Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.
“Lo que hace que el yo se reconoce como único es por su responsabilidad”.
(Emmanuel Lévinas)
Nos basamos para esta serie, en esta tesis, de la que extraemos -adaptándolas- las propuestas e invitaciones a una postura relacional distinta para la construcción del proceso de diálogo terapéutico transformador.
¿Cómo el construccionismo social y las prácticas colaborativas y dialógicas son útiles para la co-construcción relacional de un espacio de formación y supervisión terapéuticas? Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE de Estados Unidos
Procesos enfocados en lo que sucede “entre” los coinvestigadores.
Sheila McNamee (2015) sostiene:
¿Cómo creamos el espacio?, este espacio dialógico donde la ética relacional es realmente el tema dominante. Queremos mantener la conversación avanzando para que tengamos la posibilidad de crear alguna nueva comprensión junta: ¿cómo podemos llegar a un nuevo entendimiento? No necesariamente a un acuerdo. (Recogido en mi diario de campo junio 2015).
El desafío fue, cada vez, la creación de un espacio de diálogo generador en el que podamos sostener la tensión de la diferencia; implicó crear un contexto para el diálogo, facilitar el que los participantes se conecten y se involucren en nuevas maneras de conversar. Se trata de saber que las personas tienen opciones de decidir en un contexto relacional, de manera inclusiva con otros. Cuando se restauran las relaciones emerge una responsabilidad que hace que los participantes puedan reconocer como propio ese espacio y ahí se comprometan en acciones transformadoras.
El cuidado relacional avanza porque hay un sentido de lo común, de inclusión y participación; es ofrecer las condiciones (cocrearlas) para tener la oportunidad de elegir entre posibilidades.
Por supuesto, son procesos en los que las personas que participan van haciendo escuchar su voz y eligiendo los temas sobre los que se va a conversar y lo que les gustaría que sucediese con esas conversaciones, así como lo que cada uno podría aportar para alcanzar lo que le interesaría.
Se invitó a hablar desde los recursos, soltando las prácticas habituales del déficit, la descalificación, el juzgar y criticar.
“(…) cuando nos involucramos en esta investigación relacional, acabamos creando el futuro.”
(Sheila McNamee, Red TAOS de investigación relacional, 2016)
El ubicar lo relacional en el centro del contexto nos lleva a poner el foco en lo dialógico que nos permite ver y mover los procesos de interacción. Así, comenzamos a hacer algo distinto y a coordinar las nuevas posibilidades con las personas, como una manera de construir alternativas -otras perspectivas- para ser con los otros en el mundo. Es el intercambio colectivo y comunitario lo que nos permite entender las acciones, los discursos y las relaciones en las que estos se basan. Con esto, abrimos un espacio para que las múltiples voces que son silenciadas e invisibilizadas, participen de la conversación y enriquezcan este diálogo relacional; que puedan aportar para expandir las posibilidades y las prácticas alternativas y congruentes con sus propias necesidades.
¿Cómo lidiamos con la tensión que se genera con los códigos éticos a los que tenemos que responder y los contextos relacionales locales con los que trabajamos? (…) ¿Bajo qué estándares consideramos que esto es injusto? ¿Bajo qué estándares decimos que esto está mal? (S. McNamee, recogido en mi diario de campo junio, 2015).
Como construccionistas nos importa conocer las historias locales y lo que vamos coconstruyendo con las personas al participar en las relaciones que tenemos con ellas.
Queremos asumir una actitud responsiva para ubicarnos como capaces de practicar un diálogo transformador con ética relacional, estando abiertos al proceso de relacionarse, mirando qué es lo que hacemos juntos, qué estamos creando y qué clase de posibilidades emergen.
Existen múltiples perspectivas, lo que permite que surjan múltiples significados, que a su vez crearán múltiples posibilidades. La construcción social sugiere muchas maneras de ver las cosas, por esto, hablamos de recursos. La orientación construccionista invita a fortalecer, cada vez más, lo relacional; a entretejer procesos vinculantes, crear las condiciones generativas para estar presentes en las relaciones, y asumir la responsabilidad de los resultados de estas relaciones. Nos transformamos relacionalmente, en diálogo, para llegar a ser.
¿Para qué estamos aquí? ¿Estoy aquí, por…? Interesa saber la razón particular por la que cada uno está aquí. | ¿Qué tendría que pasar para que cuando termine esto, te sientas satisfecho/a? | ¿Cómo puedes aportar, de forma significativa, para que lo que suceda aquí, sea lo que esperas, y lo que te gustaría? | ¿Cómo proponer un lenguaje con el que invitamos al otro a sentirse involucrado? | ¿Cómo invitamos a una persona a entablar una relación? | ¿Cómo comenzar esta conversación para construir algo significativo? |
¿Cómo miramos, escuchamos, y respondemos? | ¿Qué diálogos internos estabas teniendo mientras me escuchabas? | ¿Puedes pensar un momento de aprendizaje, una reflexión distinta, que te vas a llevar de este encuentro? | De nuestras preguntas iniciales: ¿siguen allí; se han transformado; hay algo que quieres retomar? | ¿Cómo ven una comunidad en la que todos nos sentimos comprendidos e incluidos? | Reflexión sobre lo vivido: ¿Qué te llevas de útil de aquí? |
La manera en la que traemos esas voces dice de la posición de curiosidad, respeto y colaboración con la que se trabaja, con el profundo reconocimiento de que aquello que tal vez ha sido válido en esas circunstancias, en esos momentos, para esas personas y en esos contextos, no necesariamente, seguirá siendo válido para otras personas y en otros contextos.
En las conversaciones con los coinvestigadores se plantean preguntas como: ¿qué tipos de sentido y significados nos surgen en estas formas de interrelación que estamos construyendo? Pensando el diálogo como una forma de relacionarnos, porque el transformarse implica entrar en una relación y compartir un propósito. Se sumaron otras preguntas: ¿Cómo podemos participar en eso que es novedoso? ¿Estamos construyendo juntos algo distinto? ¿Es un diálogo constructivo? ¿Vamos creando posibilidades? ¿Cómo nos gustaría expresarnos de una manera que nos permita decirles a los otros quiénes somos? ¿Qué recursos identificamos que hemos utilizado en este encuentro? ¿Cuáles son las palabras que necesitamos para abrir posibilidades relacionales en este espacio? ¿Qué utilidad puede tener el diálogo y la práctica colaborativos en este contexto concreto?
Al recoger estas preguntas, en nuestros encuentros elegimos palabras que nos permiten trabajar con muchos mundos posibles, decidiendo participar vivamente en la conversación, con un sentido pragmático; es decir, mirando lo que sea útil y que sirva para lo que es importante en la vida de cada participante. Es una posición, una forma de vida y de relacionarnos que permite que los otros tengan un lugar: ¿Esto sirve; es útil a los demás?
Concebimos nuestro trabajo no solo como “estar” con el otro, sino “estar presente” con el otro. Con una actitud atenta hacia los procesos relacionales y con una sensibilidad muy alta con respecto a aquello que entendemos como positivo, reconociendo qué parte de responsabilidad tenemos en los conflictos, crisis o dilemas que nos aquejan y buscando, a la vez, cómo contribuir para generar alternativas frente a esos conflictos, crisis o dilemas.
Como coinvestigadores, entendemos la generación de conocimiento dentro del proceso de intercambio social. El construccionismo social, como lo entendemos en este espacio de trabajo, es una postura que contextualiza la forma de practicar la terapia, de interrelacionarse en los diferentes contextos sociales.
En la investigación, sumar perspectivas como la deconstrucción fue enormemente enriquecedor para ampliar el proceso de entretejer. Deconstruir significa mantener una actitud de duda necesaria y permanente, una distancia crítica y una relativización con respecto a las creencias culturales como la verdad, las jerarquías, los discursos, posibilitando el compromiso con la búsqueda de nuevas visiones -otras- para promover el encuentro con lo inesperado, en deconstrucción permanente de lo establecido por la cultura y la sociedad.
Nos orientamos hacia la creación de espacios de posibilidades conectados con los significados de la vida, desde un lenguaje de aprendizaje compartido, generando opciones sobre cómo poder contribuir de maneras innovadoras con las comunidades, en la cultura local y asumiendo que no solo se trata de elegir un camino eficaz sino en cómo continuamos la reflexión conjunta sobre ese camino.
Nos preguntamos con honestidad: ¿Estamos realmente trabajando procesos con orientaciones construccionistas sociales y de prácticas colaborativas y dialógicas? Hubo una evolución en el proceso de diálogo con los convestigadores -que continúa con la reflexión que implica escribir esta investigación- al recibir la retroalimentación de los participantes y al imaginar los futuros que nos gustarían construir y compartir.
Promover una auténtica y genuina posición ética en las relaciones.
Las reflexiones en acción y para la acción están guiadas por la curiosidad, por la capacidad de maravillarnos, con un genuino y auténtico interés humano por aprender, conocer y comprender; por entender este proceso de entretejer conexiones para una vida diferente. Es un acto estético porque dice de la forma de relacionarse con los demás. Lo podemos conectar con la responsabilidad del intelectual, acerca de aceptar la incertidumbre y la complejidad y en la reflexión sobre lo que significa poner en cuestión la ideología dominante (actos políticos), a la vez que coconstruir localmente alternativas relacionales (actos éticos).
Sueño con el intelectual destructor de evidencias y universalismos, el que señala e indica en las sujeciones del presente los puntos débiles, las aperturas, las líneas de fuerza, el que se desplaza incesantemente y no sabe a ciencia cierta dónde estará ni que pasará mañana, pues tiene centrada toda su atención en el presente, el que contribuya allí por donde pasa a plantear la pregunta de si la revolución vale la pena (y qué revolución y qué esfuerzo es el que vale) teniendo en cuenta que a esa pregunta sólo podrán responder quienes acepten arriesgar su vida para hacerla. (Foucault, 1977, p.163).
Si elegimos la posición de un intelectual orgánico, crítico, que enfrenta el positivismo sin concesiones y, al hacerlo, reconoce las aperturas, consciente del movimiento que lo lleva a la incertidumbre, podemos interpretar este presente en el que ocupamos el lugar necesario para hacer las preguntas que, a la vez encarnan los riesgos que aceptamos, así se pueden liberar las posibilidades por las que la vida vale la pena de ser vivida. Toda pregunta surge en el presente del reconocimiento valiente de las contradicciones y está cargada de lo que no existe aún y, sin embargo, podría ser. Las preguntas nuevas son capaces de innovar las convenciones, eso es lo que las hace profundamente revolucionarias.
Estas perspectivas están enfocadas en lo que sucede “entre” las personas, porque es allí donde surgen los procesos relacionales. Es en estos diálogos que nos avocamos a entender las diferencias de formas distintas. Las prácticas colaborativas y dialógicas y generativas se proponen como una manera de vivir juntos en el mundo, conscientes de que no podemos ser sino a través del diálogo.
En palabras de Sheila McNamee durante su participación en el encuentro de la Red TAOS de investigación relacional. (14 de marzo 2016):
Es hacer preguntas que generen una relación. Las formas en que nuestros procesos de investigación transforman los mundos que habitamos, así como los mundos de los que participan en nuestra investigación (…) cuando nos involucramos en esta investigación relacional, acabamos creando el futuro.
Es importante seguir reflexionando sobre las distintas posibilidades de significado que podemos atribuir a la investigación y su conexión con la ética relacional -que significa cuidar el proceso de la relación-, preguntándonos: ¿Cómo podemos seguir conversando juntos? Estar implicados en el proceso relacional y, a la vez, reflexionando sobre el proceso, es investigación relacional; el estar consciente de las conexiones relacionales y describiendo, honestamente, lo que va pasando, lo que se va experimentando a lo largo del tiempo.
Desde las prácticas colaborativas y dialógicas y generativas, la actitud con la que se abordan los asuntos, es lo que hace y construye la diferencia.
Al preguntarnos: ¿Cómo generar espacios para que la investigación sea relacional? varias de nuestras respuestas coincidieron en esto: escuchando más profundo lo que se viene del contexto de cada participante; lo estamos haciendo facilitando un proceso de investigación relacional que significa que estamos en conversación y relación. La investigación ha estado siempre orientada a que surja algo distinto, a que deje algo que sea útil, creando espacios conversacionales interesados en lo diferente, en lo inusual, creando algo nuevo y comprendiendo que la colaboración es establecer una relación no jerárquica.
Cuando potenciábamos los recursos y lo que significaban y generaban en las relaciones estábamos valorizando la necesidad de transformación en esas relaciones, a la vez que invitábamos a un posicionamiento para construir con otros, para generar transformaciones sociales. Estas nuevas maneras de ver, de abrir otras perspectivas, de construir distintos significados, generaban aperturas y posibilidades que experimentaban los participantes en la formación y supervisión y que llevaban a sus prácticas relacionales con las familias y comunidades; prácticas sociales transformadoras que integraban en su propia vida.
El construccionismo social orientó el proceso de coinvestigación llevado a cabo y propuso, a los coinvestigadores, una nueva perspectiva para la propia vida y a valorar la cultura local que, con sus recursos, nos dan confianza para generar un proceso significativo y transformador, mostrando nuevas formas de ser y estar en el mundo con los otros.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
Anderson, H. (1999). Conversación, lenguaje y posibilidades. Un enfoque posmoderno de la terapia. Buenos Aires, Argentina Editorial Amorrortu.
Fried Schnitman, D. (1998). Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Buenos Aires, Argentina, Editorial Paidós.
Foucault, M. (1988). No al sexo rey. Entrevista por Bernard Henry-Levy”, en Michel Foucault: Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid, España: Alianza Editorial.
Foucault, M. (2010). Obras esenciales. Barcelona, España, Editorial Paidós.
Gergen, K (2014). From Mirroring to World-Making: Research as Future Forming, Recuperado de: https://taoslearning.ning.com/groups2/global-relational-research-network/virtual-symposium-2018
Gergen, K (2016). El Ser relacional. Más allá del Yo y la Comunidad. Bilbao, España: Editorial Desclée de Brouwer, S.A.
IRYSE (2018) Blog del Instituto Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE): https://iryse.org/
Sheila McNamee, Red TAOS de investigación relacional, 2016.
S. McNamee, recogido en mi diario de campo junio, 2015.
McNamee, S. (2012). Conversación en la Universidad de Manizales, Colombia. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=S-HG1cvd9Rg
McNamee, S. and Hosking, D.M. (2012). Research and Social Change: A Relational Constructionist Approach. New York: Routledge.
McNamee, S. (2013). La poesía social de la investigación comprometida con la relación. La investigación como conversación. En Deissler, K. & McNamee, S. (Ed) Filo y Sofía en diálogo: la poesía social de la conversación terapéutica (pp. 102-109). Ohio, USA: Ed. Taos Institute Publication.
Tapia, D. (2007). Psicoterapias posmodernas en el campo sistémico. Materiales teóricos, prácticos y clínicos desde el construccionismo social. Quito, Ecuador: Editorial. Cif
Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE de EEUU.
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