Arte y literatura

Pan y vino, de Friedrich Hölderlin (7ma. estrofa)

Pero ¡amigo! venimos demasiado tarde.
En verdad viven los dioses
pero sobre nuestra cabeza, arriba en otro mundo
trabajan eternamente y parecen preocuparse poco
de si vivimos. Tanto se cuidan los celestes de no
    herirnos.
Pues nunca pudiera contenerlos una débil vasija,
sólo a veces soporta el hombre la plenitud divina.
La vida es un sueño de ellos.
Pero el error nos ayuda como un adormecimiento.
Y nos hacen fuertes la necesidad y la noche.
Hasta que los héroes crecidos en cuna de bronce,
como en otro tiempo sus corazones son parecidos en
    fuerza a los celestes.
Ellos vienen entre truenos.
Me parece a veces mejor dormir, que estar sin
     compañero.
Al esperar así, qué hacer o decir no lo sé.
Y ¿para qué poetas en tiempos aciagos?
Pero, son, dices tú, como los sacerdotes sagrados del
    Dios del vino,
que erraban de tierra en tierra, en la noche sagrada.