Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, MA
“Todo lo que hago, lo hago con alegría.”
Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)
Del Diplomado en Perspectiva y Práctica Profesional Generativa(INTERFAS), coordinado por Dora Fried Schnitman, reproducimos textualmente estos fragmentos de Dora, que sin duda serán un aporte enriquecedor para los colegas del Ecuador e Iberoamérica:
Nacemos y vivimos en diálogos, en narraciones acerca de nosotros mismos y de los otros, en aprendizajes generativos y complejos, y nos interrogamos. Un proceso de diálogo puede dar lugar a narrativas alternativas que a su vez pueden generar nuevos diálogos. Narrativa y diálogo están imbricados. El interés, la curiosidad o el preguntarnos nos permiten permanecer abiertos, reflexivos y receptivos frente a posibilidades. La creación de alternativas abre espacios para la reflexión y el aprendizaje.
La incorporación de la complejidad es el reconocimiento de que la realidad no puede abordarse desde una perspectiva única. La complejidad nos permite contemplar diferentes representaciones de un sistema al mismo tiempo, enriqueciéndolo. Necesitamos considerar las distintas perspectivas de los participantes en diferentes momentos –incluyendo las nuestras–, la posibilidad de incorporar lo diverso, lo emergente, lo creativo, lo innovador y también lo incierto, aquello que cuestiona creencias establecidas. La observación, la escucha minuciosa, y el reconocimiento y respeto del otro son herramientas de la complejidad.
Diálogo generativo y complejidad: Todo diálogo es singular, situado, ocurre en momentos y contextos específicos y se relaciona con otros diálogos. Esta relación ofrece oportunidades para la creatividad. El diálogo –en sentido fuerte– es un proceso de construcción relacional de significados y acciones entre personas en espacios sociales que les permiten coordinarlos. Los momentos de interacción dialógica están atravesados por dimensiones intangibles: las emociones, las vivencias, las resonancias de otros diálogos pasados, presentes y futuros, los significados personales y sociales, lo nuevo que acontece, el futuro que se delinea.
Los diálogos pueden ser productivos o improductivos; la dinámica de los improductivos es reiterativa y promueve escaladas en los conflictos. Los productivos dan lugar al surgimiento de posibilidades. Los diálogos generativos se apoyan en la productividad –en recursos y oportunidades–, buscan alternativas en procesos emergentes de creación dialógica en el espacio de la consulta, en la relación entre las personas y el profesional, o de las personas entre sí.
Un diálogo generativo o un momento generativo puede ser constitutivo de nuevos aspectos de las personas y sus relaciones, y construir procesos transformativos y futuros novedosos. Son también una fuente de nuevas narraciones acerca de sí y la relación, y nuevos aprendizajes. Todo diálogo presente está enlazado con diálogos pasados y futuros. La multiplicidad temporal nos permite trabajar el pasado y el futuro en el presente.
Complejidad en la indagación: La riqueza de la pregunta es abrir y mantener abiertas las posibilidades. En este modelo la curiosidad, la apertura, la indagación generativa, el interés y el reconocimiento apreciativo de uno mismo, el otro y el proceso son posicionamientos epistemológicos que sostienen el proceso de transformación. Se utilizan diferentes recursos y preguntas generativas según los momentos y necesidades del proceso.
Posición del operador en un proceso generativo: El lugar del operador es el de facilitador o gestor de un proceso que provee de nuevas posibilidades para la comprensión, la coordinación, la interacción y la acción. Atiende a las respuestas de los consultantes promoviendo procesos transformativos: nuevos conocimientos y acciones. Operadores y consultantes trabajan como miembros de un equipo colaborativo que aprende desde sus propios procesos e interacciones. Conforman un espacio de trabajo que explora soluciones a los problemas presentes e investigan en sus acciones las alternativas disponibles y los nuevos recursos que cada uno de ellos aporta.
Para favorecer: La apertura a lo emergente en el diálogo. Competencias del operador: Mantener una actitud de exploración de lo posible mientras se conservan abiertas las posiciones anteriores, tanto las propias como las de los otros participantes. Permanecer abiertos al cambio potencial aun habiendo elegido o privilegiado un curso de acción específico. Aprender a reconocer y describir las nuevas oportunidades significativas que se vayan presentando.
Para favorecer: El reconocimiento de las posibilidades emergentes. Competencias del operador: Aprender a descubrir lo diferente en lo habitual y en las fluctuaciones. Ayudar a escuchar, de lo dicho, lo que no es escuchado. Ayudar a ver, de lo visto, lo que no es mirado. Ayudar a enunciar respuestas nuevas o alternativas. Ayudar a reconocer las alternativas (existentes y emergentes), y a partir de ellas imaginar futuros posibles. Apreciar lo positivo de lo existente.
Para favorecer: La expansión de las posibilidades del diálogo. Competencias del operador: Aprender a reconocer y expresar los intereses compartidos. Mantener una actitud de colaboración. Aprender a explorar dudas e incertidumbres en colaboración. Apreciar las diferencias sin asumir posturas polarizadas. Responder sin amenazar ni sentirse amenazado por lo novedoso. Incluir en el diálogo la contribución propia como una más de las que pueden ser consideradas.
Para favorecer: Intervenciones sistémicas centradas en las posibilidades emergentes. Competencias del operador: Atraer la atención hacia otras maneras –disponibles o posibles– de considerar el tema en cuestión y su resolución. Ayudar a los participantes a reconocer cómo podrían responder o responderse. Facilitar la apreciación y valorización de lo que fue, lo que hubo, lo que es, lo que hay, lo que podría ser y lo que podría haber. Reconsiderar las posibilidades existentes en búsqueda de oportunidades.
El operador generativo pone el foco en lo positivo para hacerlo crecer; contribuye a sacar lo mejor de una persona, a movilizar sus recursos propios, sus potencialidades, a reconocer y valorar lo positivo de su ser, de sus aportes y preguntas. Es elegir hacer énfasis en los recursos positivos antes que en los déficits. Acompañarlos, estimulando una responsabilidad reflexiva, en el que todas las voces presentes, tienen un lugar, su lugar. Una sensibilidad al momento interactivo, a lo que va ocurriendo en la relación. Preguntándonos: ¿Cómo traer nuestros recursos a este diálogo, que tiene un propósito transformador? Y, una pregunta continua: ¿Cómo es que me estoy relacionando aquí?
Los Diálogos Apreciativos son la búsqueda co-creativa del potencial, de lo mejor de las personas, los equipos, las organizaciones y los sistemas en los que se encuentran. Es una conversación reflexiva. A través de preguntas significativas, se narra las experiencias exitosas del pasado; se relatan las historias positivas del presente; se cuentan las posibilidades que se desean construir conjuntamente para el futuro. El proceso necesita participación, democracia, buen humor, flexibilidad (y están presentes los sueños de cada uno), valorando lo que sí funciona, e imaginando lo que podría ser.
Preguntándonos: ¿Qué aportamos de distinto en este contexto local?
¿Cómo podemos cuidar nuestras relaciones, de manera que podamos crear conjuntamente vida, vida significativa? ¿A qué clase de futuro puedo contribuir? Las personas son invitadas a nuevas formas de entender las diferencias: de eso se trata el diálogo. Queremos contribuir a crear un espacio de diálogo, donde emerjan nuevas comprensiones y nuevos significados. Nos vamos a orientar hacia la co-construcción de espacios de posibilidades, de recursos: con el diálogo, la reflexión significativa, la creatividad y el aprendizaje conjuntos.
Descubre más desde Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.