneas.  Sobre la producción de significados desde la perspectiva de la relación, el prejuicio y el embrujo.  En Deissler, K. & McNamee, S.  (Ed) Filo y Sofía en diálogo.  (pp. 76-83) Ohio, USA: Ed. Taos Institute Publication.

Anderson, H. (1999). Conversación, lenguaje y posibilidades.  Un enfoque posmoderno de la terapia. Buenos Aires, Argentina Editorial Amorrortu.

Blanchot, M. (1992).  El espacio literario. Barcelona, España: Editorial Paidós.

Carrera, J. (1989). El volcán y el colibrí: autobiografía. Quito, Ecuador: Corporación Editorial Nacional.

Derrida, J. (2006).  La Hospitalidad.  Buenos Aires, Argentina: Ediciones de la Flor.

Fried Schnitman, D. (Ed.) (2017), Diálogos para la transformación: desarrollo de proyectos e investigación generativa orientados a la construcción de futuros en Iberoamérica – Volumen 3. Ohio, USA: Ed. A Taos Institute Publication. WorlShare Books.

Gergen, K (2016).  El Ser relacional. Más allá del Yo y la Comunidad. Bilbao, España: Editorial Desclée de Brouwer, S.A.

Gergen, K. (2013).  La dimensión poética: posibilidades terapéuticas.  En Deissler, K. & McNamee, S.  (Ed) Filo y Sofía en diálogo. (pp. 68-75) Ohio, USA: Ed. Taos Institute Publication.

Heidegger. M. (1992). Arte y poesía: Holderlin y la esencia de la poesía. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

IRYSE (2018) Blog del Instituto Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE): https://iryse.org/

McNamee, S. (2013). La poesía social de la investigación comprometida con la relación.  La investigación como conversación.  En Deissler, K. & McNamee, S.  (Ed) Filo y Sofía en diálogo: la poesía social de la conversación terapéutica (pp. 102-109). Ohio, USA: Ed. Taos Institute Publication.

Packman, M. (2011).  Palabras que permanecen, palabras por venir.  Micropolítica y poética en psicoterapia.  Barcelona, España, Editorial Gedisa.

SERIE: APORTES Y AUTORES SIGNIFICATIVOS EN EL CONSTRUCCIONISMO RELACIONAL-CONSTRUCCIONISMO SOCIAL, John Shotter: https://iryse.org/serie-aportes-y-autores-significativos-en-el-socioconstruccionismo-construccionismo-social/

Shotter, J. (2021).  Cuando hablamos: Hacia una nueva comprensión ‘fluida’ del sentido común de los devenires relacionales. Traducción: Carlos Felipe Villar-Guhl. Ohio, USA: Ed. A Taos Insitute Publication.

Shotter, J. (2013).  Wittgenstein y las raíces de la poesía social en las reacciones corporales espontáneas: el campo.  En Deissler, K. & McNamee, S.  (Ed) Filo y Sofía en diálogo: la poesía social de la conversación terapéutica.  (pp. 84-90) Ohio, USA: Ed. A Taos Insitute Publication.

Shotter, J. (2001). Realidades conversacionales: la construcción de la vida a través del lenguaje.  Buenos Aires, Argentina. Editorial Amorrortu.

Tapia, D. (2007). Psicoterapias posmodernas en el campo sistémico. Materiales teóricos, prácticos y clínicos desde el construccionismo social. Quito, Ecuador: Editorial. Cif

Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE de EEUU.


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