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¿Cómo construir -disfrutando y dejando disfrutar- relaciones con ética relacional?

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.

“Todo lo que hago, lo hago con alegría.” 
Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)

La manzana, 1951, de Roberto Matta.

Los tiempos actuales -es algo recurrente desde que hay tiempos humanos, decir cosas así- parecen estar caracterizados por nuevas generaciones entrenadas en una lógica demandante, de carácter casi absolutista. Esperan y exigen que sus deseos y necesidades se satisfagan de inmediato por parte de sus padres y madres: ¿Me quieres? Pues tu misión es complacerme, evitarme la frustración, la espera, la paciencia y el trabajo para la construcción del mañana. Mi comodidad y egoísmo, mis miedos y prejuicios imponen el inmediato hoy, este instante. Lo tuyo no es importante, todo lo mío, es urgente.

Mantener la costumbre, tan pequeñoburguesa, socialmente aceptada de quienes son profesionales de la queja (que además hacen sentir culpables a quienes los quieren y/o cuidan), quejosos a tiempo completo que logran que sus caprichos se conviertan en prioridades, hace que entremos en rutinas de amos-esclavos, en relaciones que se empobrecen sin que nadie se entere ni le importe. Víctimas/parásitos en las relaciones con los demás, que se proponen en esta doble posición que tiraniza, oprime y roba dignidad. Los expertos en victimizarse, han hecho realidad otro de los slogans del viejo y triunfante marketing capitalista “ganar-ganar”.

Interactúan solo cuando piden algo, cuando tienen una necesidad o exigen, pasiva o activamente, que se les complazca en sus deseos; de lo contrario, se encapsulan, se abstraen en su silencio, en su resentimiento, en su aislamiento, en una infantilización eterna. Si en alguna rara ocasión reconocen, con espíritu autocrítico, su actitud negligente y abusiva, será para rumiar, autodestructivamente, su culpabilización autovictimista, no para agenciarse y generar transformaciones de estilos relacionales que son crueles, desgastantes y nada solidarios. Cero responsabilidad para dejar de hacer lo que crea un feo clima relacional y, en cambio, pura autoflagelación insulsa por el estancamiento en la repetición de más de lo mismo.

Lo que les importa asumiendo estos personajes tontos, que empobrecen la existencia, es tener la razón y engancharse en una lucha de poder incesante; en lugar de hacer sentir bien tratado, querido y respetado al otro, porque uno también se trata a sí mismo con amor, respeto y consideración. Escupen, real y metafóricamente, en la idea y práctica de la reciprocidad, de la responsabilidad en crear una cultura de buen trato basada en un diálogo transformador. Sus palabras y acciones son dogmáticas porque rechazan conectarse, vincularse, comprometerse para ser distintos, auténticos, ser con los demás.

Estamos rodeados de jóvenes víctimas -amaestrados e iguales a sus padres-, con la visión y misión de ser pusilánimes. La hipersensibilidad y el egoísmo que los identifica, son sus defensas frente a los cuestionamientos y críticas reflexivas; con la coartada de lo políticamente correcto nos tiene secuestrados en múltiples burbujas creadas por personas carentes de consistencia y sin interés en la construcción de nuevos estilos de vida, que puedan integrar y encarnar, con congruencia, palabras como libertad, justicia, igualdad.

Existe, por parte de una enorme cantidad de jóvenes hombres y jóvenes mujeres, una incapacidad de resolver sus asuntos con inteligencia relacional, movilizando sus recursos y fortalezas; una anomía, abulia e indiferencia frente a las responsabilidades sociales, que se traduce en la incapacidad de generar proyectos, de proyectarse al futuro. Actúan con poco o ninguna solidaridad y compromiso para aportar en el bienestar de los demás; y, están acostumbrados (por la complicidad de los adultos que temen no ser queridos o sentirse desplazados en los afectos de sus hijos) a no asumir la parte de responsabilidad que les corresponde en los procesos relacionales y a no asumir las consecuencias de sus palabras, actos y de su no hacer, dejar de hacer y hacer lo que les parezca. Obviamente, existen minorías de jóvenes que nos reconcilian con lo bueno de la vida y de estar vivos.

¿Qué impide que las personas en estos tiempos -jóvenes y adultos- actúen con ética relacional, que cuiden sus relaciones para que cada involucrado en esos vínculos se convierta en la persona que le gustaría ser, que desarrollen su autonomía e independencia para lograr sus metas con grandeza espiritual; y, no sobre el cadáver de los demás?

En el trabajo que hacemos con nuestros consultantes, jóvenes, adultos, mujeres y hombres, nos preguntamos ¿cómo construir relaciones en las que el respeto, consideración y reconocimiento mutuo, de responsabilidades, derechos y necesidades, sea un camino creativo, espontáneo, alegre y libre; de cuidado para un bienestar común?

La Dulce Aqua Vita , 2002, de Roberto Matta.

El panorama relacional-social, más allá de los estereotipos del marketing del optimismo inconsistente, del falso positivismo que impide que las personas se conecten y de las esperanzas vacías de sentido, nos enfrenta a desafíos cotidianos en los que la importancia de lo propio coloniza la subjetividad del otro, al no registrar lo importante para ese otro, aquel o aquella que está junto a nosotros.

Es común escuchar que las personas no expresan sus propios sueños y no actúan congruentemente y con un compromiso honesto para hacerlos realidad, desde una pragmática reflexiva. De la misma manera, es habitual no interesarse en preguntar al otro: ¿cuáles son los sueños que nutren tu existencia? Y, mucho menos, preguntarse a uno mismo: ¿cómo puedo aportar de manera útil para que puedas concretar esos sueños tuyos? ¿qué puedo aportar de distinto, de significativo, para construir las relaciones que me gustaría tener, experimentar, desarrollar?

Y, aun algo más: ¿qué sueños comunes y significativos enriquecen nuestro estar con el otro, el seguir juntos, el compartir tiempos y espacios, con espontaneidad vital? ¿Cómo desarrollar de manera corresponsable un sentido compartido que incluya una mirada creativa del proceso, un sentimiento vivo, participando en la generación de posibilidades para prácticas relacionales distintas?

 Cada vez, en cada encuentro con el otro, es como la primera vez, siempre y cuando lo tratamos como un interlocutor y nos proponemos desde esa postura relacional, que significa: respeto, amor, curiosidad, aceptación, reconocimiento, dignidad, alegría, libertad, transformación. Para comenzar lo nuevo-común, el diálogo es lo que abre esas posibilidades de movernos con la vida.

En palabras de John Shotter (2021): “Hablar importa. Nuestras palabras en el hablar, importan. Podemos dar forma tanto a nosotros como a nuestro mundo en el hablar… el contexto de este ser con el otro, que esa es la actividad humana primaria. Todo lo importante que sucede en nuestras vidas, pasa dentro de nuestros encuentros cara-a-cara con otros seres humanos… necesitamos comprensiones compartidas del contexto… Podemos actuar para hacer una diferencia en la estructura del mundo que no hubiera ocurrido si no hubiéramos actuado”.

Prestar atención a los detalles de nuestro ser y estar en el mundo, a la forma de ser y estar con los demás, con una genuina y auténtica necesidad para interrogarnos con palabras nuevas, que nos permitan hacer diferencias en nuestros contextos comunicacionales y relacionales. Abrimos esos caminos y mundos futuros en los que, con innovación y generosidad, comenzamos a ser cómo nos gustaría ser con nosotros y con los demás, para iniciar la construcción conjunta del bienestar común. Preguntándonos: ¿Cómo aportar y ser útil para abrir puertas y ventanas que permitan que entre aire fresco, así como el dejar de ser ruido en la vida nuestra y de los demás?

Esa actitud mezquina y cobarde de seguir instalados en el dogma de la privada verdad, a la que le importa solo y exclusivamente su propio ombligo, debe ser interpelada, cuestionada, sin que esta reflexión crítica implique una descalificación del otro, un ataque personal o la anulación de lo diverso; en lugar de encubrir la estupidez de los estereotipos y lugares comunes de la cultura dominante con sofismas de teorías e ideologías conformistas, que apuntalan el statu quo opresivo e injusto.

El poeta, 1944 -1945, de Roberto Matta.

Participar, desde la pragmática reflexiva y la ética relacional, con palabras y acciones distintas, para dejarnos mover por el flujo para desarrollar un sentido compartido de las circunstancias. Hacerlo, significa arriesgarse a participar diciendo, respondiendo y actuando con responsabilidad, aportando algo significativo porque es transformador, porque es capaz de crear un propósito propio al ser en el mundo, al ser con los otros.

Dejar de pensar en aquello que no se puede hacer y comenzar a pensar en lo que sí se puede hacer. No engancharse en lo que no se puede, sino mirar las posibilidades y cómo crear posibilidades. Estar radicalmente presentes con nosotros para reconocer nuestros límites y estar radicalmente presentes para reconocer las posibilidades de crear espacios dialógicos donde sea posible generar transformaciones en los contextos relacionales.

Para ello aporta, además, la Ética Relacional: en lugar de encerrar y limitar aquello que estamos haciendo, abrimos las posibilidades de todo aquello que puede hacerse y que de manera conjunta podemos construir. De distintas maneras nuestros desafíos están en aceptar y abrazar la incertidumbre y dialogar desde la complejidad, confiando en las relaciones.

Como propone Sheila McNamee: “La ética relacional, desde la perspectiva del construccionismo social, incluye diálogo, colaboración y toda una gama de prácticas relacionales.  Necesito de las otras personas para que coordinen conmigo la construcción del mundo; ser relacionalmente responsables es estar en sintonía con la relación misma.

Las preguntas éticas y políticas son: ¿podemos abrir en nuestras relaciones con las personas discursos de posibilidades, en vez de discursos de opresión y represión? ¿La ética relacional puede atender las cuestiones personales, y a la vez atender las cuestiones políticas, sociales, económicas?

El futuro no ha sido vivido todavía y la invitación a imaginar un futuro deseado invita a la posibilidad de contribuir a construir ese futuro.  Nosotros debemos articular más preguntas sobre el futuro que sobre el pasado.”

Carne-Amont, 1/6, 1979, de Roberto Matta.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

Shotter, John, Cuando hablamos: Hacia una nueva comprensión ‘fluida’ del sentido común de los devenires relacionales (2021). Taos Institute Publications – WorldShare Books Series. Chagrin Falls, Ohio, USA.

Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE.