Nuestro blog

El círculo espiral de la violencia de género (***)

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Maritza Crespo Balderrama, M.A. y Diego Tapia Figueroa, Ph.D. 

Doncella con unicornio, c 1480, de Leonardo da Vinci.

Es importante identificar las fases y características del maltrato, para alzar la voz y detenerlo.

La violencia basada en género no es un fenómeno contemporáneo, sino que es algo que ha ocurrido a lo largo de siglos, sostenida en el uso abusivo del poder, concepciones religiosas y culturales en las que sobresale una mirada distante de la aceptación y el respeto a la diferencia. Sin embargo, en las últimas décadas, los estudios sobre género han permitido comprender, de una mejor y más detallada manera, cómo se da este proceso.

Una de las propuestas más conocidas, claras y gráficas del proceso que implica la violencia contra la mujer y de género es la planteada por la psicóloga estadounidense Leonore E. Walker, en la que se describe cómo la violencia se profundiza y se hace más grave, con el paso del tiempo, tornándose en una espiral en la que tanto agredido como agresor están inmersos.

Fases de un ciclo

Antes de describir las fases del círculo de la violencia, es importante tener claro que este se da dentro de un contexto relacional, es decir, si bien la violencia de género existe en varios espacios y relaciones (laborales, educativas, sociales), el ciclo de la violencia se plantea, sobre todo en relación al ámbito de la vida familiar y de pareja.

En ese contexto, los protagonistas fundamentales del ciclo son los miembros de la pareja, en donde uno de los dos se pone en posición de agresor o victimario: detenta el poder, se impone por la fuerza, genera relaciones de miedo, inseguridad o desconfianza. Y el otro en posición de agredido o víctima: siente miedo, recibe golpes, insultos u otras formas de abuso. Está y vive en situación de vulnerabilidad.

La descripción que se hace a continuación, sobre el proceso de la violencia basada en género puede servir como pauta para reconocer si se está, o no, siendo parte de esto. Sin embargo, es conveniente tener en cuenta que hay detalles particulares en cada relación que pueden modificar una o todas las fases.

Fase 1. La calma: es un período en el que no hay agresiones y todo está en una aparente tranquilidad. La percepción del agresor suele ser que todo está bien, mientras que la persona agredida puede no notar (sobre todo cuando se está entrando recién en el ciclo) que está en esta fase. Este momento es más evidente para la persona agredida cuando ya se ha pasado por todas las partes del ciclo y este está volviendo a iniciar.

Fase 2. Tensión: esta puede durar semanas o meses. Aquí comienzan a surgir conflictos o fricciones y el agresor manifiesta hostilidad o violencia, sobre todo psicológica, hacia la persona agredida. Son comunes los arranques de ira (explosiones, gritos repentinos, golpes a objetos), períodos de silencio (“ley del hielo”), control excesivo, etc. Por su parte, la persona agredida suele hacer esfuerzos por complacer o calmar al agresor, anticipándose a situaciones conflictivas. Comienza la sensación de miedo y de peligro creciente, suele minimizar las actitudes violentas de su pareja y manifiesta sentir constantemente como si “estuviera pisando huevos”, en relación a su vida cotidiana.

Fase 3. Explosión: este es el momento más reconocible del ciclo. La agresión se hace evidente.  Suele durar entre 24 y 72 horas, una jornada en la que los gritos, forcejeos, golpes, insultos, agresiones sexuales, etc. llenan el espacio de la relación. El agresor puede estar como “fuera de sí”, producto de su propia situación emocional o por un evento externo que suele ser usado como pretexto para la violencia. La víctima, por su parte, suele hacer cosas para sobrevivir al abuso: desde acomodarse a las demandas del agresor, tener una actitud pasiva, tener pruebas físicas (golpes) de la situación, escapar del lugar de residencia, etc. Sin embargo, el temor a más represalias suele ser mayor a la motivación para la denuncia.

Fase 4. Conciliación o luna de miel: Luego de la explosión de la violencia suele presentarse una etapa que puede durar días, semanas o meses, en la que el agresor manifiesta calma, arrepentimiento e intenciones de cambio. Las promesas sobre no volver a repetir la situación de violencia son comunes y el agresor se presenta como vulnerable y complaciente. Por su parte, la víctima presenta sentimientos de culpabilidad por causar dolor al agresor, suele creer en las promesas y arrepentimiento, agotamiento. Si se ha denunciado, es en esta etapa en que se retiran las denuncias o se vuelve al hogar. Los hijos (si existen) suelen ubicarse en un rol de cuidadores de los padres, sintiéndose abocados a mantener la paz de la pareja. Las personas del círculo cercano suelen pensar que la violencia no volverá a presentarse y que fue un “episodio aislado”, lo cual no es real, casi nunca.

Los estudios y experiencia de trabajo terapéutico de pareja inmersas en el ciclo de la violencia han demostrado que, con el paso del tiempo y la repetición, el ciclo cada vez es más corto y que las fases de calma y luna de miel suelen durar, cada vez menos, mientras que las fases de tensión y explosión suelen incrementarse en intensidad y número.

Estudio de manos, 1474, de Leonardo da Vinci.

¿Estoy en el círculo de la violencia? Señales de alerta

Fase 1: Esto es violencia, es necesario tener conciencia y darse cuenta:

¿Le culpa por sus cambios de ánimo, malestares, o frustraciones propias?

¿Desestima sus opiniones y le critica?

¿Controla su hora de salida, de llegada, o uso del tiempo en general?

¿Su relación de pareja le ha llevado a ser autodestructiva?

Fase 2: Es necesario buscar ayuda, no minimizar esta situación:

¿Empuja, golpea o pellizca?

¿Su pareja es excesivamente celosa o posesiva?

¿Le ha aislado de su familia, amigas y amigos?

¿Le amenaza con quitarte a sus hijos o sus bienes si termina la relación?

Fase 3: Hay que denunciar, es una situación peligrosa:

¿Tiene miedo a su pareja?

¿Le amenaza con hacerse daño si se acaba la relación?

¿Le dice que no podría arreglárselas por su cuenta?

¿Ha vuelto a agredirle después de haberle prometido que no lo volverá a hacer?

Un ramo de rosa, c 1505-10, de Leonardo da Vinci

Comenzar a atravesar el círculo de la violencia

Hay que tener en cuenta que lo que tiraniza, junto con el miedo y la culpa, es lo no dicho. Abandonar los prejuicios en cuanto a las relaciones entre emoción y palabra y comprender que la palabra es la condición de posibilidad de la emoción.

Para apoyar que se salga del círculo y ciclo de la violencia, es necesario dar el espacio y el tiempo (respetando los ritmos de cada proceso) para que se escuche la multiplicidad de voces, relatos y puntos de vista (personales y familiares). La persona que con valentía quiere romper este círculo de violencia y pide ayuda, en general lo hace después de mucho sufrimiento; el promedio es superior a siete años.

En el diálogo con la víctima de violencia, es fundamental no patologizar ni etiquetar, culpar o justificar, mucho menos encubrir el abuso y la violencia. Tampoco el asumir un rol de omnipotencia, ni minimizar o invisibilizar todas las formas y expresiones de esa violencia.

Las redes de apoyo (familiares, terapéuticas, sociales) aportan si hacen que cada mujer se sienta comprendida, apoyada, aceptada y escuchada. Hay que desmontar las visiones dominantes, crueles e injustas, que encubren la violencia. Contribuir a construir límites relacionales claros que garanticen el respeto de los derechos. Movilizar procesos de reconocimiento, validación, responsabilidad en el propio autocuidado, amor y apertura de posibilidades.

Que cada persona, cada mujer, que estaba oprimida por el círculo o espiral de la violencia, desarrolle el poder de una voz propia, que pueda dialogar y ejercer el derecho a que se escuche su voz, que se la tome en serio, que se la respete.

Se trata de comprender y concebir la interrelación de hombres y mujeres, como una forma útil y emancipadora de las condiciones sociales y culturales existentes en la sociedad actual. Se entiende que lo humano necesita de los unos y los otros para la construcción conjunta de significados, para ser justos y responsables con los otros, para prevenir los abusos.

Figura femenina flotante, s/f, de Leonardo da Vinci.

(***) Reproducción autorizada por:

https://www.maxionline.ec/el-circulo-espiral-de-la-violencia-de-genero/


Descubre más desde Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

2 Comments

  • César Larrea de

    Saludos cordiales al Dr Tapia muy bueno la reflexión sobre la Violencia de lo privado a lo público o viceversa… Está pandemia de la violencia siempre para caotizar destruir gracias por herramientas para enfrentar

Descubre más desde Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo