Nuestro blog

Principios orientadores y premisas del construccionismo social

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, MA

“Todo lo que hago, lo hago con alegría.” 
Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)

Los Guandos, 1941, de Eduardo Kingman Riofrío (3 de febrero de 1913, Loja. 27 de noviembre de 1997, Quito)

Josep Seguí (2012) traduce en su blog, los principios del socioconstruccionismo planteados por Kenneth Gergen, que son los que guían nuestra propuesta, y los cuales se expanden y comentamos ampliamente a continuación:


Principios del Socioconstruccionismo por Kenneth Gergen

PRINCIPIOS DEL SOCIOCONSTRUCCIONISMOREFLEXIONES CONTEXTUALIZADAS
Vivimos en mundos de significado. Entendemos y valoramos el mundo y a nosotros mismos en formas que emergen de nuestra historia personal y de la cultura compartida.
Los mundos que creamos y que construimos los son, precisamente, porque los dotamos de sentido y de significado en la interacción social.  Las comprensiones y valoraciones que desarrollamos responden a aquello que somos y a la cultura que nos modela. Somos seres de nuestro tiempo y, a la vez, nuestros contextos sociales están cargados de significados distintos que nos hablan y con los que dialogamos.
Los mundos de significado están íntimamente relacionados con la acción.  Actuamos principalmente en términos de lo que interpretamos como real, racional, satisfactorio y bueno. Sin significado no valdría la pena hacer algo.
Son las acciones sociales las que construyen los significados de nuestros mundos y contextos relacionales. Necesitamos actuar guiados por una continua interpretación de aquellos que vemos como bueno o positivo; nos guiamos por esos significados para discernir, decidir y actuar en consecuencia.
Los mundos de significado se construyen dentro de las relaciones.Lo que se necesita para ser real, racional, se da a luz en las relaciones. Sin las relaciones habría poco significado.
Al entretejer relaciones surgen, se crean y se construyen los significados; es la construcción conjunta, producto de los nexos y las conexiones.  Los códigos simbólicos, aquello que se define como importante, tienen que ver con el compromiso y la construcción que se produce en las relaciones.  Es ahí que nos hacemos, nos entendemos y podemos encontrarnos.
Nuevos mundos de significado son posibles.  No estamos poseídos o determinados por el pasado. Podemos abandonar o disolver formas disfuncionales de vida, y juntos crear alternativas.
Es posible salir de los determinismos, tanto de la arqueología intrapsíquica como de las ideologías que hacen del pasado un destino opresivo, cuando es nuestra responsabilidad generar, con los demás, alternativas distintas y estilos de vida nuevos que respondan al tipo de persona que queremos ser y a los contextos en los que queremos vivir.
Para sostener lo que es valioso, o para crear un nuevo futuro, se requiere de la participación en las relaciones.  Si se dañan o destruyen las relaciones, perdemos la capacidad de sostener un modo de vida y de crear nuevos futurosEs la participación libre y comprometida en las relaciones que se construyen en los contextos locales, lo que genera nuevas formas de entender e interpretar la realidad (nuevos contextos) que tienen valor, porque transforman a los participantes y posibilitan futuros
Cuando se entrecruzan los mundos de significado, pueden aparecer resultados creativos.  Pueden surgir nuevas formas de relación, nuevas realidades y nuevas posibilidadesEs la riqueza relacional la que posibilita la emergencia de las capacidades creativas; y es en la diversidad de percepciones, puntos de vista, interpretaciones que los propios significados se transforman por este diálogo compartido, y además, surgen acciones propiamente creativas que hacen posibles nuevas alternativas.Cuando los mundos de significado entran en conflicto, pueden conducir a la alienación y la agresión, lo que perjudica las relaciones y su potencial creativo.La no coordinación de significados conjuntos, mutuamente aceptables, imponen la lógica de la lucha de poder que termina por restringir y limitar, no solo las posibilidades relacionales y su creatividad, sino la libertad de los participantes.A través del cuidado creativo de las relaciones, las potencialidades destructivas del conflicto se pueden reducir o transformar.Cuando estamos presentes en una relación la cuidamos de formas prácticas, porque participamos en ella y vamos coordinando los caminos que merece transitar.De ahí que, cuando se presentan los conflictos inherentes a lo humano, será más fácil desmontar su carga destructiva o transformarlos positivamente.
Los acuerdos anteriores no constituyen creencias. No son ni verdaderos ni falsos. Son formas de enfocar la vida que, para muchos, constituyen una gran promesa.Se propone una orientación para la práctica (pragmática reflexiva), no un recetario ni un manual, mucho menos un dogma a seguir.  Es una invitación a reconstruir, con una ética relacional, mundos y futuros posibles.

Las premisas básicas del construccionismo social, son las siguientes:

  1. La realidad es una construcción social;
  2. La realidad es una construcción del lenguaje;
  3. Las realidades son organizadas y mantenidas;
  4. La realidad está hecha por narraciones o cuentos;
  5. No hay verdades básicas o esenciales.

Desde estas orientaciones aprendemos que no existe una realidad dada, objetiva, esencial ni verdadera sino que lo que acordamos socialmente como realidad es, precisamente, una construcción social e histórica.  Además, que aquello que hemos convenido como realidad es tal, porque se ha construido en el lenguaje con los otros y responde a una construcción conjunta de significados.

Estas realidades organizan los mundos sociales y contribuyen a hacerlos funcionar; de hecho, son organizadas social y culturalmente. Son las descripciones, relatos, narraciones y cuentos los que construyen realidad.

Los seres humanos estamos hechos de historias -las que contamos sobre nosotros a los otros y las que los demás cuentan acerca de nosotros-; en un entretejer narrativo y relacional que crea realidades. Liberándonos de la metafísica modernista, reconocemos la ausencia de verdades únicas -válidas para todos, todo el tiempo y en todas las culturas-, de dogmas a seguir o de esencias inalterables; con un pensamiento crítico y reflexivo nos abrimos a la diferencia y a las posibilidades.

Hay dos senderos posmodernos…uno lleva al paisaje de lo “ya dicho”…El otro lleva a lo “todavía no dicho” -la novedad que ocurre en el diálogo-.

Harlene Anderson (1999, p. 81)

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