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La práctica del diálogo y de la colaboración son las puerta de entrada para cualquier intención transformadora y las relaciones de respeto y dignidad nos guían para nuevas maneras de estar con los otros

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, MA

“Todo lo que hago, lo hago con alegría.” 
Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)

Oswaldo Viteri, Ambato-Ecuador, 8 de octubre de 1931.

ENTREVISTA CON MARILENE GRANDESSO (*)

La extraordinaria terapeuta Marilene Grandesso (Brasil), se caracteriza por su generosidad humana, profundidad reflexiva y una dilatada experiencia en el trabajo terapéutico; así como la formación de psicoterapeutas dialógicos y colaborativos. Esta es una entrevista inédita que compartimos con gran placer con nuestros colegas y amigos de este blog:

IRYSE: ¿Si estas prácticas posmodernas (socio construccionismo y prácticas colaborativas y dialógicas-generativas) logran contribuir al bienestar de la humanidad, qué se transformaría, qué sería distinto?

M.G.: Las prácticas colaborativas y dialógicas invitan a relaciones genuinas entre personas, abiertas a un compromiso con el bienestar común y con mundos posibles. Como un cruce de perspectivas, el diálogo promueve cambios en los involucrados. Al estar abierto para dejar que el otro se presente en su otredad, cada socio del diálogo se posiciona a partir de una postura respetuosa y relacionalmente responsable.

Esta postura está abierta para dejarse sorprender, y dejarse transformar, favoreciendo un despojarse de prejuicios a favor de relaciones más horizontales. Como el lenguaje construye las realidades, tales prácticas involucran una ética del compromiso con el otro y consigo mismo, una postura reflexiva y más apreciativa, orientada para ampliar las posibilidades de vida entre las personas en el mundo.

IRYSE:  ¿Si pudieses elegir 3 aportes de personas para ti importantes y significativos del campo socio construccionista y de las prácticas colaborativas y dialógicas, cuáles serían y por qué razones?

M.G.: Una consideración muy importante, no sólo para organizar mi entendimiento, viene de Gergen (desde 1994). Gergen afirma que “No es el individuo que preexiste a las relaciones e inicia el proceso de comunicación, sino las convenciones de relacionamiento son las que permiten que se alcance la comprensión”. Esta afirmación me invita a ampliar la mirada y la escucha más allá del individuo, incluyendo los contextos de las relaciones, las voces de la cultura y los juegos de lenguaje que organizan las relaciones.

“… la vida en la cual los terapeutas estamos particularmente interesados comprende significados y sentimientos que cambian todo el tiempo; Ellos están allí por un segundo y se fueron en el segundo siguiente.”

(Andersen, 1996, p. 119).

Este discurso de Tom Andersen me incita a considerar la impermanencia de los acontecimientos que se nos presentan, la importancia del conocimiento local y de la singularidad de los acontecimientos. En este mismo sentido, Shotter llama nuestra atención sobre la importancia y el desafío de buscar pensar ‘desde dentro’ de un flujo incesante de actividades aún en desarrollo, rodeado de ‘cosas’ emergentes que todavía se están creando. En lugar de un mundo de cosas ya hechas (Shotter). Estas colocaciones resaltan la importancia de poner el foco en el momento interactivo y de una mirada siempre abierta hacia lo emergente y lo singular, además de invitar a cada uno de los involucrados en una relación.

Como terapeuta dialógica y colaborativa, perspectivas que amplían mi entendimiento sobre el diálogo, son especialmente útiles para mí. Gadamer en Verdad y Método considera que el diálogo es un cruce de perspectivas, resaltando que no damos sentido a nuestro entorno y a nosotros mismos en el aislamiento y fuera de nuestras tradiciones. Shotter, a su vez, considera el diálogo como una forma de relación que hace posible un tipo especial de creatividad, la creación fuera de lo esperado de una forma de actuar en respuesta a o en relación a las singularidades del entorno de alguien. Para Shotter, lo que hay de especial en nuestros intercambios dialogalmente estructurados son sus desdoblamientos dinámicos y emergentes, su creatividad inmanente, su singularidad y su condición de ser interminable: en esos intercambios, tarde o temprano, algo singularmente nuevo es creado por estar intrincadamente relacionado con la situación en la que se creó, y al mismo tiempo abierta a desarrollos futuros. (Shotter, 2017). Tales perspectivas también me inspiran a estar radicalmente presente, según lo define Sheila McNamee, a escuchar con una escucha generosa, a estar en las relaciones a partir de una postura de no saber, despojada de mis prejuicios, ya estar abierta para genuinamente “estar con el otro” (withness).

Como terapeuta colaborativa, una frase que siempre me acompaña viene de Harlene Anderson: “¿Cómo podemos nosotros – terapeutas y clientes – crear los tipos de relaciones y de conversaciones que permitan a todos los participantes acceder a su creatividad y desarrollar posibilidades donde no parecían existir? (Anderson, 2003). Esta frase me estimula a usar la creatividad, a creer que mis consultantes son mis socios y que diferentes contextos conversacionales y relacionales pueden ser generadores y transformadores.

IRYSE:  ¿En una cultura local (como la de la sociedad ecuatoriana, donde estas perspectivas prácticas y reflexivas son desconocidas): qué hacer, cuál podría ser desde tu experiencia, el proceso con las personas para crear un contexto relacional que permita el desarrollo de esta nueva manera de ser con los demás; podrías explicar tres momentos necesarios de este posible proceso a generar?

M.G.: Esta pregunta me estimula a compartir el pensamiento de Paulo Freire, un gran educador brasileño, para quien la educación no puede estar desvinculada de los contextos de la vida, y que no se educa para crear una consciencia crítica sin amor. Cambios significativos, según entiendo, se desarrollan a partir de pequeños cambios, aquellos que suceden en los micro contextos de las relaciones. En este escenario, para una ética y una responsabilidad relacionales, la práctica del diálogo y de la colaboración son las puertas de entrada para cualquier intención transformadora. Un segundo momento en el que, a mi entender, se adopta una postura reflexiva e crítica de tomar la propia acción reflexivamente y estar en este mundo como un eterno aprendiz. Y, finalmente, grandes edificios son construidos sobre bases sólidas, o sea, importa mucho menos el tamaño del paso dado que la dirección elegida. Una acción propuesta, teniendo como valores, relaciones de respeto y dignidad a todo ser humano de este planeta, pueden ser unos buenos nortes de la brújula que nos guía para nuevas maneras de estar con los otros.

Los cambios significativos comienzan en nuestros contextos de vida. Los grandes cambios, como todos los procesos complejos de transformaciones sociales demandan tiempo y muchos reajustes en el camino. Un buen ejemplo de esto en Brasil fue la Terapia Comunitaria. Iniciada a mitad de los años 80, fue desacreditada, estigmatizada; sin embargo, la persistencia de los involucrados en su práctica, la ampliación de sus comunidades de práctica, el diálogo con diferentes instituciones, incluso con las que hablaban diferentes lenguajes, permitieron que se llegase hoy, a su inclusión como una política de salud pública.

Psicóloga, psicoterapeuta de familias, parejas e individuos y terapeuta comunitaria. Es fundadora y coordinadora del Instituto INTERFACI. Coordinadora de ICCP (International Certificate in Collaborative Practices) en Brasil desde 2011. Es el Programa de Prácticas Colaborativas y Dialógicas con Certificado Internacional dado por el Houston Galveston Institute (Texas-USA) y el Taos Institute (USA) e INTERFACI (São Paulo-Brasil).


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