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La construcción de la relación terapéutica desde una perspectiva construccionista social-relacional

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.

“…no se trata de resolver lo que es estable, sino también de generar un discurso de los sueños, un discurso que crea la imagen de un porvenir, de un futuro lleno de esperanza, estimulante y cautivador”.

(Kenneth Gergen)

En blanco II, 1923, de Wassily Kandinsky.

Reflexiones -contingentes- sobre un fragmento de la entrevista de Mony Elkaïm a Kenneth Gergen (del libro Construir la realidad. El futuro de la psicoterapia.  Editorial Paidós, 2011, Barcelona, págs. 32-33).

Las ideas que propongo son recursos que alimentan nuestra conversación, ya que nos permiten seguir adelante juntos.  Pero, a fin de cuentas, el grado de verdad que puedan tener importa mucho menos que nuestro bienestar común o que el bienestar que la utilización de estos recursos puede procurar a la humanidad”.

  • Esta postura de humildad teórica, epistemológica, da cuenta de una apertura para generar conversaciones creativas e innovadoras.  Más que pretender detentar algún tipo de “verdad” son una invitación a diálogos productivos que construyan bienestar común. Lo que significa, reconocer la corresponsabilidad de los participantes en lo que necesitan aportar de distinto en sus propias comunidades. Es en el proceso relacional que se da la transformación mutua, como sugiere el construccionismo social.
  • En el ámbito terapéutico, así como en otros aspectos de la vida, es fundamental una posición filosófica que, en el caso del construccionismo, implica la convicción de que más allá del juzgamiento o las ideas preconcebidas que podrían ser catalogadas como “verdad”, se proponen acciones pragmáticas por el bienestar común, el mejoramiento de la calidad de vida de todos y todas, la apertura a las voces múltiples y a la diversidad y el compromiso por la construcción, desde el espacio que se escoja, de relaciones consistentes sostenidas en el respeto, la aceptación, la confianza, el afecto, el reconocimiento y la ética relacional.
  • Provenimos de muchas experiencias locales diferentes que han sido construidas socialmente y las vamos a poner a interactuar para desarrollar nuevas posibilidades de significación y de aprendizaje de nuevas maneras de estar en este mundo.
  • El proceso terapéutico está basado en la relación, confía plenamente en el diálogo y va articulando posibilidades en estos intercambios, que buscan la construcción conjunta de significados.
  • Desde esta perspectiva se entiende que lo relacional es la base de todo lo social y que es de allí de donde surgen los significados que permitirán comprenderse para desarrollar nuevas construcciones para la acción coordinada, movilizando todos los recursos que nutren las conversaciones, preguntando si hay otras maneras de concebir el futuro, de generar alternativas que permitan estar juntos en un mundo social complejo que se hace propio porque se lo transforma conjuntamente.
  • ¿Cómo traer nuestros recursos a este diálogo, que tiene un propósito transformador? Para ser un operador generativo, que significa una forma de participar vivamente en la conversación. Alguien capaz de notar lo diferente, las posibilidades en el diálogo.
Jinete azul, 1903, de Wassily Kandinsky.

Según el construccionismo, conviene de entrada no abordar al cliente con un conjunto de suposiciones o métodos rutinarios o apremiantes como los que, con demasiada frecuencia, se asocian a las teorías psicoanalítica, conductista o cognitiva, porque no debemos olvidar que las teorías de los terapeutas son a su vez, construcciones que pueden acabar funcionando como orejeras y, en este sentido, la orientación de Harry Goolishian y Harlene Anderson, que definen la terapia como un “no-saber” me parece muy fecunda”.

  • El construccionismo social pone énfasis en las conversaciones, ya que, a través del lenguaje y significado, cada ser humano entra en relación con los otros, construyendo de esta manera su propia identidad o voz interna.  Cada idea, cada concepto nace del intercambio social mediado por el lenguaje. La atención del construccionismo social se enfoca en las formas complejas de relación al interior de una cultura, de un contexto cultural local.
  • La postura del construccionismo social-relacional cuestiona las prácticas modernistas en la psicoterapia que tienden a privilegiar la entronización de la teoría convertida en un dogma-embudo por el que deben pasar todas las personas y sus historias, negando, de manera reduccionista la complejidad y la incertidumbre y construyendo, desde las falacias de los expertos, camisas de fuerza para la práctica (dejando en la mediocridad y el conformismo los procesos terapéuticos), que impiden la transformación que es el sentido del diálogo terapéutico.
  • El construccionismo social, ofrece posibilidades para encarnar consecuentemente, la acción con la reflexión y con la nueva acción, generando y expandiendo las posibilidades de construcción de alternativas significativas. De esta forma se abren posibilidades inéditas para la práctica terapéutica, la investigación y para la transformación social; esto tiene un significado ético y político.
  • Partir de creencias rígidas, preconcebidas, de recetas y protocolos estandarizados, convierte al encuentro terapéutico en tierra estéril, en la que dejan de mirarse las posibilidades congelándose en la repetición del déficit y en la ceguera del statu quo, en lugar de tener confianza en el proceso del diálogo y en los recursos de los consultantes.
  • Ser relacionalmente responsables estando en sincronía con la relación misma.  Con curiosidad y respeto sostener la tensión de la diferencia, crear un contexto para el diálogo, facilitar el que los participantes se conecten y se involucren en nuevas maneras de conversar juntos.
Improvisaciòn 29, 1917, de Wassily Kandinsky.

En segundo lugar, los terapeutas deben recordar que, lejos de reflejar la verdadera naturaleza de un problema, el relato del cliente es solo una construcción contingente.  Deben esforzarse por comprender que el lenguaje no refleja una realidad, cualquiera que sea, sino que constituye antes bien un dispositivo pragmático que no es más que un modo de relación.  Cuando nos encontramos ante un cliente que, por ejemplo, nos habla de su desesperación, de su desamparo, de su depresión, daremos por sentado que sus formulaciones no describen una depresión real o un problema atroz, sino que denotan una forma de relacionarse con los demás que produce determinados efectos -se podría decir que la construcción invita a entrar en determinados tipos de danzas al tiempo que rehúsa otros-”.

  • Toda descripción, relato, narración, historia, tiene un carácter contingente, coyuntural; responde a un determinado contexto relacional – epocal.  Si queremos comprender a una persona y la narración de su historia solo podemos hacerlo si lo comprendemos en su contexto de relaciones con los otros, con su cultura local, con su mundo social. “El lenguaje construye la realidad” no la refleja; sirve pragmáticamente para ser con los otros, para establecer modos distintos de relacionarse con los demás. La responsabilidad de las palabras con las que elegimos construir las relaciones, dirá de la calidad de vida que construimos.  El lenguaje como una danza en un espacio y tiempo que se va metamorfoseando en la sintonía rítmica de ese encuentro único que nos va descubriendo, con creatividad y sorpresa, lo que podríamos ser o en los que nos gustaría convertirnos.
  • Como terapeutas comprendemos que el sentido que los consultantes dan a sus palabras cuando narran sus historias en el espacio terapéutico, no es el único, aunque es el que más importa para comprender lo que viven, piensan o sienten.  En la construcción que se propone en el espacio de la relación terapéutica y con el diálogo transformador en el que consultante y profesional son protagonistas, se abre la puerta a que emerjan nuevas comprensiones, nuevas posibilidades, que podrían resultar en una mirada distinta de la situación y las historias con las que los consultantes llegan, miradas  y posibilidades que, a su vez, construyan nuevos significados y tipos de relaciones en sus contextos particulares fuera de la terapia, en su vida cotidiana.
  • Es una danza: la dialéctica entre creatividad y libertad, una deconstrucción con irreverencia y respeto a la vez, movilizar recursos propios inéditos con preguntas que generen la propia relación dialógica, gracias a la confianza entre todos los participantes involucrados.
  • El diálogo como primera opción en la construcción de la ética relacional: El lenguaje es lo que nos permite ser y nos construye; es en el diálogo vivo que la vida habla. Al relacionarnos dialógicamente nos construimos socialmente.  El diálogo tiene una dimensión pragmática, el diálogo es acción en el mundo.
Composiciòn VI, 1913, de Wassily Kandinsky.

En tercer lugar, procuramos evitar centrarnos en la subjetividad -en las emociones, los pensamientos, las represiones, etc.- de la persona que se halla en terapia.  En lugar de escrutar la interioridad del cliente, nos centramos en sus contextos relacionales y tratamos de explorar el significado pragmático de su discurso en el seno de estos contextos, nos preguntamos por quién y con quién tiene sentido aquel discurso y, si es aceptado en el marco de tal o tal otra relación, qué se desprende tanto para quien lo sostiene como para quienes forman parte de su entorno”.

  • La elección consciente de abandonar la arqueología intrapsíquica y trabajar desde una postura de curiosidad sobre los contextos relacionales de los consultantes, así como su estilo de construcción de significados en esos contextos, permite una comprensión respetuosa del sentido concreto de esos significados en relación a los otros significativos de su mundo social-relacional. Estamos acompañando el devenir de esa construcción conjunta de nuevos significados que permitirán la génesis de nuevas prácticas relacionales que crearán vínculos y redes de conexiones capaces de incorporar, creativamente, lenguajes coordinados que nutran y permitan expandir lo que podría ser distinto.
  • En el diálogo terapéutico hacemos preguntas (dialogamos a través -con- de las preguntas) para que, tanto consultante como terapeuta, ampliemos la comprensión de las historias del consultante, sin negar su desarrollo particular vinculado con su propia historia personal, poniendo el foco en que esos acontecimientos y experiencias fueron desarrollándose en relación con el o los otros (padres, hermanos, amigos, parejas, personas cercanas o no tanto), más que en un déficit individual, una anomalía personal o un defecto concreto; significa poner el foco en los recursos y posibilidades, así como en el “con”, es decir, en lo relacional. La subjetividad es resultado, también, de una coordinación que se ha establecido con las otras personas, con las palabras utilizadas en los diálogos y las decisiones que ellas tomaron en la relación particular.  Somos seres en relación, en una permanente metamorfosis del sentido, del ser.
  • La ética relacional puede mirarse como esta sensibilidad humana en las relaciones (el estar presente con el otro) para comprender a las personas en un diálogo comprometido, que nos hace corresponsables de cuidarlas. Porque es en este diálogo que reside el interés en la construcción de nuevas maneras fructíferas de conexión entre quienes conversan distinto, lo que tiene que ver con la ética relacional: ¿qué construimos juntos que signifique bienestar?; ya que esta pregunta explica la forma en que se entiende la ética desde las posturas socioconstruccionistas.
  • Es elegir un lugar distinto para la creación de lo distinto, una posición dialógica capaz de generar acciones-prácticas conversacionales en la construcción de nuevos caminos orientados a la creación conjunta del bienestar con los demás y a decidir, responsablemente, el seguir con los otros, conectados y en relación.  Seguir juntos, en un discurso respetuoso con la alteridad, la diversidad y la multiplicidad, la polisemia; un discurso que se compromete con el otro como forma de compartir lo significativo, desde una curiosidad y apertura que inicie conversaciones en lugar de restringirlas, que incluya todas las voces en nuevas conversaciones transformadoras. Relacional, significa que es un proceso para producir transformaciones en los contextos relacionales en que participamos.
Moscù I, 1916, de Wassily Kandinsky.

Los conflictos, desde este punto de vista, son considerados construcciones concurrentes y no problemas que se pueden medir con el racero de tal o tal otro criterio universal de la verdad o del bien, pues las significaciones solo se pueden coordinar sobre la base de una negociación. Los construccionistas, finalmente, conceden una gran importancia a la transformación terapéutica de las narraciones que se producen en la terapia.  Pero cabe preguntarse si existen otros medios que permitan comprenderse a uno mismo y a los otros, modalidades de discurso alternativas que influyan de una manera más eficaz en la gama de las relaciones ya existentes o simplemente potenciales”.

  • Si el sentido surge del proceso relacional las contradicciones y conflictos no se entienden o explican desde un supuesto saber único, verdadero, esencial y válido para todas las culturas en cualquier momento histórico; de ahí qué, esta apertura heurística enriquece nuestra práctica y las consecuencias que surgen de una coordinación respetuosa de las significaciones y los resultados.
  • Desde esta postura queda claro que se concibe así el encuentro terapéutico: “ese diálogo transformador llamado terapia”.  Con una apertura a la cocreación y cogeneración de nuevos sentidos significativos de todos los participantes en estas otras formas de conversación, agenciando capacidades de discurso alternativas que aporten, sean útiles y sirvan para construir nuevos estilos de vida relacionales. 
  • No ocultamos, silenciamos o invisibilizamos el conflicto, hablamos de él de otra manera, buscando palabras que lo resignifiquen, ubicándonos (terapeuta y consultante) a una cierta distancia y con cierta altura para comprenderlo en su contexto relacional, no como un hecho aislado, una anomalía o patología sino como parte de las relaciones que se entablan en el mundo social y, de esta manera, poder asumir la parte de responsabilidad que cada uno tiene en su resolución, mutación e innovación.
  • “En este punto intervienen las narraciones múltiples: no se trata tanto de sustituir una historia estereotipada pero deficiente por otro modo de comprensión igualmente anquilosado como de ayudar a que el cliente mantenga mejores relaciones con sus semejantes al tiempo que saca un mejor partido de las riquezas del lenguaje o de la producción de sentido”.
  • El espacio terapéutico como un lugar en el que se da la bienvenida a las múltiples voces presentes en el ser con el otro, genera una diferencia frente a la homologación de un discurso o un saber autoritario y jerárquico y abre a la multidireccionalidad del universo relacional que nos rodea y quita la obligación de un supuesto deber ser que homogeniza, aplana y oprime el derecho a la especificidad, la diferencia y la alteridad; a la construcción de nuevas historias con los otros.
  • Es comprometerse en el cuidado de las relaciones reconociendo que no existe una voz única y legitimando las otras maneras de hablar.  Se trata de una postura que reconoce que lo que se considera real y bueno es producto de las relaciones humanas, de la coordinación de lenguajes para expandir nuestros diálogos y para enriquecer las formas de practicar la terapia para que ocupen el lugar propio que genera la transformación, porque se trabaja, con inteligencia, desde una perspectiva relacional.
  • La conexión relacional, probablemente, es uno de los aportes y los logros más fructíferos de este espacio conversacional creado con los consultantes.  Se logra al integrar la responsabilidad relacional en su estilo de vida, abriendo nuevas posibilidades que les permitan facilitar la coordinación de acciones y el desarrollo de una sensibilidad distinta en los procesos de relacionarse con los otros, con los demás contextos relacionales, buscando la corresponsabilización y generando nuevas maneras de interrelacionarse en esos contextos.  En el diálogo, el interés reside en la conformación de formas fructíferas de conexión entre los participantes, un viaje en el que comparten su conocimiento local, el valor de su propia cultura y las reflexiones que dan sentido a conversaciones creadoras de diferencias constructivas.
  • El cómo se puede construir, conjuntamente desde una ética relacional, nuevas historias, sintiéndose protagonistas y autores de procesos generativos, capaces de crear con alegría e imaginación, otras posibilidades de procesos terapéuticos transformadores y participación crítica, ética y política es la pregunta que también nos guía.
Sobre puntas, 1928, de Wassily Kandinsky.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

Gergen, J. (2011). Construir la realidad.  El futuro de la psicoterapia.  Barcelona, España: Editorial Paidós.

Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE.