Nuestro blog

Josep Seguí: colaborar con la persona a recuperar su derecho a la palabra

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, MA

“Todo lo que hago, lo hago con alegría.” 
Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)

Eduardo Villacis (Quito, Ecuador).

Josep Seguí es un socioconstruccionista español (visiten su blog); apasionado por el conocimiento, un generoso generador de procesos críticos de reflexión, libre de los dogmatismos en cualesquier ámbito, y sin duda, una buena persona. Compartimos un resumen de sus valiosas respuestas a esta entrevista que le hicimos.

1) Si las prácticas posmodernas (socio construccionismo y prácticas colaborativas y dialógicas-generativas) contribuyen al bienestar de la humanidad, ¿qué se transformaría, qué sería distinto?

JS: Creo que lo que se transformaría en el lenguaje es fundamentalmente que sería más tentativo; menos categórico. El lenguaje solo puede ser relacional porque solo puede tener sentido en el diálogo. No existe un lenguaje monológico; no hay posibilidad de un discurso, de una forma de hablar, individual. Así, la tentatividad se convierte en el eje fundamental del diálogo. Ya no se trata de convencer al otro de nada, sino de intentar abrir nuevas posibilidades para nuevas conversaciones.

Una postura posmoderna, construccionista social y relacional y colaborativa y dialógica no niega la realidad de los problemas sociales en el sentido tradicional. Lo que trata es de buscar nuevos sentidos a esos problemas y, por tanto, nuevas posibilidades. Como he defendido en otros lugares “… la institucionalización del conflicto tiene que ver con la legitimación del Poder. Sin ejercicio del Poder no existe Conflicto” (Seguí, 2016, pág. 228). El conflicto, la violencia, el malestar emocional, la injusticia y así son originados, fundamentados y legitimados por las instituciones y estas son la mayor y mejor expresión de lo social.

La ética solo puede ser concebida como relacional y colectiva; como el cuidado de nosotros mismos. La pregunta ética en esta situación posible es: ¿qué valores se hacen presentes y necesarios justo aquí, justo en este momento? ¿De qué justicia estamos hablando ahora? ¿De qué igualdad? ¿De qué más estamos hablando? ¿Cómo es que nos hacemos estas preguntas? Vivimos en mundos de significados (Bruner, 1990; Gergen, 1994), no de realidades absolutas. Así, no existiría LA ética; más bien las éticas locales y situadas que significan algo para quienes las construyen y las usan.

La terapia es un compendio de todo esto.  Cuantas más voces, mejor; cuantas más historias, narraciones y conversaciones, más terapia. Sería una terapia de la intención, el sentido y la acción (Seguí, 2015). Intención, sentido y acción que ayuden a la recuperación de la palabra arrebatada por las instituciones. Ninguno de los conocidos como “problemas”, “trastornos” o “enfermedades” mentales tienen su base en lo bioquímico, si no en lo relacional. Se produce un deterioro de lo relacional en cuanto que se prohíbe a la persona decir según qué, se le roba la palabra, como digo.
Todas las personas, en mayor o menor medida, padecemos a lo largo de nuestras vidas esos robos de la palabra. Y todas y todos tenemos recursos sociales y culturales para recuperarla. Cuando somos jóvenes nos quitan la palabra porque somos jóvenes. Si somos mujeres porque somos mujeres. Si somos hijos por eso. Y si somos viejos por eso también. Y así sucesivamente. Pero siempre hay otros lugares a los que ir para recuperar nuestra palabra de jóvenes, mujeres, hijos, viejos o ve a saber qué. El asunto es que a veces no somos capaces de encontrar los lugares de recuperación de la palabra y necesitamos ayuda (Seguí y Olivé, 2015, pág. 57).  La función del terapeuta sería, entonces, colaborar con la persona en apuros emocionales a recuperar su derecho a la palabra mediante los recursos oportunos. ¿Dónde están esos recursos? Justamente en lo histórico/cultural.

La polivocalidad, inspirada por el semiólogo ruso Mijaíl Bakhtin (1934-1941).  La polivocalidad nos invita y nos conduce a hacer presentes todas las voces como portadoras, precisamente, de historia y cultura. Historia y cultura que ya no son lineales; son rizomáticas (Deleuze y Guattari, 1988). Aparecen y desaparecen a gusto del consumidor; pero también según sus necesidades. Si necesitamos un futuro responsable las voces se harán presentes.

2) ¿Si pudieses elegir 3 aportes de personas importantes y significativos del campo socio construccionista y de las prácticas colaborativas y dialógicas, cuáles serían y por qué razones?

JS: De Gergen me ha atraído siempre su aporte acerca del multi-ser relacional. Esta idea de la hipersaturación -y consecuente destrucción- del Self, de la identidad monolítica individual, es un gran paso hacia el reconocimiento de la polivocalidad histórico/social y, por tanto- personal que acabo de reivindicar como posibilidad para una construcción responsable del futuro. Ya no somos actores románticos individuales a merced de ideales supremos y trascendentes -o no tanto; como sí que lo seríamos en el actual sistema individualista salvajemente capitalista-. Somos conglomerados multi-identitarios colectivamente relacionados y coordinados. El propio Ken aporta una interesante reflexión sobre lo que él llama “La Tercera Cultura” (2011); es decir, ni la tuya ni la mía, sino una nueva extrañamente entrelazada entre el mí y el otro; entre “mi” comunidad (que no es mía) y “tu” comunidad (que tampoco es tuya).  ¿Qué hacemos con esto? ¿Cómo lo hacemos? Como el propio Ken dice, estas preguntas están seguramente mal planteadas. El asunto sería: ¿qué es lo que NO estamos haciendo?

Harlene Anderson, “being collaborative is a political statement” (“Ser colaborativo es una declaración política “). El uso de la palabra queda a la disposición y también bajo la responsabilidad de quien habla, quien consulta, por ejemplo en terapia. Ya no hay un terapeuta, maestro, experto o gurú que dice a los demás lo que tienen que hacer para vivir una vida digna; es la propia persona quien se responsabiliza de una vida colectiva.
Si Sheila McNamee: El aporte de la presencia radical implica un modo de estar en terapia (y no solo en terapia) diferente a todo lo que estábamos acostumbrados hasta la aparición de las primeras ideas construccionistas. La presencia radical significa siempre, en cualquier momento y lugar, seas quien seas y hagas lo que hagas.  La colaboración es incondicional, radical en palabras de Sheila. No es cuando se puede o cuando se requiere. Es siempre. Radicalmente siempre. Es una actitud que se hace presente constantemente con el otro. Con el otro…

Withness… Me permito tocar solo de pasada este cuarto aporte de John Shotter (ver, por ejemplo, 2012). Tiene que ver con el concepto witness (testigo, observador). Desde la propuesta de Shotter, aquí no se es un observador externo de nada. Se es con el otro; se habla con el otro; se hace con el otro,… Las fronteras entre el mí y el otro quedan diluidas y fundamentan esa presencia radical en el nosotros.


Descubre más desde Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Descubre más desde Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo