Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.
(agosto, 2020)
“El pasado tiene un futuro con el que nunca contamos”.
(Javier Marías)
“Para ver, debemos olvidar el nombre de las cosas que estamos mirando”.
(Claude Monet)
Nos han escrito -en serio- pidiéndonos que continuemos con descripciones de procesos de terapia, porque varias/os lectores se sienten identificados con estas historias, les resulta más asequible la lectura de experiencias que dan cuenta de diversas realidades, que les permiten reflexiones distintas y curiosidad sobre otras maneras de procesar los dilemas relacionales.
También, hay quien nos ha escrito pidiendo una explicación de cómo seleccionamos las historias y cómo podemos recordar tantos detalles o si en verdad las personas hablan de la manera que reproducimos. Y, hay quién nos pregunta sobre cómo hacemos terapia y coterapia.
Sobre cómo trabajamos hemos publicado varios artículos, solo como ejemplos:
Acerca del estilo de reproducción de los relatos terapéuticos es importante decir que: en el Contrato Bien Informado, que todos los consultantes firman antes de iniciar su proceso, hemos incluido su conocimiento y autorización, manteniendo una rigurosa confidencialidad, para compartir parte de sus historias en situaciones que puedan beneficiar a otros consultantes o con fines académicos y de investigación. Historias que inviten a una reflexión crítica sobre las relaciones de opresión, violencia o miseria humana en esta cultura de maltrato y acerca de las propias responsabilidades en las decisiones para ejercer el derecho de construir nuevas posibilidades. Se alegran que sus experiencias, relatos, reflexiones y transformaciones puedan ser útiles a otras personas.
Llevamos un registro descriptivo, que los consultantes conocen, de los asuntos significativos de sus procesos terapéuticos, así cuando escribimos o reflexionamos sobre estas temáticas, recuperamos las notas y memorias que hemos ido procesando en conjunto, sobre las que hemos dialogado, sea con los consultantes y entre nosotros. Hay que decir que esta “memoria histórica” de las terapias la articulamos post sesiones. En las conversaciones terapéuticas estamos comprometidos con el proceso dialógico, con la construcción común del ser relacional, presentes en la reflexión significativa con los consultantes; no solemos tomar notas ni distraernos con la parafernalia de los “expertos”, para demostrar jerarquías, etc. Nos importa la cocreaciòn de una relación de respeto, confianza, curiosidad, apertura, libertad, seguridad, posibilidades. Buscamos conversar a través de preguntas significativas y con un diálogo generativo para la transformación.
Lo que publicamos es una síntesis -textual-, que hemos sistematizado y que puede dar cuenta -es otro ejemplo- de terapias, que se desarrollaron en un lapso de tiempo que puede ser de unas seis u ocho sesiones (mes y medio a dos meses, con una frecuencia semanal) y hasta conversaciones terapéuticas con consultantes, a lo largo de 2 años o con intervalos de varios años. Por lo que, el contenido, que da cuenta del proceso, es respetuoso de lo que los consultantes realmente dialogaron con nosotros y entre sí, de la construcción de nuevos significados que iban generando y de sus transformaciones relacionales.
Después de las historias de amor, una historia de “locura” y muerte
Juan, economista de 65 años, divorciado de María (63 años), docente universitaria, llega a terapia para decir que su ex mujer por odio a él, ha envenenado tanto a su hija de 21 años, que la ha hecho enloquecer. Que le interesa que podamos “tratarla” a ella y también a su hija y que él viene inicialmente, para que, con nuestra ayuda, vengan luego madre e hija a la terapia y ahí se demuestre la responsabilidad de su ex esposa en haber arruinado la existencia de la hija, y quede en evidencia que la que está realmente enferma es ella y que debería ser internada en un psiquiátrico.
Tuvimos 6 sesiones con él -una por semana-, antes de que la ex esposa acepte venir a una sesión, con la condición de que estaría sola, sin ninguna opción de verse ni hablarse con su ex marido. Con él, acordamos que respete la decisión que, sobre venir o no a terapia, tomen ya sea su ex esposa como su hija.
María, relata que Juan la golpeaba permanentemente desde el inicio de su matrimonio, que era alcohólico y cocainómano, que abusó sexualmente de la hija y que cuando ella lo descubrió, decidió divorciarse, hace ya 15 años; que lo denunció, pero que como él tiene “palancas” y es influyente, quedó en la impunidad. Que no las dejaba de perseguir y que por donde fueron, él se ha encargado de buscar vincularse con la gente que las conoce y envenenarlas contra ella, culpándola de la esquizofrenia de su hija.
Nada de esto fue dicho por Juan en sus terapias. María, dijo que vino a esta terapia con la esperanza que eso ayude a que su ex marido sea internado en un psiquiátrico y pague por todas sus maldades. Tuvimos 6 sesiones con María.
Finalmente, después de una semana, la hija llegó sola, explicando que venía para que sus padres la dejen en paz y porque le sorprendió que los dos vinieron antes, aunque sea por separado y le daba curiosidad conocernos y que también quería dar su versión sobre su familia y sobre ella misma.
María Gabriela: desde niña mi papá y mi mamá me han llevado a psicólogas y psiquiatras, estoy medicada desde los 7 años. Todos los días tomo pastillas. Mi padre, en especial, pero también mi madre, me llevaron donde unos 40 loqueros entre psicólogos, psiquiatras, coach, sanadores de todo tipo, incluidos consejeros, curas y pastores, además de lectoras del tarot, brujas y chamanes; es decir, charlatanes y manipuladores con todas las teorías, unas supuestamente más científicas que otras, y gente que, en medio de mis reales crisis, me parecían locos de atar, solo que tenían poder, el poder de arruinar mi vida con su ciencia y cobraban por ello, con mucho gusto. Fue una tortura de años y años. Comencé a engordar y así me quedé. Mi papá y mi mamá, me decían siempre, según ellos cariñosamente, “gordita” y cuando se molestaban, gorda. Vivo sola. Mi padre me pasa una mensualidad y cubre mis gastos, además de visitarme una vez al mes, viene con una tía. Con mi madre no me veo jamás desde hace 5 años. Pienso que los dos están locos de odio, el uno contra el otro.
He intentado matarme como unas 6 veces. Quisiera que ellos se mueran y que me dejen en paz una vez por todas, en lugar de querer usarme como un soldado del uno y del otro, en la eterna guerra que tienen entre ellos y que no parará hasta que se maten. Ni ustedes ni nadie logrará que ellos dejen de odiarse y de meterme a mí en la mitad. ¿Cómo se sentirían ustedes si su mamá y su papá les declarará loca con la complicidad de psiquiatras y de psicólogos? ¿Cómo se sentirían si su papá culpase a su mamá de las cosas más horribles y que su mamá haga lo mismo contra su papá, todo el tiempo, cada vez que hablan con ustedes? ¿Cómo se sentirían ustedes si su papá y su mamá les demostrasen en cada palabra y en cada acción que no los aman, que nos les importan, que ustedes son un peso, un estorbo, una decepción, una basura? ¿Cómo se sentirían ustedes si su mamá cuando eran niños y adolescentes no les hablase por semanas y meses; si no les respondiese ni se acercara ni les tocara jamás; y, si su papá les gritara todo el tiempo y le tuvieran miedo y terror, porque les amenaza con matarlos, o matarse o matar a su mamá? Me sorprende la energía inagotable que les da el odio que se tienen entre mis padres. Yo, me siento vacía, sin energía, ellos me la han chupado toda. Recuerdo, ahora que me preguntan sobre qué me fue útil y qué no de tantas terapias: la convicción de los psiquiatras y de los psicólogos sobre mis patologías, el letrero de esquizofrénica que me clavaron en el cuerpo, y la sensación que era mi culpa lo que pasaba en mi vida y con mi familia, la terrible sensación de que jamás me escuchaban ni les importaba mi voz, la idea de que hay algo roto o dañado en mí. Sobre todo, la certeza que tenían de que no existe futuro para mí.
María Gabriela, dialogó un mes con nosotros (cuatro sesiones, en total). La última ocasión nos contó serena, que su padre se suicidó y que ella ya no necesitaba más terapias. Dijo que ya no tomaba pastillas y que se iba a vivir en otra ciudad, lejos de su madre, que su madre vivía sola y tenía un cáncer. Que estaba enamorada y que como su nueva pareja tenía un trabajo en otra ciudad, decidieron que vivirían juntos allá. Que le gustaba pintar y que se iba a dedicar a esto. Nos despedimos con un abrazo.
Con su permiso previo, luego de un año, hicimos un seguimiento de su contexto de vida. Cuando le escribimos, nos contestó: Gracias por este mensaje, cuando me preguntaron si me podían escribir al año para saber de mí y mi vida, creí que era para quedar bien o para hacerse los “profesionales buenitos”. Me sorprende y valoro que era algo auténtico. Es lo que noté en las 4 terapias que tuvimos, que yo podía ser como quería ser con ustedes. Estoy bien. Mi pareja es un buen hombre. Nos cuidamos y queremos. Yo sigo con mis cuadros, cada tanto logro vender algunas pinturas, sobre todo retratos que me pide la gente. Parece que les gusta, me han dicho que pinto con profundidad, qué querrán decir. Estoy contenta. Supe que mi madre terminó también muerta por su cáncer. Por supuesto, no fui a su entierro. Ahora que esa pareja de pesadilla, que esos padres malvados, crueles e injustos ya no están en este mundo, me siento liberada y quiero imaginar que tendré el futuro de nuevas posibilidades sobre el que pasamos hablando con ustedes. Gracias por el libro de Alice Miller que me dieron para leer, me hace compañía. Estoy bien. Espero que ustedes también estén bien. Recuerdo su abrazo cuando cerramos la última terapia de mi vida. Chao.
Una historia de ciertas jóvenes parejas (recuerden, en varias sesiones)
Hace 5 años. Roberto y Carolina se conocen desde hace 1 año, que se encontraron en una fundación, haciendo prácticas profesionales, al finalizar su carrera universitaria. Ahora son parte del equipo técnico de esa fundación. Son 2 psicólogos de 25 años y han decidido vivir juntos. Dicen entenderse en todo, por eso, ante ciertos desacuerdos imprevistos al iniciar su convivencia, vinieron a terapia, para “eliminar el ruido” de su relación.
Carolina: Roberto es un pequeño sabelotodo y si bien cuando lo conocí, admiré esta cualidad (también, me gustaba que era pegado a su familia, ahora es algo que me molesta) sin embargo, ya en la práctica del trabajo algunas colegas criticaban este estilo arrogante y de excesivo protagonismo, pero yo pensaba que era porque algunas estaban “atrás” de él, porque es el más guapo e inteligente. El problema, para mí es que Roberto tiene la misma actitud del trabajo en la casa y en nuestra relación, me empezó a agotar que quiere tener la última palabra en todo, que es muy mandón y cómodo. Yo lo quiero, solo que me siento cansada de ser “la gran mujer a las espaldas del gran hombre” y de sus poses de salvador de toda la humanidad. Además, como la mayoría de hombres, tiene un discurso en público muy de avanzada, ya en privado, es igual de conservador, que todos en este país.
Roberto: Me parece que hay que matizar, no exageremos. Carolina está pasando por una crisis y es comprensible que esté estresada y con ansiedad. Algunas parejas amigas están embarazadas y tuvimos una discusión por eso. Carolina dice que quiere ser mamá antes de los 30, yo estoy de acuerdo, solo que me gustaría que antes consolidemos nuestra economía y seamos más sólidos para nuestro futuro bienestar como familia. Nos llevamos bien y nos complementamos. Ella es la mujer de mi vida y somos un excelente equipo juntos, en todos los espacios. Es inteligente, guapa, reconocida profesionalmente. Es más, en el trabajo, es Carolina quien lidera los proyectos y quien es la más reconocida por el trabajo que hace. No quiero figurar más que los demás, solo que estoy consciente de mis capacidades y no tengo complejos.
Carolina: ¿Notaron? Pasivo-agresivo. Lanzas la piedra y escondes la mano.
Roberto: Nos son nuestros jueces ni necesitamos una escalada, una lucha de poder innecesaria; fue tu idea venir acá, y si venimos es para resolver nuestras desavenencias, no para perder el tiempo y el dinero. Es como que te dijera que estás histérica, no lo hago; entiendo tu malestar, al mismo tiempo, no es mi responsabilidad que tu familia sea disfuncional y la mía sea unida, por ejemplo, o que tú no logres desengancharte de las broncas entre tus padres y tus hermanos. Mi familia nos apoyó desde el inicio, el departamento en el que estamos nos lo dieron porque nos quieren ver bien y porque te quieren.
Carolina: Bueno, aprovechemos el tiempo y no perdamos dinero. ¿Si sabes o no te has enterado o no te interesa, que la mitad de las veces finjo los orgasmos? Que, desde hace meses, no tengo deseo y que me dedico a complacerte porque si no haces berrinche. Algo me falta, ya no es lo mismo, como que se apagó la chispa entre nosotros. Y, a ti te da igual. Ya te dije esto, y tu respuesta, tipo autoayuda, fue tan estereotipada como las que das a los pacientes en la fundación: estás atravesando una crisis por las presiones del trabajo y la familia, ya se te pasará, relájate, todo estará bien, no estás sola, y prendiste la TV para ver un importantísimo partido de la Champions.
Roberto: No te entiendo amor. Si quieres atacarme y hacerme quedar mal o humillarme en público, cuál es el sentido. En nuestra intimidad sexual, como a toda pareja, hay momentos, etapas y ciclos de mayor deseo e intensidad y otros de meseta y pausa. Es normal. Si finges, es tu responsabilidad y sinceramente me parece pésimo que lo hagas y me culpes, para colmo. Te haces la víctima y crees que el mundo debe girar alrededor tuyo, cuando eso no pasa buscas pelea. Quiero entender; vienes a este proceso de terapia para que resolvamos nuestros temas, que no solo tienen asuntos de altibajos en lo sexual, sino conflictos como han mencionado los terapeutas aquí, que son comunes a la mayoría de parejas humanas: conflictos, sí con el sexo, pero también con el manejo del dinero, con la relación con nuestras familias ampliadas y con la educación que queremos para nuestros hijos en el futuro; o sea, lo normal de todas las parejas. Si vamos a hablar, hablemos de todo, pero para solucionar juntos y estar bien, por favor, amor.
Carolina: Ok. En lo sexual, no estoy satisfecha. Y, he notado que miras más porno que lo habitual y coqueteas en el trabajo. En el manejo del dinero: eres tacaño, controlador y cuando es para ti, no importa, cuando es para mí, mejor ahorrar. Que lo mío es nuestro y lo tuyo es tuyo se nota más de lo que te imaginas. Con las familias de origen: tus padres y tus hermanos son hipócritas buena gente, envidiosos y moralistas de mierda y metiches en donde no deben. Todo el tiempo invaden nuestra intimidad, saben todo de nosotros y quieren dirigir nuestra vida, comprándonos con cosas, como no les dejo, hay una bronca interminable a través tuyo. Del futuro y de la educación, del estilo de vida para los hijos, mejor no hablemos. Algo más, voy a buscar otro trabajo, prefiero que trabajemos en lugares diferentes, estar todo el día en los mismos espacios me da la sensación de falta de oxígeno, me falta el aire. Lo que quisiera ahora mismo, es hacer un viaje sola o con alguna amiga, a otro país. Estoy harta de la rutina, de la gente mediocre o como tú sueles repetir, de tanto acomplejado.
Roberto, solo: Necesitaba conversar con ustedes. Desde la última vez que vine con Carolina hace 5 meses, mi vida cambió. Ella se terminó yendo a Buenos Aires para hacer un posgrado. He visto fotos de ella con su nuevo novio de allá. Se la ve contenta. Yo, estoy ahora con otra colega del trabajo. Nos entendemos muy bien, siento que en realidad compartimos intereses y sueños similares; se lleva súper bien con mi familia y está embarazada. Tal vez algún rato venga con ella, aunque prefiero venir solo, porque es mi espacio y no quiero ruido innecesario.
Hace 2 años. Carolina, sola: La mejor experiencia de mi vida fue irme a ese posgrado. Es otro mundo, aquí es todo tan provinciano. Es cierto que acá está todo por hacer. Lo que da esperanza y desesperanza al mismo tiempo. Tuve grandes amistades allá, nos seguimos escribiendo. Ahora estoy con otra persona aquí, es de otra área, por suerte. Es ingeniero y nos entendemos de maravilla. A veces extraño a Roberto, me reía con él y no me había acordado de eso hasta ahora. Mi pareja quiere que nos casemos y tengamos hijos enseguida. Por eso vine, creo, porque tengo dudas.
Hace 5 meses. Roberto: La vida da vueltas, me divorcié, nunca iba a funcionar, éramos de mundos distintos. Lo mejor es mi hijo Mateo de 3 años. Lo compartimos con mi ex y mis padres lo adoran. También Carolina, lo quiere mucho y se llevan muy bien. Nos reencontramos y nos dimos cuenta que nuestra historia es estar juntos, que nos aceptamos como somos y que somos un mejor equipo juntos. Hemos madurado los dos. Yo le dejo su espacio, respeto su independencia y autonomía. Tenemos nuestro propio departamento, les devolví el que me dieron mis padres. Yo diría que ahora los dos nos respetamos y valoramos lo que somos y hacemos juntos. Estoy seguro que seguiremos hasta hacernos viejos, además qué pereza iniciar otra relación y todo lo que implica. Nos va bien como pareja y familia y me imagino, me veo en 5 años, con otro hijo, siempre quise 3. Ahora dirijo la fundación donde nos conocimos con Carolina; ella da clases y hace consultorías. Estamos bien.
Carolina: Me di cuenta que Roberto seguía presente en mi vida de muchas maneras y cuando me buscó, me arriesgué a probar otra vez. Estoy embarazada, vinimos porque no queremos conflictos sobre el tipo de educación que daremos a nuestra hija o hijo. Yo, no quisiera que se eduque como le educaron a Roberto y él no quiere que tenga la influencia de mi familia; así que, para prevenir líos, mejor venimos para trabajar esto en terapia. Si hago un análisis honesto de los 4 asuntos que ustedes mencionaron que suelen poner en crisis a las parejas, los 4 siguen, solo que ahora creo que los manejo de otra manera, les doy una perspectiva y significado diferentes. Es lo que hay. Somos responsables de ir enfrentando y resolviendo cada asunto cuando surge. Necesitamos enfrentar nuestros asuntos no resueltos, hablar y resolver, que es lo que Roberto les dice a sus pacientes y a su equipo y lo que yo enseño a mis estudiantes; si no, seremos los típicos a los que se les aplicará lo de “en casa de herrero cuchillo de palo”. Todavía me cuesta asimilar que en este contexto cultural los hombres son aparentemente abiertos solo para tener mayor control y dueñez de las mujeres, para poseerlas y tratarlas como de su propiedad y que en los hechos están infantilizados y son dependientes. Las diferencias entre Roberto y yo, no van a desaparecer, ahora nos corresponde aceptarlas. No quiero más hijos, es este y me ligo. Me imagino, me veo en 5 años continuando con las clases en la universidad, me encanta ser docente, y seguir con mis consultorías. Haremos que nuestra pareja y familia dure, y si no, aprenderemos a estar bien.
Breves reflexiones de los terapeutas:
Más que comentar o interpretar puntualmente estas dos historias complejas, que además las hemos sistematizado con un lenguaje (respetuoso de todas las voces participantes), que transmita por sí mismo, precisamente esa complejidad y los recursos que iban emergiendo en el proceso dialógico, así como la fuerza descriptiva que permita que las/los lectores desarrollen sus propias reflexiones y creen sus propios significados; queremos finalmente contribuir con ciertas perspectivas sobre estos procesos terapéuticos y lo que consideramos útil al momento de aportar a las transformaciones relacionales de los consultantes. Por ejemplo -solo en breve-:
- Como terapeutas nos proponemos desde una ética relacional que significa respeto por la práctica, la historia y las posibilidades de cada consultante; recursos relacionales que van surgiendo en el proceso dialógico para ampliar las relaciones, los mundos sociales y la creación de nuevos significados, complejizando los contextos. Con palabras-acciones-reflexiones creativas, significativas, distintas, capaces de generar nuevos aprendizajes, conocimientos, prácticas sociales y posibilidades innovadoras.
- Es necesario el compromiso de los terapeutas con las necesidades de los consultantes, honrando sus historias; priorizando sus expectativas y posibilidades. Dialogar con la pregunta: preguntar para comprender las expectativas y esperanzas de los consultantes. Mantener la curiosidad genuina acerca de sus logros y el devenir de su vida. Ya sea durante el proceso como en un posterior seguimiento. Trabajar desde la complejidad y la incertidumbre, desde la pragmática reflexiva, estando en proceso…el diálogo aporta al proceso que vamos viviendo en estas conversaciones que tienen un propósito transformador.
- Estar presentes de manera plena, integra y con integridad durante el tiempo que dura la sesión y el proceso terapéuticos. Poniendo al servicio del diálogo terapéutico todos los recursos creativos con los que cuentan los terapeutas. Lo fundamental es la construcción conjunta del vinculo relacional, basado en la confianza, el respeto, la apertura, la seguridad y la generación de posibilidades; porque de lo que se trata de construir posibilidades. Se invita a los terapeutas a ser respetuosos, interesados, inclusivos estando concentrados y realmente comprometidos con el contexto del diálogo; cocreando acciones-experiencias que interpelan la convención, los prejuicios y todas las formas culturales de mal trato, opresión y exclusión.
- ¿Cómo el diálogo construye a las personas? Comprender y movilizar las dimensiones transformadoras del diálogo. Importa la construcción relacional de la confianza y un reconocimiento auténtico de los consultantes como participantes en el diálogo, aceptando y legitimando las diferencias, la diversidad y alteridad. Reconocer y potenciar los aprendizajes generativos que surgen de los diálogos reflexivos para visibilizarlos, ponerles palabras liberadoras, legitimarlos y promover la puesta en juego responsable de los mismos para lograr los propósitos del consultante.
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