“Luna espejo del tiempo”.
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Invocación a Joyce, de Jorge Luis Borges
Dispersos en dispersas capitales, solitarios y muchos, jugábamos a ser el primer Adán que dio nombre a las cosas. Por los vastos declives de la noche que lindan con la aurora, buscamos (lo recuerdo aún) las palabras de la luna, de la muerte, de la mañana y de los otros hábitos del hombre. Fuimos el imagismo, el cubismo, los conventículos y sectas que las crédulas universidades veneran. Inventamos la falta de puntuación, la omisión de mayúsculas, las estrofas en forma de paloma de los bibliotecarios de Alejandría. Ceniza, la labor de nuestras manos y un fuego ardiente nuestra fe. Tú, mientras tanto, forjabas en las ciudades del destierro, en aquel…
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Un poema de Idea Vilariño a Juan Carlos Onetti
Ya no no viviremos juntos no criaré a tu hijo no coseré tu ropa no te tendré de noche no te besaré al irme nunca sabrás quién fui por qué me amaron otros. No llegaré a saber por qué ni cómo nunca ni si era de verdad lo que dijiste que era ni quién fuiste ni qué fui para ti ni cómo hubiera sido vivir juntos querernos esperarnos estar. Ya no soy más que yo para siempre y tú ya no serás para mí más que tú. Ya no estás en un día futuro no sabré dónde vives con quién ni si te acuerdas. No me abrazarás nunca como esa…
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Ezra Pound. CANTO LXXXI (Fragmento)
Lo que amas permanece, el resto no es nada. Lo que amas no te será arrebatado. Lo que amas es tu herencia verdadera. ¿De quién este mundo, mío, de ellos, o de nadie? Primero vino lo visible, entonces lo palpable, el Elíseo, da igual que fuera ante las puertas del Infierno. Lo que amas es tu herencia verdadera. Lo que amas no te será arrebatado. La hormiga es un centauro en su mundo de dragón. Humilla tu vanidad, no fue el hombre quien hizo el valor, el orden o la gracia. Humilla tu vanidad, humíllala te digo. Descubre en la naturaleza tu lugar en invención a escala o verdadero arte.…
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Cuentos de Tokyo (Japón-1953) de Yasujiro Ozu, 1903 – 1963.
“Yo he definido un estilo mío, propio, pero no creo que exista una gramática para hacer películas. Por eso, bienvenida sea la Nouvelle Vague, ¡ánimo a los directores nuevos y originales!”. “…Bastaría, para hacer a su obra imperecedera, el retrato que Ozu hace de su tiempo. Pero su ingenio no se agota en la precisión y agudeza de su testimonio social e histórico y va más allá de él: atraviesa su tiempo y entra en la hazaña -que sólo algunos, muy pocos, cineastas elegidos han emprendido- de la representación del tiempo en cuanto tal, el enigma de su sustancia, que sigue siendo la médula de toda conquista de lo sublime.…
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LA VOZ A TI DEBIDA. [14] (Versos 494 a 521), de Pedro Salinas. (1892- 1951)
Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: vivir en los pronombres! Quítate ya los trajes, las señas, los retratos; yo no te quiero así, disfrazada de otra, hija siempre de algo. Te quiero pura, libre, irreductible: tú. Sé que cuando te llame entre todas las gentes del mundo, sólo tú serás tú. Y cuando me preguntes quién es el que te llama, el que te quiere suya, enterraré los nombres, los rótulos, la historia. Iré rompiendo todo lo que encima me echaron desde antes de nacer. Y vuelto ya al anónimo eterno del desnudo, de la piedra, del mundo, te diré: «Yo te quiero, soy yo».
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Los heraldos negros, de César Vallejo. (1892- 1938)
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... Yo no sé! Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte. Son las caídas hondas de los Cristos del alma, de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. Y el hombre... Pobre...pobre! Vuelve los…
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Ítaca, de Constantino Cavafis. (1863-1933)
Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca, pide que tu camino sea largo, rico en experiencias, en conocimiento. A Lestrigones y a Cíclopes, o al airado Poseidón nunca temas, no hallarás tales seres en tu ruta si alto es tu pensamiento y limpia la emoción de tu espíritu y tu cuerpo. A Lestrigones y a Cíclopes, ni al fiero Poseidón hallarás nunca, si no los llevas dentro de tu alma, si no es tu alma quien ante ti los pone. Pide que tu camino sea largo. Que numerosas sean las mañanas de verano en que con placer, felizmente arribes a bahías nunca vistas; detente en los emporios de Fenicia…