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Prevención de abusos sexuales a niñas, niños y adolescentes (parte II)

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, MA.

(mayo, 2019)

“El niño es una persona, un sujeto, un ser humano… La palabra libre y responsable libera… El problema es lo no dicho… Hay que respetar lo que se engendra…Se necesita una gran madurez para poder ser padre [madre], porque se trata de ser consciente de que esto no es una posición de poder, sino una posición de ser para dar, y no tenemos derecho a esperar nada a cambio… Nuestro papel no es desear algo para alguien sino lograr acompañarlo para que pueda alcanzar su deseo… Lo peor para un niño es lo que permanece sin sentido, lo que no pasa al lenguaje, lo que no se dice con palabras verdaderas… Solo unos pocos individuos que, en su historia, consiguen no dejar morir al niño en ellos, logran crear algo y hacer avanzar las cosas por saltos, descubrimientos, emociones que aportan a la sociedad, abriendo nuevas puertas, nuevas ventanas.”

(Françoise Dolto)

El caminante sobre el mar de nubes, 1818, de Caspar David Friedrich.

Los niños, niñas y adolescentes son personas, son seres humanos distintos de sus padres desde el momento de su nacimiento (son otros) y esa diferencia es necesario que sea respetada toda la vida. Lo que necesitan de sus padres, madres, educadores y adultos con los que se relacionan es amor, respeto, escucha, comprensión, confianza, aceptación; necesitan límites que los adultos encarnan, límites que los contienen, guían, dan seguridad, dan confianza.

El abuso sexual a niños, niñas y adolescentes, es un estado de barbarie que no debe continuar ignorado, encubierto e invisibilizado -por cobardía, hipocresía, comodidad, negligencia-, y es un crimen que no deben seguir en la impunidad. La atmósfera de descalificación hacia el niño y el adolescente por parte de su padre, su madre o los adultos con los que vive, manifiesta el desconocimiento del derecho de ese niño o adolescente a ser tratado como ser humano, como persona; a ser escuchado, comprendido, legitimado.

Tenemos la responsabilidad ética de hacer y decir diferente, con consistencia, para que esta realidad humillante cambie con urgencia, para que los abusos y la violencia crueles e injustos contra los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes no sean aceptados, ni tolerados, ni banalizados, ni encubiertos. Para que construyamos conjuntamente otra historia.

Reflexionar sobre la vulneración de derechos de los niños, niñas y adolescentes es fundamental para generar alternativas a favor de su causa. Como señala UNICEF: “La dimensión y la gravedad de esta forma de violencia ejercida contra la infancia vuelven sumamente relevante el diseño de políticas públicas que promuevan la prevención, la recolección de datos y la identificación de las víctimas de abuso sexual.”

(Ver: https://www.unicef.org/ecuador/proteccion-AbusoSexual_contra_NNyA-2016_(1).pdf)

Sin embargo, el riesgo al que los niños y adolescentes se enfrentan ahora tiene además otro espacio que requiere de acciones y procesos preventivos específicos: el de la virtualidad.

Redes sociales: terreno fértil para quedar expuestos, vulnerables y en riesgo.

Son tiempos de redes sociales, de comunicación virtual. Hay que explicar a niños y adolescentes (explicar informando, conversando, reflexionando, ofreciendo argumentos), los riesgos de la internet y de los distintos espacios de expresión y socialización que ofrece: chats, Facebook, Twitter, Whatsapp, Tik Tok, etc. mientras más claro el mensaje, mejor.

Por ejemplo:

  • No hagas citas personales con “amigos” hechos en un chat.
  • No te aísles de tus parientes o amigos por comentarios de extraños.
  • Ten cuidado y protégete de personas que se ocupan de temas como sectas, ritos, sexo, xenófobos, machistas, violentos, fundamentalistas.
  • No des más información que la necesaria, porque puede caer en manos de gente que se quiera aprovechar.
  • Ten cuidado de lo que escribes en internet, o de las fotos que pongas en las redes, porque siempre existe la posibilidad de que esa información llegue a cientos o miles de personas no deseadas.
  • Conversar con desconocidos, te pone en riesgo de exponerte a peligros como secuestro, sectas, abuso sexual, violencia, crímenes, narcotráfico, redes mafiosas de tráfico de personas, prostitución y pornografía; riesgo de caer en estas redes criminales al dar información personal a individuos que en realidad son desconocidos.
  • No te expongas innecesariamente: protege y respeta tu intimidad, tu seguridad, tu libertad, tu integridad, tu dignidad.

Hay que mantener el propio control en las comunicaciones a través de internet, hay que respetar y hacer respetar límites. No es cuestión de prohibir internet o las redes sociales, sino estimular en niños y jóvenes un espíritu reflexivo y crítico, una actitud responsable para su buen uso.

Impedir a los hijos (niños y adolescentes) el usar la internet, traerá el riesgo de producir el efecto contrario. Lo que de verdad cuenta e importa es la relación que proponemos a nuestros hijos, cómo nos proponemos en ella, cómo queremos que ellos se propongan; son los valores y principios con lo que vivimos cotidianamente, la cultura del buen trato que es nuestra práctica social permanente, el diálogo que hemos logrado construir.

Al finalizar esta segunda parte, les compartimos estos links sobre los riesgos a los que todos estamos expuestos en los espacios virtuales y cómo cuidarnos con responsabilidad:

¡No lo produzcas! http://bit.ly/2hDqABS

¡No lo transmitas! http://bit.ly/2iYfSmg

¡No lo provoques! http://bit.ly/2zNyopx

La próxima entrega en quince días, la tercera parte y final de esta serie:
¿Qué le pasa a un niño o niña que es víctima de Abuso Sexual? Y ¿Cómo acoger, contener y proteger a víctimas de abuso sexual?


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