Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, MA
“Todo lo que hago, lo hago con alegría.”
Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)
Numerosos profesionales de distintos campos: psicoterapia, educación, organizaciones, tienden a asumir sus roles como algo en lo que “deben” ser, sino perfectos, al menos los mejores y no fallar o cometer errores. Con frecuencia están tiranizados por este deber ser social y personal; suelen asumir posiciones competitivas (ser expertos, acumular prestigio, dinero, poder y privilegios) y se enfrascan en luchas de poder, fatuidad y arribismo social para demostrar que son imprescindibles. Entre las propias, exageradas, expectativas de perfección y las complejas demandas de quienes buscan su trabajo o dependen de alguna manera de lo que hacen, los profesionales de estos ámbitos se convencen que tienen la misión de hacerse cargo de la vida de los demás, que deben enseñar a vivir a los otros, dirigir sus existencias, o “servirles” a costa de su propio bienestar. Prácticas jerárquicas modernistas, que terminan por quemar a estos profesionales, que aunque puedan tener buenas intenciones, significará vivir con ansiedad, adicciones, sin libertad. Bombas de tiempo con poder (autodestructivo y tóxico).
Desde el socioconstruccionismo, Kenneth Gergen (2018) sostiene que esta postura posmoderna es un ejercicio de libertad, un espacio para la libertad. Esto nos hace pensar en el construccionismo como una perspectiva abierta, anti dogmática, distinta al modernismo, ya que acepta su carácter de espacio que acoge la diversidad, capaz de dialogar con el pluralismo existente. Se trata de un lugar desde el cual se invita a la multiplicidad de voces y perspectivas, así como se orienta a producir cambios en las culturas locales que las conforman.
La pregunta es: ¿Cómo utilizar estas ideas, no solo para liberarnos, sino para que sean útiles para la sociedad? En respuesta surgen procesos como los que nosotros desarrollamos desde hace años con consistencia, espacios de “cuidando al cuidador” que buscan generar la necesidad de que cada persona comprometida en estos temas aprenda a ser responsable de su propio autocuidado, movilizando sus redes de apoyo social y profesional. Al compartir conocimientos y experiencias, estamos invitando a pensarlos fuera de los habituales y reiterativos entrenamientos técnicos e instrumentales, para que se comprenda, que:
- Es importante conversar con honestidad humana e intelectual sobre los procesos relacionales y profesionales con los que estamos involucrados. Conectarse humanamente no significa engancharse; la sabiduría popular dice: “todo salvador termina crucificado”. Es poner límites humanos, que protejan la propia integridad, dignidad, autonomía, independencia y libertad: “hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos”.
- Que en el contexto de procesos como cuidando al cuidador, al hablar de trabajo social, terapia, intervenciones, asesoría, etc. nos sirve para dejar en claro, que una de las maneras de protegerse, de cuidarse, es realizar bien nuestro trabajo, de hacerlo profesionalmente.
- Hay que comprometerse en procesos de formación y estudio continuos; supervisión permanente; terapias personales constantes; actualización profesional; participación en redes de intereses comunes y con propósitos similares. Tener vida propia fuera del trabajo.
- Hay que proponer una reflexión y autorreflexión críticas acerca de los recursos y fortalezas presentes en sí mismo y en su contexto, en los otros, y en las relaciones en las que se participa.
- Tener presente y reconocer que el otro es un ser valioso solo por su mera existencia, que sabe, siente y vive, de la mejor forma que le es posible y que, por lo mismo, es un interlocutor válido y, al mismo tiempo, me aporta como ser humano. La relación dialogal con ese otro, me transforma.
Dice Sheila McNamee (2016):
¿Qué pasa si vemos las diferencias como un recurso para la creatividad, la novedad y la transformación social? En las prácticas colaborativas y dialógicas -socioconstruccionistas- no buscamos encontrar consenso pero sí crear nuevas formas de entendimiento. Para apreciar la diferencia es necesario crear un espacio para las nuevas conversaciones, nuevas posibilidades y mundos nuevos e inimaginables.
Como facilitadores de los procesos de “cuidando al cuidador”, desde nuestra experiencia, buscamos aportar con preguntas que acompañan a reflexionar crítica y autocríticamente: ¿Quiénes somos, y cómo nos gustaría ser? ¿Cómo, y para qué vamos a colaborar en este espacio? ¿Cómo podemos hablar distinto sobre nuestras prácticas? ¿Hay más perspectivas ¿Qué aportamos de distinto en este contexto local? ¿Cómo podemos cuidar nuestras relaciones, de manera que podamos crear conjuntamente vida, vida significativa? ¿A qué clase de futuro puedo contribuir? Las personas son invitadas a nuevas formas de entender las diferencias: de eso se trata el diálogo.
El construccionismo social invita a una postura crítica, e involucra la curiosidad acerca de las diferentes maneras en que podemos hacer las cosas, involucra una actitud de creatividad y apertura. Todo lo que hacemos, decimos, luchamos es algo que hacemos y le damos sentido en la relación. Por ello, lo que nos invita a pensar es: ¿Si trabajamos con la gente, podemos ver qué es lo que la gente necesita? Porque tenemos la responsabilidad de preguntar los puntos de vista de los otros. Sheila McNamee (2017) propone preguntarse: ¿Qué estamos haciendo juntos? ¿Cómo estamos haciendo esto juntos? ¿Quiénes nos estamos volviendo mientras hacemos esto? ¿Cómo podemos construir mejores mundos sociales?
Podemos elegir entre estas 2 posibilidades:
a) ver las situaciones como ya dadas;
b) pensar que podemos comenzar a construir y entretejer relaciones diferentes.
Preguntándonos: ¿Qué sucedió, cómo se dieron las relaciones que generaron transformaciones? Y, Kenneth Gergen (2018), a manera de un legado enfatiza: “Hacer diferencias, aunque sean pequeñas. Porque cuando compartimos una práctica relacional distinta con otras personas se produce un efecto de contagio positivo”. Elegir vivir, co-construyendo con inteligencia y alegría, bienestar.
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