Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.
(junio, 2020)
“Nadie educa a nadie -nadie se educa a si mismo-, los hombres se educan entre si con la mediación del mundo… No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión… Aceptar y respetar la diferencia es una de esas virtudes sin las cuales la escucha no se puede dar.”
(Paulo Freire)
Lo que hemos aprendido de nuestras maestras y maestros en el campo socioconstruccionista es lo que sistematizamos y compartimos con ustedes, nuestros lectores, y en los distintos espacios de aprendizaje, diálogo y relación. Consideramos que, estas prácticas para experiencias de formación, capacitación y actualización profesional a través de talleres y seminarios, son realmente útiles; en especial en uno de los temas que más hemos desarrollado y profundizado: talleres de “Cuidando al Cuidador” en Ecuador.
Los maestros y maestras cuyo pensamiento compartimos posibilitan aprendizajes significativos que, con su generosidad humana e intelectual, su profundidad filosófica, su rica experiencia práctica, sus contribuciones a la investigación y la construcción de nuevos significados y prácticas relacionales, dejan una huella y un legado de transformación social. Mencionamos con agradecimiento y admiración a algunas de estas personas: Harlene Anderson, Dora Fried Schnitman, Marilene Grandesso, Sheila McNamee, Kenneth Gergen, John Shotter, Sylvia London, Mónica Sesma, Tom Andersen, Michael White, Adela García, Celiane Camargo Borges, Marcelo Pakman, Omar Biscotti, Sara Helena Llanos.
En contraste, a lo largo de este tiempo de búsquedas curiosas hemos podido constatar que los procesos y metodologías en talleres y seminarios con diferentes personas y contextos, suelen ser con frecuencia asistencialistas, superficiales y con resultados insulsos. Se desperdicia tiempo y recursos; y, sobre todo, la oportunidad de aportar de manera consistente y positiva. Además, hemos escuchado de algunas/as estudiantes y colegas, con vergüenza ajena, de talleres donde el “experto” es un personaje vulgar, con un lenguaje patriarcal y muchas “buenas intenciones”, que cree que para ser “popular”, puede permitirse decir y hacer cualquier cosa, y que su ignorancia y falta de respeto es parte de su “ser un espíritu libre”. Como no se lo cuestiona, la impunidad y la mediocridad campean y hacen escuela. De estos burdos especímenes manipuladores, abundan por acá.
La opción de proponer estos encuentros dialógicos con la complejidad y la incertidumbre, como experiencias participativas (acción-reflexión-acción, una organización no jerárquica, innovación social, ética relacional, por ejemplo) relacionadas con los asuntos importantes de la vida y los vínculos sociales-relacionales significativos de los participantes; así como las posibilidades de generar transformaciones, hace la diferencia que construye y crea bienestar.
Elegimos otras posturas desde las cuales trabajamos, y -todo hay que decirlo- no siempre son bienvenidas, en especial por quienes temen perder su poder o privilegios o simplemente porque les da pereza trabajar de manera consistente y responsable y eligen boicotear la inteligencia relacional. Estos, suelen ser contextos donde prefieren lo tradicional, la lógica modernista, que los deja en la comodidad tonta de no pensar con sus propias cabezas, porque a muchos los obligan a estar en estas actividades solo para la foto de sus jefes, para hacer negocios privados, fingir capacitaciones y también porque han sido adiestrados al conformismo social, la servidumbre o porque solo quieren dejar de no hacer nada en un sitio e ir a aburrirse en otro lugar y obtener el respectivo diploma por su complicidad con el statu quo.
Cuando proponemos un encuentro, taller o diálogo, intentamos contribuir a crear las condiciones relacionales, la atmósfera de confianza, seguridad y libertad responsable para hacer una comunidad de aprendizaje; para contar, describir, narrar las propias historias. Los eventos humanos solo se vuelven inteligibles tras haber sido historiados. En estos talleres y seminarios en los que con pasión, respeto y deseo de aprender nos comprometemos, invitamos a un proceso de diálogo porque es allí donde se potencia la participación, apertura, curiosidad y creatividad; e invitamos a los participantes a resignificar: el resignificar experiencias e historias, que quiere decir atribuir un nuevo sentido a esos contextos relacionales, aprender a interconectarse de maneras distintas, innovadoras y creativas, así como encontrar nuevas perspectivas y desarrollar otras posibilidades.
Nos importa contribuir a que cada participante de nuestros talleres y seminarios restaure su poder de agenciamiento, que sean protagonistas de su historia. Conscientes de que somos responsables de las relaciones en las que participamos. Con la reflexión conjunta, emergen nuevos significados, posibilidades y relaciones; así creamos otros futuros.
En ese contexto, estos son algunos rasgos de prácticas con esta perspectiva diferente:
- Responder a los intereses, necesidades y expectativas de los participantes. No se le “enseña” algo a alguien, se aprende conjuntamente con alguien. Responder cada vez a lo que la ocasión particular demanda. El método, en la práctica colaborativa, siempre está «en camino», siempre es un «estreno», siempre es utilizado por “primera vez” que surge de una situación dialógica histórica particular.
- Herramienta metodológica: Preguntas Generadoras del Proceso
¿Para qué estamos aquí? ¿Estoy aquí, por…? Interesa saber la razón particular por la que cada uno está aquí. | ¿Qué tendría que pasar para que cuando termine esto, te sientas satisfecho/a? | ¿Cómo puedes aportar, de forma significativa, para que lo que suceda aquí, sea lo que esperas, y lo que te gustaría? | ¿Cómo proponer un lenguaje con el que invitamos al otro a sentirse involucrado? | ¿Cómo invitamos a una persona a entablar una relación? | ¿Cómo comenzar esta conversación para construir algo significativo? |
¿Cómo miramos, escuchamos, y respondemos? | ¿Qué diálogos internos estabas teniendo mientras me escuchabas? | ¿Puedes pensar un momento de aprendizaje, una reflexión distinta, que te vas a llevar de este encuentro? | De nuestras preguntas iniciales: ¿siguen allí; se han transformado; hay algo que quieres retomar? | ¿Cómo ven una comunidad en la que todos nos sentimos comprendidos e incluidos? | Reflexión sobre lo vivido: ¿Qué te llevas de útil de aquí? |
- Se trabaja un proceso con grupos de personas, facilitando preguntas generadoras; personas a las que se invita a conversar reflexivamente, a partir de esas interrogantes, sobre sus prácticas sociales, su sentido, su impacto y consecuencias relacionales. Preguntándonos: ¿Cómo traer nuestros recursos a este diálogo, que tiene un propósito transformador? Y, una pregunta continua: ¿Cómo es que me estoy relacionando aquí?
- Buscamos interconectarnos unos con otros en situaciones nuevas en las que vamos a participar como sujetos creativos e innovadores para generar contextos de bienestar social, en un espacio de intercambio de conocimientos, experiencias y prácticas sociales. Es abrir espacios de diálogo relacional en los que los participantes se involucran y comparten sus experiencias cotidianas, en sus contextos de cultura local, para notar las similitudes, diferencias y riquezas específicas. También para estar consciente de las propias responsabilidades y de lo que será necesario transformar.
- Estos encuentros -talleres y seminarios- se orientan y se sustentan en ciertos principios relacionales: el respeto, el diálogo, la reflexión crítica, la participación y el aporte creativos, el reconocimiento-aceptación-legitimación del otro, la flexibilidad y curiosidad. En este clima relacional comienzan a cocrearse significados nuevos y posibilidades prácticas inéditas.
- Se propicia una perspectiva, un movimiento dialógico que hace énfasis en los recursos y fortalezas sociales y relacionales, en las excepciones positivas, antes que en el déficit, la queja, la culpa, la victimización, la servidumbre subjetiva; se valora y promueve la capacidad de escuchar profundo antes de responder, y a responder con argumentos consistentes.
- Es abrir un espacio vivencial para los diálogos creativos, que desarrollen un sentido de pertenencia, un compromiso y una ética relacional, con participantes activos, asertivos, reflexivos y creativos con los que se contribuye a que potencien cada vez más su autonomía, independencia y espíritu crítico y autocrítico, teniendo en cuenta su corresponsabilidad en el bienestar de los demás.
- Se organizan a partir de la horizontalidad comunicacional, la democratización de la palabra, el derecho a la expresión de las múltiples voces presentes, la honestidad humana e intelectual; promoviendo la creación de redes sociales basadas en el respeto, el vínculo relacional, los afectos, la solidaridad.
- Como ya lo propusimos en el artículo Investigación relacional dialógica , un proceso basado en la colaboración exitosa, que se construye con los otros, desde una postura de curiosidad, respeto, apertura, aceptación, reflexión: es tener una sensación de participación que invita a una sensación de pertenencia. Que invita a una sensación de contribuir. Que invita a una responsabilidad compartida. Que co-construye significados nuevos. Que significa un diálogo transformador. Conectando todo esto, nos lleva a: Una pragmática reflexiva; diálogos significativos; alternativas; resultados; soluciones, ética relacional, bienestar común; futuros posibles.
- Sheila McNamee (2012) dice que no hay ningún intento de llegar a un consenso entre diversas creencias o valores de los distintos participantes; ni hay el intento de determinar los valores y creencias de la comunidad que son «mejores» o “correctas». La orientación construccionista es hacia la multiplicidad, la diversidad, la diferencia. El acuerdo no es lo primordial; es la curiosidad. El desafío es abrir posibilidades relacionales en lugar de cerrarlas. Para el construccionista, fiabilidad y validez son reemplazados con los criterios de utilidad (¿para quién esta información/conocimiento es útil?) y generatividad (¿cómo esta información/conocimiento ayudará a esta comunidad “a continuar juntos?»).
Lo reiteramos, porque nos parece que esta postura es útil para la práctica, sea para talleres y seminarios, para procesos de terapia, (ver aquí, 17 abril 2020):
- Trabajar con un sentido de contexto, poner las historias en sus contextos. Podemos alcanzar algo útil si logramos ver las situaciones particulares en contextos particulares. Para organizar la conversación podemos hacernos estas 3 preguntas iniciales: a. ¿Cuál es el contexto del diálogo?, b. ¿Quiénes somos nosotros en este diálogo?, c. ¿Cuál es el proyecto que podemos y queremos compartir?
- Nos preguntamos desde esta ética relacional: ¿Podríamos hacer en conjunto algo más, una diferencia significativa que contribuya a crear una conexión profunda, un nuevo significado a la propia vida? ¿Cómo contribuir con nuestras preguntas a desanudar los nudos relacionales, que oprimen la vida de las personas? Lo que estamos construyendo juntos, nos invita a estar más atentos al proceso de relacionarnos.
- Las preguntas de la pragmática reflexiva, sobre lo que hacemos y decimos en el proceso, son: ¿Cómo podemos cuidar nuestras relaciones, de manera que podamos crear conjuntamente vida, vida significativa? ¿Cómo utilizar estas ideas, no solo para liberarnos, sino para que sean útiles para la sociedad? ¿Cómo podría ser de otra manera? ¿Cómo podemos construir juntos, procesos relacionales que sean éticos, estéticos, política y socialmente liberadores, poéticos?
- ¿Qué respuesta dan, cada vez, los participantes, sobre lo que se llevan de distinto del taller o del seminario, del proceso; y, qué me llevo yo, como facilitador, de ese encuentro? Después de cada taller o seminario que, en realidad, desde nuestras perspectivas, creamos una comunidad de aprendizaje, en las que hacemos énfasis en el “Cuidado del Cuidador”, invitamos a dar respuesta a estas preguntas: ¿A qué clase de futuro puedo contribuir; qué transformaciones distintas importa generar para la construcción de una buena vida, con alegría, creatividad y libertad?
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