(San Gabriel, Carchi-Ecuador, 1948) es un poeta, filósofo y ensayista ecuatoriano.
ULISES Va a soñar entre los picos de las gaviotas que vienen a sus pies por las migajas nadie asome a perturbar su somnolencia a solas rumia el chasquido de las madreperlas enhiesto marino que enhebra sus leyendas de corsario de puertos lejanos viejo es su hábito de esconderse con los pájaros en él nada queda de la ostentosa astucia y el olvido jubila sus Calypsos sus Penélopes ya sólo el sueño saquea sus andrajos. ******************************* Exilio Sangres y huesos yacen Sin túmulos funerarios Los muertos no enterrarán a sus muertos Al anochecer Las agujas de los cipreses Enfiladas lanzas contra el campo abierto Los muertos huirán de los vivos En casa el baúl listo para el destierro Y pan para el camino Los vivos huirán de los muertos Adonde van estos caminos Dónde se hospedan los viajeros En noches de luna llena En noches de tempestad Con quién toman su vino Por los puertos del mar dónde se van Los vivos no tienen tiempo Para enterrar a los muertos. ***************************************** Tus amores también quedarán sin nombre Polvo serán, mas polvo enamorado. Quevedo Tus amores también quedarán sin nombre Nombrando la juventud y el júbilo Tus palabras marcan la muerte En un mismo gesto Tu amor es amor de tu tiempo Amor a secas Ya es inútil nombrar en los versos A la que un día amaste. ************************************ Los amantes del Sumpa Para Gloria But wherefore do not you a mightier way Make war upon this bloody tyrant, Time? Shakespeare, soneto XVI 1. Diez mil años contra la sal perdura tendido el abrazo que la tierra protege del deseo la frágil escultura la muerte constelación de los huesos echada al azar sobre las dunas ¿rastro de amor? huesos proféticos (es sólo tuyo el ritual junto a la Tumba). 2. diez mil años el abrazo defiende al agónico gesto contra la afrenta del óxido con que el Tiempo conspira despojados de rictus y de máscaras sólo huesos fémur del hombre sobre pelvis de mujer y sobre el húmero dura reposa la calavera en el abrazo yerto. 3. ninguna rosa ninguna agua benéfica en el caldeado mediodía sólo arena y sol el cementerio ¿qué lejana huella de la pasión aún provoca? 4. pacientes entre los escombros de esas órbitas y de las bocas el gusano y las lluvias despojaron la piel desnudaron al hueso 5. ya nada puede el sueño de perpetuidad aún si los cuerpos al abrazo se aferran. 6. pero aún si sólo escombros residuo calcio junto prosigue el pulpo en su instinto persiguen sus tentáculos al sueño y anhela el cuerpo diez mil años el mar persigue con su pausado canto de sirenas a la locura humana y anhela el cuerpo. 7. huésped de paso levantará el hombre casa y canto cultivará los huertos y los usos labor sueño y escombros en la sucesión que mide la clepsidra hasta que el agua se pierde quedan los restos de la fatiga humana huesos arcillas máquina ocarina tránsito del hombre por los lechos que el Tiempo desnuda huésped de paso deja en la casa el canto tu huella en las arenas. 8. no sólo la carne más la pasión se extraña se consume se consuma se anonada ¿qué queda de las batallas cuerpo a cuerpo? ¿esa acuciante huella del deseo en estos huesos? 9. lateral cae la luz sobre la Tumba fulgura en la Pareja eterno el gesto: el abrazo desespera de la carnal ternura el abrazo de otra pareja junto a la Tumba a la luz cenital repite el gesto: desespera del amor que no perdura. 10. ¿qué queda de la pródiga búsqueda del cuerpo? ¿qué de las voces de llamada? ¿qué del ardor de la caricia de los labios? ¿qué del eléctrico contacto de los sexos? ¿qué resta en estos rastros guardados por un pueblo que escondió ferviente el misterio bajo las piedras? cadáveres ocultos a los ojos del profanador legados a nuestra mirada consagrando en esqueletos la unión diez mil años la tierra escuda al efímero gesto. 11. ninguna frase queda de su lengua ningún nombre registra su duración todo su cosmos: la Pareja estos huesos ordenados en el suelo bajo el sol gaviota pez delfín y garabatos la pura atmósfera sobre el mar infinito pero adivina sus ojos de obsidiana mirándose por sobre el fuego adivina su voz silbido de serpiente que arrastra su magia hacia la espuma allí desova la serpiente emplumada. 12. sexo de mujer abierta boca del mundo ruedan las estrellas de lo interno abalorios de coral en su pecho y entre el viento y el mar su cabellera de torbellino emergiendo de la profundida profuso en ruidos el caracol los peces en fosforescencias el sexo de flor de concha de ensenada habitación resguardo rincón de acogimiento en la noche más oscura que la pequeña selva que el beso desentraña y el sexo masculino báculo de la ceremonia árbol que se enfila hacia el abismo gavilán que desciende vertical sobre su presa y asciende el humo desde el fogón del sacrificio alcatraz que se precipita detrás de la anchoveta émbolo de la máquina que en la tierra penetra. 13. la fortaleza del cuerpo en la danza en el juego y del abismo afloran furor y fervor persistir es vivir y volver a morir insistir. 14. jamás escucharemos sus palabras jamás escucharemos nos quedan los supuestos y la superstición sólo los abrazados espectros los cautivos del sueño 15. morir pudieron en plenitud perseverando más allá del ruego y del espasmo muriendo uno con otro uno en el otro acabando en este juego de espejos o repitiendo nosotros el abrazo o nuestro encuentro reflejado en los huesos morir perseverando en el abrazo vano triunfo del amor por sobre el Tiempo. 16. pronto la rosa agota su esplendor en días perece el bello escarabajo que en la larva germinara en meses y también la piel lustrosa del felino se aja y el rugido enmudece y al fin nos causa lástima su pupila sin brillo el tiempo humano es vértigo de instauración destrucción ya nos devastará del todo el Tiempo borrará de tus pupilas todo el brillo y surcará tu rostro y en tus labios no sonarán joviales las palabras y yo iré para viejo y ya distantes iremos uno y otro a las arcanas sospechas de la muerte. 17. la plenitud no está en la eternidad reposa breve en el instante de invención cercano a lo mortal estalla el gozo bien puede el Tiempo arrasar y ser perverso logrará acabar con tu amor y con mi cuerpo mas qué importa si ya la rosa vivió su esplendor. *************** LA OFRENDA DEL CEREZO I Simulacro de la escarcha en el día soleado, mapa de un cielo de estrellas albas y enanas, o un firmamento que apenas se sostiene de las cuerdas mecidas por un rumor de niños que se alejan. Las flores del cerezo copan el cuadro de la ventana. II Esta ventana se abre al jardín. Detrás de sus cristales, la luz y el cerezo. En este instante la ventana existe para que la luz Ilumine el despliegue de las flores blancas, su suave balanceo. III El mundo podría seguir rotando sobre su eje aun si no estuviese este cerezo en marzo sobre la acera de una calle en Washington. Tal vez ninguna necesidad tenga la Tierra de su color, de su perfume o de su peso. Ninguna necesidad de él tienen los imperios. Seguirían su curso los negocios. El asesino no detendría el disparo ni la víctima se volvería a mirarlo antes de caer. Que aquí florezca se debe a la intriga diplomática: Un obsequio del imperio japonés a Norteamérica. IV Ninguna necesidad tiene el cerezo que venga de tan lejos y me detenga a contemplarlo en su milagro. Nada es necesario para el árbol salvo la luz, la noche, el agua, los fermentos, la brisa del Potomac y el vuelo de las moscas. La rotación incesante de la Tierra. V Para ser, el árbol no necesita que me detenga a contemplarlo. No mora el cerezo real en mi palabra. Mi palabra es tarda, solo evoca un cerezo que florecía en Washington y aquel otro en el jardín de Arga junto al Mediterráneo. Existen una avenida que va al Potomac y una ventana que da al jardín para guardarlos, y en mi memoria avenidas de diáfanos cristales por donde llego al árbol que contemplo. VI El poema es movimiento interno. Memoria, imagen. Luego vacío. Imaginación y palabra inventan otro cerezo, la sombra del cerezo contemplado en otro lugar una mañana. ¿La sombra?…¡La luz! La luz espléndida en la flor del cerezo. VII Contemplo al cerezo en su milagro. Florece. Y aunque me embriaga su aroma, no estaré aquí para probar sus frutos. Mi vida depende del cerezo apenas mientras dure este instante. Un blanco manto que cae y se mece, un fresco olor, mi júbilo. Me iré en unos minutos. Mi vida no depende del cerezo. Y sin embargo irá el fantasma del árbol conmigo para siempre. VIII El universo continuaría en expansión sin el cerezo. Seguirían la historia y las catástrofes. El ascensor descendería con su carga y en el puente esa pareja de amantes se abrazaría igual. Y sin embargo el esplendor del día se hundiría en mi mente sin el cerezo en flor. Sin el fantasma de ese cerezo en flor. IX Siembro un cerezo en Chigchirián. Tal vez un día alguno de estos petirrojos parezca un sol del tamaño de un puño, la mancha de un corazón sobre el manto blanco del cerezo. Tal vez estaré sentado en una silla del jardín esperando el milagro. Otro cerezo distinto de aquellos que contemplé plantados en una avenida que va al Potomac y en un jardín que da al Mediterráneo. Otro cerezo: Hoy mi mano abre su nido en el suelo. Y espero la lluvia con unción. X ¡Una ventana para este cerezo y una avenida para llegar a él! Tampoco se detendría la vida si no plantase hoy este cerezo, si un día no llegase a florecer. Mi política en este pequeño reino -el huerto de Chigchirián- apenas consiste en abrir un hoyo para sembrar el árbol. Mi diplomacia: la paciente espera. Que la Tierra gire y con ella el Sol en torno a su tallo. Que las ramas sean sacudidas por la lluvia y el viento. Que florezca y revoloteen las moscas polinizándolo. Por lo demás, la historia y las catástrofes seguirían su curso sin el poeta, sin el jardín, sin el cerezo.
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