Llevo tu corazón conmigo
Llevo tu corazón conmigo (lo llevo en mi
corazón) nunca estoy sin él (tú vas dondequiera
que yo voy, amor mío); y todo lo que hago
por mí mismo lo haces tú también, amada mía
no temo al destino (pues tú eres mi destino, mi amor)
no deseo ningún mundo (pues hermosa tú eres mi mundo,
mi verdad) y tú eres todo lo que una luna siempre
ha sido y todo lo que un sol cantará siempre eres tú
he aquí el más profundo secreto que nadie conoce
(he aquí la raíz y el brote del brote y el cielo del cielo
de un árbol llamado vida; que crece más alto de lo
que un alma puede esperar o una mente puede ocultar)
y éste es el prodigio que mantiene a las estrellas separadas
llevo tu corazón (lo llevo en mi corazón)
Tanto ser diverso
Tanto ser diverso (tantos dioses y demonios
éste más ávido que aquél) es un hombre
(tan fácilmente uno se esconde en otro;
y, no obstante, cada uno, siendo todos, no escapa de ninguno)
tumulto tan vasto es el deseo más simple:
tan despiadada mortandad la esperanza
más inocente (tan profundo el espíritu del cuerpo,
tan lúcido eso que la vigilia llama sueño)
tan solitario y tan nunca el hombre solo
su más breve latido dura un año terrestre
sus más largos años el latido de un sol;
su más leve quietud lo lleva hasta la estrella más joven)
¿Cómo podría ese tanto que se llama a sí mismo Yo
atreverse a comprender su innumerable Quién?
Hombre no…
Hombre no, si los hombres son dioses; mas si los dioses
han de ser hombres, el único hombre, a veces, es éste
(el más común, porque toda pena es su pena;
y el más extraño: su gozo es más que alegría)
un demonio, si los demonios dicen la verdad; si los ángeles
en su propia generosamente luz total se incendian,
un ángel; o (daría todos los mundos
antes que ser infiel a su destino infinito)
un cobarde, payaso, traidor, idiota, soñador, bruto:
tal fue y será y es el poeta,
aquel que toma el pulso al horror por defender
con el pecho la arquitectura de un rayo de sol
y por guardar el latido del monte entre sus manos
selvas eternas con su desdicha esculpe.
VII
¿quién sabe si la luna no es
un globo que ha partido de una profunda ciudad
en el cielo –repleto de personas hermosas?
(y si tú y yo
nos subiésemos a él, si
nos aceptaran a ti y a mí en su globo,
entonces
nos elevaríamos con todas esas hermosas personas más alto
que las casas, los campanarios y las nubes:
navegaríamos
y navegaríamos hasta una profunda
ciudad que nadie ha visitado jamás, donde
siempre
es
Primavera) y todo el mundo está
enamorado y las flores se cogen solas.
XLVIII
ven un poco más lejos —por qué tener miedo—
ya despunta la primera estrella (¿tienes algún deseo?)
tócame
antes de que perezcamos
(créeme que nada de cuanto se ha
inventado podría arruinar esto o este instante)
bésame un poco:
el aire
se oscurece y está vivo—
vive conmigo en la parquedad de
estos colores;
que solos a duras penas
están siempre fuera del alcance de la muerte.
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