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Procesos co-terapèuticos desde las posturas relacionales y las prácticas colaborativas dialógicas

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.   

(noviembre, 2019- actualizado a junio 2021)

 “Somos modelados por lo que amamos”.

(Johann Wolfgang von Goethe)

“El responder es la actividad primaria del diálogo”.

(Mijaíl Bajtín)

“La pregunta es la devoción del pensar…la pregunta sobre el ser”.

(Martin Heidegger)

“El objetivo es investigar lo que importa y hace la diferencia”.

(Kenneth Gergen)

“Hacer lo que la ocasión requiera y de la manera que lo requiera”.

(Harlene Anderson)

“El diálogo es una forma especial de encontrarse. Es un espacio donde se procesa la relación”.

(Sheila McNamee)

“El diálogo no tiene que ver con la argumentación y el debate, sino con la relación que se construye al conversar reflexivamente y conectarse para generar transformaciones”.

(Dora Fried Schnitman)

A propósito de nuestro taller del 14 de junio, 10H00 de Ecuador y 11H00 New York, en el 5TO. ENCUENTRO BI-ANUAL DE PRÁCTICAS COLABORATIVAS DIALÓGICAS.

La Catedral, 1908 (mármol), de Auguste Rodin.

Nuestra principal forma de “hacer” co-terapia es el diálogo, que permite contextualizar el significado, comprender, e invita a reflexionar sobre ¿Cómo traer nuestros recursos al diálogo que tiene un propósito transformador? Es la misma forma de “hacer” investigación, que practicamos.

A lo largo de estos años de diálogo reflexivo, que en muchos de los casos se ha visto reflejado en las entregas de este blog, hemos podido constatar-experimentar, que la terapia es una forma de transformación relacional. Desde la pragmática reflexiva del construccionismo social, ponemos el foco en la relación existente entre nosotros (con los consultantes y entre los terapeutas). En el “CON”, que se entreteje relacionalmente.

Estas perspectivas investigativas y co-terapéuticas, están enfocadas a lo que pasa “entre” las personas, porque es allí donde surgen los procesos relacionales (Harlene Anderson, 2016). Esta postura filosófica se vuelve una filosofía de vida. Una visión del mundo que no separa lo profesional de lo personal, se convierte en una forma de “ser con los otros”.

En la terapia se busca contribuir con los consultantes a articular, a lo largo de su experiencia, redes relacionales y de significado que los lleven a encontrar respuestas tentativas, diferencias y preguntas más profundas. Es el desafío de la experimentación creativa con nuevas posibilidades; de contribuir a experimentar con nuevos argumentos. En el espacio de la terapia, el statu quo cambia. Si el proceso ha facilitado el crecimiento del consultante, éste se encontrará en un lugar distinto, diferente de donde empezó continuando con el proceso de autodescubrimiento y transformación relacional. El terapeuta no colabora en las transformaciones que los consultantes necesitan porque sabe, sino porque es. La terapia no es una técnica ni un bobo recetario de autoayuda, sino un encuentro respetuoso (con ética relacional) entre dos seres que tratan de no perder nada de su compleja realidad propia y recíproca, construida conjuntamente. El desafío para el terapeuta es también, ser congruente y consecuente, tanto como profesional, como en todos los contextos de su vida cotidiana. Es la aceptación radical de quien uno es, y del otro. Albert Camus, sostenía: «La verdadera generosidad para con el futuro reside en darlo todo en el presente.»

La mano de Dios, 1898 (mármol), de Auguste Rodin.

Postura y perspectiva socioconstruccionista-relacional para la psicoterapia

  • La curiosidad -para comprender y conectarse-;
  • El respeto que dignifica y legitima;
  • Aceptación (respeto de su ser);
  • Presencia Radical (ver Sheila McNamee);
  • Confianza en las relaciones, en el diálogo, en el proceso conversacional;
  • Confianza y vulnerabilidad para entrar en relación con el otro. Entrar en un espacio de confianza abriéndonos a ser vulnerables unos con otros;
  • El diálogo reflexivo con preguntas significativas;
  • La escucha profunda y la comprensión;
  • Una sensibilidad fina y una conexión relacional;
  • Reconocer y legitimar las diferencias;
  • Dejar la posición del experto, la jerarquía, el deber ser;
  • Creatividad e imaginación;
  • Buen humor y flexibilidad.
  • Reconocemos la importancia de invitar y ofrecer el espacio para la expresión de múltiples voces y para preguntarnos cómo podemos promover la participación de otras voces, de todas las voces presentes.
    Desde estas perspectivas la construcción y propuesta de un espacio co-terapèutico, se convierte en una fuente de inspiración y aprendizaje generativo y colaborativo, tanto para los consultantes que aceptan (con curiosidad al inicio y al final con agradecimiento) la propuesta de trabajar sus procesos de terapia con dos profesionales, como para los mismos terapeutas, que tienen la posibilidad de compartir y aprender con su colega.

En la práctica clínica, la co-terapia, al menos en el Ecuador, constituye, fundamentalmente, un momento previo a la implementación del trabajo profesional clínico.  En las universidades que forman a psicólogos y psicólogas ecuatorianos, se incluyen algunos espacios de práctica preprofesional en la que los estudiantes hacen “co-terapia” con sus profesores y tutores.  En estos momentos pre profesionales, es el tutor el que hace las veces de terapeuta, mientras los estudiantes que lo acompañan se limitan a escuchar, mirar y “aprender” de lo que el experto hace y dice a sus “pacientes”.  La consulta terapéutica se convierte, entonces, en oportunidad para que el experto (profesor) muestre al aprendiz (estudiante) como se hacen “bien” las cosas, como “se debe hacer”.
En otros casos, el estudiante “hace las veces” de terapeuta, mientras el profesor permanece a un lado, escuchando, mirando y, claro, evaluando, lo que el aprendiz pone en práctica en la sesión, a manera de agente externo o de observador pasivo.  Posteriormente le hará los comentarios “pedagógicos” pertinentes para mejorar su aprendizaje desde el modelo terapéutico que sea de preferencia para la institución o para el docente.
Tanto en uno como en otro ejemplo, vemos que la oportunidad de trabajar en co-terapia se ha, como mínimo, desperdiciado.  Desde nuestra práctica clínica en co-terapia (y, en la supervisión-covisiòn-intervisiòn conjunta, que realizamos), las ventajas no solo son, como lo hemos comentado, beneficiosas para los y las consultantes, sino, también, para los propios terapeutas.

El beso, 1888-98 (mármol), de Auguste Rodin.

¿Cómo nos proponemos para la co-terapia?

El espacio co-terapéutico implica un reto vinculado con la ruptura de la tradición en psicoterapia.  Se trata de reconocerse con los propios recursos y las propias vulnerabilidades. Y, al mismo tiempo, tener confianza en el otro, en sus recursos y en sus capacidades, que están a favor del proceso de transformación de los consultantes.  La honestidad intelectual, profesional y humana es una de las constantes. Honestidad intelectual para reconocer que el otro, el colega, puede aportar con su conocimiento al tuyo y al consultante; honestidad profesional para evitar la competencia, prevenir la lucha de poder y promover la colaboración; y, honestidad humana para valorar la voz del otro, que aporta, desde su experiencia y respeto por la diferencia, en la construcción de diálogos ricos en significados y sentidos.
La práctica co-terapéutica es, entonces, el espacio para el diálogo y aprendizaje generativo-colaborativo, y para el trabajo en conjunto -terapeutas y consultantes- en un proceso conversacional que nos transforma a todos, en cada encuentro, cada vez.

Nos acercamos a la sesión terapéutica con alegría, porque estamos seguros de que es una oportunidad privilegiada y única para un aprendizaje conjunto y para aportar al otro; nos planteamos como interlocutores de los consultantes, como anfitriones para iniciar un diálogo desde la curiosidad, la aceptación y el respeto por quien viene a narrarnos sus historias y también por el colega con el que tenemos el privilegio de compartir.

Tenemos curiosidad por las palabras de nuestro consultante y también por lo que nuestro colega puede aportar de distinto al diálogo, por comprender y aprender de las fortalezas que movilizará, creativamente, durante la cada sesión.

¿Cómo llevamos el proceso co-terapéutico durante la sesión?

Más que plantear el punteo de lo que implican los 50 minutos de terapia, quisiéramos compartir cómo se da el proceso dialógico entre los co-terapeutas y los consultantes.

Danaid, 1889, de Auguste Rodin.

El diálogo suele iniciarse con preguntas que buscan darle espacio a quien viene a la consulta, se prioriza la palabra del consultante y se motiva su participación activa. Para organizar la conversación podemos hacernos estas 3 preguntas iniciales (válidas también cuando realizamos investigación relacional dialógica): a. ¿Cuál es el contexto del diálogo? b. ¿Quiénes somos nosotros en este diálogo? c. ¿Cuál es el proyecto que podemos y queremos compartir?

Las preguntas que se plantean son para el consultante, pero también para el colega terapeuta, generan sentidos que llaman a la participación activa de quienes forman parte de la sesión. 

Nos preguntamos todos, en conjunto, sobre lo que va surgiendo en el diálogo, no planteamos respuestas únicas e inamovibles, sino que abrimos posibilidades, opciones, caminos distintos.  Mientras más voces (internas y externas) en terapia, será más variada y creativa la co-construcción de nuevos significados y posibilidades.

A veces tenemos percepciones diferentes, y planteamos nuestras diferentes opiniones sin reservas ni temores, con respeto; lo expresamos abiertamente, obviamente, si es pertinente al proceso y beneficia al proceso de los consultantes.  Podemos disentir porque no es posible, para quienes vivimos en sociedad y en la cultura, estar siempre de acuerdo, sería aburrido; y lo hacemos en público, delante y sin ocultarnos de nuestros consultantes, porque se puede hacerlo sin hacer ruido, sin lastimar al otro, recogiendo la diversidad y aprendiendo de la opinión, la voz, de la perspectiva y de la experiencia distinta, que nos enriquece a todos los participantes del diálogo.

Conversamos, pero no es una charla inocua, se trata de una conversación que genera interrogantes, sentidos y propuestas, un diálogo profundo, abierto y alegre. En una co-construcciòn conjunta de nuevos significados.
En la terapia nos permitimos, como terapeutas (contribuyendo a crear el espacio de confianza, seguridad, aceptación y respeto) conmovernos, con lo que nos narran los consultantes, con lo que a ellos les conmueve, y también con lo que nuestro colega quiere compartir.  No tememos vernos vulnerables, de ser el caso, porque nos sabemos humanos y sabemos que estamos juntos, no aislados o solos, ni en roles impostados.  Somos personas que nos encontramos para escuchar profundo y con una sensibilidad fina; para preguntar no en busca de informaciones sino para comprender y generar reflexiones inéditas; para aportar.

La primavera eterna, 1898 (bronce), de Auguste Rodin.

Los principales recursos, que movilizamos como psicoterapeutas son:

1. El ser del terapeuta, que significa elegir un lugar, una postura de Gentileza: a. Que se escuche con gentileza; b. Que se pregunte con gentileza; c. Que se hable con gentileza; d. Que se responda con gentileza; e. Que se trate con gentileza.

2. Con un lenguaje que valora, invita y genera la co-creaciòn del “con”, del “entre”, de este proceso dialógico reflexivo. Tiene que ver más con la actitud que con técnicas. Más que qué hacer, la pregunta es cómo ser con el otro. Dialogamos incorporando la polifonía de las múltiples voces presentes en la conversación, creando posibilidades.

3. Conversamos, dialogamos a través de las preguntas: a. Preguntas reflexivas, significativas, distintas, que aporten y sean útiles; b. Preguntamos para conectarnos y para comprender; c. La pregunta “correcta” o la “mejor” pregunta es la que se conecta con lo último que el consultante acaba de decir; d. Acompañar a pensar y reflexionar distinto, con la pregunta significativa.

4. Hay que confiar en el proceso dialógico, comprometerse en la construcción conjunta de significados nuevos. Las transformaciones consisten en y resultan de la creación dialógica de una nueva narrativa. La transformación ocurre conforme el diálogo fluye.

5. Buscamos con creatividad y buen humor, generar posibilidades inéditas y futuros posibles. El proceso busca expandir las relaciones y los significados, está orientado hacia el futuro, hacia la creación de lo que no existe aún, de nuevas posibilidades. El humor se genera con creatividad (libertad, imaginación e inteligencia) y significa también: compartir con responsabilidad; respeto en el encuentro con el interlocutor; preguntas, sobre todo preguntas, que nos interpelan y nos invitan a habitar las palabras, habitar las acciones.

6. Ser terapeuta, en un proceso en permanente devenir, manteniendo esa postura abierta para cuestionarse y reflexionar sobre sus propios prejuicios, implica estar en constante transformación como profesional y como persona. Saber remitir, en situaciones que veamos que nos seremos útiles a los consultantes o cuando, por asuntos propios no resueltos, nos enganchamos con los consultantes, de una manera que estanca la relación.

7. Una ética relacional, en construcción, que significa, trabajar desde una perspectiva de derechos humanos (en especial, a favor de la causa de los niños y niñas): a. Estar radicalmente presentes, íntegramente y con integridad, sin ansiedad; b. Sostener de manera consistente estas preguntas, sobre lo que construimos en el proceso terapéutico: ¿Aportan? ¿Importan? ¿Son útiles? ¿Qué es lo distinto, transformador y significativo que decimos y hacemos conjuntamente?; c, Hacer procesos anuales de terapia personal (6 sesiones a semana seguida, al menos); d. Buscar y participar en espacios de supervisión-intervisiòn o multivisión clínica; e. Investigación, actualización, formación y profesionalización continuas; f. Generar y participar en espacios de “cuidando al cuidador”, para prevenir el burnout; g. Generar redes de apoyo (familiares, amistades, sociales, profesionales, institucionales); h. Tener vida propia y satisfactoria, más allá del trabajo; i. Disfrutar del arte, la literatura, el cine, la música; amar y ser amado.

Como decía un escritor: crear la posibilidad de encarnar en la vida social, para darle sentido y nuevos significados, este triángulo: amor, poesía, rebelión.

El llamado a las armas, 1879 (bronce), de Auguste Rodin.

¿Cómo cerramos el proceso terapéutico?

Cuando cerramos la sesión lo hacemos dándole espacio a la palabra del otro, el consultante, a lo que rescata, valora y precisa, a lo que se lleva de la sesión; preguntamos sobre lo que quisiera o precisa abordar en la siguiente sesión y nos despedimos con confianza por lo generado en conjunto.

Luego, a modo de aprendizaje y reflexión, nos preguntamos sobre nuestros aprendizajes en la sesión, lo que reconocemos como positivo en nuestro aporte y lo que podríamos mirar distinto (el uno al otro y a uno mismo); nos interesa saber en qué nos tocó la historia relacional, qué nos conmovió, qué nos impactó, qué aprendimos de los consultantes, de sus recursos y fortalezas, de su historia y contextos relacionales.

Al finalizar cada sesión nos acompañamos, como colegas, en la reflexión profunda sobre lo sucedido y nos planteamos qué nos hubiera gustado hacer de otro modo, qué nos faltó, qué quisiéramos preguntar o cómo nos gustaría hacerlo, que nos habría gustado preguntar, decir o hacer distinto. 
No damos nada por hecho, no suponemos.  También nos cuestionamos, nos decimos en qué podemos ser con los otros de manera asertiva, lo que consideramos que puede ser de otra manera, solidaria, respetuosa, claramente. Nos preguntamos desde esta ética relacional: ¿Podríamos hacer en conjunto algo más, una diferencia significativa que contribuya a crear una conexión profunda, un nuevo significado a la propia vida? ¿Cómo contribuir con nuestras preguntas a desanudar los nudos relacionales, que oprimen la vida de las personas?

En co-terapia, no es uno u otro el protagonista, los que protagonizan los procesos son los consultantes; los terapeutas los acompañamos en su proceso, confiando en las personas y en los procesos. Nos sentimos cómodos y libres, trabajando desde el construccionismo relacional, que invita a una postura crítica, e involucra la curiosidad acerca de las diferentes maneras en que podemos hacer las cosas, involucra una actitud de creatividad y apertura.

Todo lo que hacemos y decimos, es algo que hacemos y le damos sentido en la relación. Por ello, lo que nos invita a pensar es: ¿Si trabajamos con la gente, podemos ver qué es lo que la gente necesita? Porque tenemos la responsabilidad de preguntar los puntos de vista de los otros y tener confianza en las relaciones, en las personas y en su capacidad y derecho de elegir y decidir por sí mismos.

Reiteramos lo que consideramos podría ser una brújula en este viaje conjunto:

Las preguntas de la pragmática reflexiva, en este diálogo transformador llamado terapia (válidas en la investigación relacional dialógica y en la supervisión-covisiòn-intervisiòn), son:

  1. ¿Aportan?
  2. ¿Importan?
  3. ¿Son útiles?
  4. ¿Qué es lo distinto, transformador y significativo que decimos y hacemos conjuntamente?            
  5. ¿Cómo podemos cuidar nuestras relaciones, de manera que podamos crear conjuntamente vida, vida significativa?
  6. ¿Cómo utilizar estas ideas, no solo para liberarnos, sino para que sean útiles para la sociedad?
  7. ¿Qué sucedió, ¿cómo se dieron las relaciones que generaron transformaciones?
  8. ¿A qué clase de futuro puedo contribuir?

 Como nos invita a hacer, Kenneth Gergen: «Necesitamos formarnos en el futuro».

El hombre que camina, 1877 (bronce), de Auguste Rodin.

Y, como nos explica, Sheila McNamee (2016 y 2018): No definamos coordinación de las diferencias con acuerdos: definámosla como comprender (donde comprender no significa estar de acuerdo, evaluar o juzgar – simplemente significa generar curiosidad sobre las diferencias).

¿Qué pasa si vemos las diferencias como un recurso para la creatividad, la novedad y la transformación social? Mientras nos refugiemos en el discurso de la psicología, evitamos confrontar algunos de los más irritantes desafíos de hoy. Al adoptar la presencia radical podemos movernos más allá del estado terapéutico y equipar los amplios recursos disponibles cuando múltiples comunidades coordinan juntos para crear formas de ‘continuar juntos’. Nosotros reconocemos que nunca podemos crear las condiciones para “LA VERDAD”, y por tanto debemos trabajar para crear condiciones en donde las voces diferentes, las verdades diferentes, los sistemas de valores diferentes puedan de alguna manera entrar en conversación. Es, después de todo, en la conversación que nuevos significados y modos de entendimiento pueden ser construidos. En las prácticas colaborativas y dialógicas no buscamos encontrar consenso, pero sí crear nuevas formas de entendimiento.

Para apreciar la diferencia es necesario crear un espacio para las nuevas conversaciones, nuevas posibilidades y mundos nuevos e inimaginables.

Sheila MacNamee (junio, 2018), nos explica: Para crear situaciones y contextos dialógicos lo único útil es: la curiosidad, el estar abiertos a escuchar la diferencia, el ser reflexivos acerca de lo que yo mismo estoy pensando acerca de la situación. ¿Cómo involucrarnos en una situación dialógica?: Con la Presencia Radical: ¿Qué hacemos de manera conjunta para estar presentes el uno con el otro en la situación? No es estar solamente presente con todo lo que yo soy y abierto al otro, sino también aceptar la vulnerabilidad de la situación y el querer, el desear estar en una situación de desafío, en donde la meta no es imponer lo que yo pienso o aceptar lo que piensa el otro, sino cómo, de manera conjunta creamos un espacio donde las dos partes puedan participar y encontrarse.

Este entrenamiento con una “Presencia Radical”, a terapeutas, educadores, líderes, etc. se enfoca en observar aquellas cosas que permiten la relación y que a través de las relaciones se van disolviendo los problemas y se va aprendiendo juntos. La ansiedad de hacer “lo correcto”, impide que estemos radicalmente presentes en la relación y darnos cuenta de lo que realmente pasa, porque estamos demasiado preocupados en hacerlo “bien”.

La “Presencia Radical” implica humanizarnos en la relación y dejar a un lado las teorías, las técnicas y las herramientas y concentrarnos en qué es lo que de manera conjunta estamos produciendo en este momento; y, qué es lo produce nuevos significados y expande las relaciones; y, cómo con la “Presencia Radical” se crea posibilidades infinitas de cambio y transformación.

Andromeda, c.1885 (mármol), de Auguste Rodin.

Bonus:

  • El ser está en el ser con el otro. Hacer preguntas que estén profundamente conectadas con lo que el consultante está diciendo para aprender de aquello que pone en palabras. 
  • Cuando se asume una posición de escucha y de respuesta profundas, se habla y se escucha distinto para que la relación y la conversación tengan movimiento tenemos que estar interesados en la otra persona; en hacerle preguntas desde la curiosidad genuina.
  • Más que aprender técnicas, se trata de aprender una manera de ser, dialogar y estar con las personas.
  • ¿Cómo tener una relación con los consultantes que sea generativa? ¿y de la cual las responsabilidades van a emerger del proceso del diálogo?
  • Se trata de comprender qué es un proceso dialógico que pasa entre las personas, que se construye en el diálogo con el otro.
  • Ser curiosos, espontáneos y generativos significa actuar como seres humanos y no como expertos que siguen un guion preestablecido.
  • La transformación que ocurre en la terapia, toma lugar en la conversación que se va creando, conversación tanto externa como interna.
  •  Se trata de que las personas, cuando se van de la terapia, sigan teniendo conversaciones reflexivas distintas y significativas consigo mismos y los demás.
  • El desafío es comprometerse en una conversación que es única y significativa para los consultantes en sus circunstancias presentes.
  • Preguntas importantes para los consultantes: ¿Cómo estamos? ¿Qué les ha sido de ayuda? ¿Qué es útil en esta conversación? ¿Hemos hablado de lo que querían hablar? ¿No les hemos preguntado sobre algo que esperaban que les preguntásemos? ¿Existe algo que ustedes esperaban que no ha sucedido?
  • Desde el inicio invitamos a la voz del consultante a participar en diseño del proceso de la terapia. Preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo de diferente a lo que han hecho en otras conversaciones o terapias? ¿Qué nos diferencia en este encuentro y en este espacio? ¿Cómo estoy actuando en este proceso relacional? ¿En qué nos convierte este proceso generativo?
  • La estandarización en la terapia no alimenta un proceso relacional, que sea creativo. El desafío es generar procesos dialógicos que impliquen aprendizajes nuevos, libres de la estandarización y las vulgarizaciones de autoayudas cargadas de buenismos o de las retóricas vacías de tantos profesionales que solo parecen y no son consistentes; ahora y mañana se trata de encarnar -viviendo con los otros-, las diferencias, la ética relacional.
  • Necesitamos descubrir y ver cómo continuar los diálogos, aunque no haya una respuesta ideal.
  • ¿Cómo hacemos para que nos entiendan? ¿Cómo ser creativos para mover mis ideas? ¿Cómo contamos la historia de forma que se puedan compartir nuestras ideas? ¿Cómo aporto para cuidar el proceso de relacionarnos? ¿A qué tipo de procesos se nos invita e invitamos, que nos transformen; para lograr convertirnos en seres distintos? ¿Cómo generar confianza en las relaciones con los otros? ¿Qué aportamos para sembrar transformaciones con procesos relacionales? ¿Cómo podemos responder al tiempo que vivimos; políticamente?
El pensador, 1881 (bronce) (detalle), de Auguste Rodin.

Bibliografía -básica- socioconstruccionista:

https://iryse.org/?s=bibliografia

 Presencia radical en las relaciones según Sheila McNamee:

https://iryse.org/?s=sheila+McNamee

Ver en este blog, en detalle, la descripción de nuestro estilo de procesos psicoterapéuticos relacionales-socioconstruccionistas: “Inicio, desarrollo y cierre de procesos terapéuticos”: viernes, 22 de febrero de 2019; viernes, 8 de marzo de 2019; viernes, 22 de marzo de 2019; viernes, 5 de abril de 2019.