Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.
(1 de mayo, 2020)
“Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo… Imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida…Sólo conozco aquello para lo que tengo palabras… La praxis da sentido a las palabras.”
(Ludwig Wittgenstein)
Como ya dijimos hace 15 días, queremos compartir con ustedes el proceso para comenzar a trabajar la terapia desde la postura socioconstruccionista. Lo importante es poner el énfasis en el proceso de la relación, confiar en el diálogo transformador, en la construcción conjunta del bienestar social, en la cocreaciòn de lo posible. Continuemos:
J) Creatividad e imaginación. Para ser creativos y desarrollar la imaginación hay que estar a favor de las transformaciones. Son procesos de aprendizaje, en el que se generan sentidos impensados, porque se conecta la experiencia con lo nuevo. Procesos creativos, capaces de notar lo distinto, de invitar a un espacio de agenciamiento. Procesos de deconstrucción permanente, para poner en evidencia las relaciones de poder, los prejuicios, todo aquello que encubre la violencia o la explotación;
K) Confrontar, crear una disrupción honesta en la costumbre de no interrogarnos y no cuestionarnos a nosotros mismos sobre nuestras responsabilidades. Procesos de diálogo para dar un lugar a las diferencias, para que adquieran nuevos significados al ser reflexionadas en sus múltiples y complejos contextos relacionales;
L) No asumir el rol del experto; poner en cuestión las jerarquías, proponer una relación democrática. Evitar actitudes asistencialistas, de salvadores, no dar consejos o pretender enseñar a vivir; abandonar por completo el rol de experto. Y al hacerlo, realmente estás atento a los demás. Evitar la tontería de dar recetas o imponerlas a los demás. Movilizar la resiliencia (es lo que hacemos con lo que nos sucede lo que cuenta, no sólo superar la adversidad sino también hacer de ella un proceso de crecimiento relacional positivo);
M) Escuchar sin interrumpir. La escucha profunda, tanto de lo que se expresa en los diálogos internos de cada consultante -preguntar sobre estos diálogos internos- como en los externos, así como de los silencios. Un proceso que comienza cuando se piensa reflexivamente -en un diálogo interno- que lleva a conectarse con otro responsablemente;
N) Confiar en el proceso dialógico, trabajando cada sesión como si fuese la primera vez y a la vez como si fuese también la última vez. Solamente cuando el otro, al respondernos, nos reconoce y legitima como interlocutores («aquello que nos es común»), surge el ser relacional;
O) Tener una presencia radical, una conexión relacional. La idea de ser reflexivos es plantearnos preguntas. Se trata de ser curioso, respetuoso, abierto. No es el objetivo, es el medio; la consecuencia de la presencia radical. No se trata de tener que llegar a un acuerdo, lo importante es llegar a entender la perspectiva del otro. No entender al otro, sino llegar a entender lo que es importante para el otro. El entender no es cognitivo, sino que está del lado del sentir con. No se trata solo de saber quién es el otro porque el otro es muchas cosas, sino de saber lo que estamos haciendo juntos y lo que está surgiendo de eso;
P) Nos preguntamos desde esta ética relacional: ¿Podríamos hacer en conjunto algo más, una diferencia significativa que contribuya a crear una conexión profunda, un nuevo significado a la propia vida? ¿Cómo contribuir con nuestras preguntas a desanudar los nudos relacionales, que oprimen la vida de las personas? Lo que estamos construyendo juntos, nos invita a estar más atentos al proceso de relacionarnos;
Q) Estar presente íntegramente y con integridad en cada encuentro y conversación terapéutica, sin ansiedad. Ejerciendo el derecho a la libertad, encarnándola con responsabilidad. El ser del terapeuta, que significa elegir un lugar, una postura de Gentileza: a. Que se escuche con gentileza, b. Que se pregunte con gentileza, c. Que se hable con gentileza, d. Que se responda con gentileza, e. Que se trate con gentileza;
R) Trabajar mirando, no el déficit y lo que no funciona, sino los recursos, fortalezas, resiliencia, las excepciones positivas, lo que sí hacen bien. Ser sensible a la resonancia -no encubrirla ni actuar como si no existiese-, y a su manejo a favor del proceso del consultante. Hacer públicos -con criterio- nuestros pensamientos, en el contexto adecuado, con un lenguaje reflexivo.;
S) Desarrollar posibilidades. Dialogar desde una actitud-acción-relación-reflexión, que no acepta el statu quo como válido, natural, normal y eterno. Una ética relacional que significa: a. Estar radicalmente presentes, comprometidos en el diálogo con el otro, b. Hacer, como terapeutas, procesos anuales de terapia personal (6 sesiones a semana seguida, al menos), c. Buscar y participar constantemente en espacios de supervisión o multivisión clínica, d. Investigación, actualización, formación y profesionalización continuas;
T) Buen humor, desdramatizar, sin banalizar ni humillar o descalificar, sin vulgarizar o entronizar la superficialidad y el conformismo, con una sensibilidad fina que nos haga capaces de desarrollar una estética y poética del proceso terapéutico. Elegir y decidir ser alguien capaz de mirar, escuchar y hablar con respeto, curiosidad y afecto a cada interlocutor;
U) Trabajar con un sentido de contexto, poner las historias en sus contextos. Podemos alcanzar algo útil si logramos ver las situaciones particulares en contextos particulares. Para organizar la conversación podemos hacernos estas 3 preguntas iniciales: a. ¿Cuál es el contexto del diálogo? b. ¿Quiénes somos nosotros en este diálogo? c. ¿Cuál es el proyecto que podemos y queremos compartir?;
V) Trabajar desde la complejidad y aceptando la incertidumbre. Incertidumbre y esperanza están vinculadas porque abren un espacio para actuar con responsabilidad. Saber remitir, en situaciones que veamos que no seremos útiles a los consultantes o cuando, por asuntos propios no resueltos, nos enganchamos con los consultantes, de una manera que estanca la relación;
W) Promover la búsqueda y generación de redes de apoyo familiares, sociales, profesionales, trabajando desde una perspectiva de derechos humanos a favor de los consultantes, especialmente de los niños, mujeres y población vulnerable;
X) Trabajar con un sentido de futuro. Las respuestas que nos vamos dando, abren las posibilidades pragmáticas de la relación -una pragmática reflexiva como estilo relacional y comunicacional-; y, encontramos, en este diálogo hecho preguntas que encuentran respuestas que generan nuevos significados, el sentido de lo útil, de lo que podría ser;
Y) Ser consistentes en la teoría (sin dogmas ni prejuicios) y consistentes en la práctica (reconociendo la propia vulnerabilidad y limitaciones). Propiciando y encarnando el liderazgo relacional, que significa entrar en interacciones confiando que serás transformado por el proceso dialógico;
Z) Tener vida propia, relativamente satisfactoria, fuera del trabajo. Alguien que nos ame y alguien a quien amar. Leer buena literatura -“leer me hace feliz”-(desde Shakespeare, pasando por Rilke, Rimbaud, Tolstói, Dostoievski, Proust, Isak Dinesen, Eliot, Henry James, Conrad, Faulkner, Thomas Bernhard, hasta Borges, Jorge Carrera Andrade y Javier Marías); buena filosofía (desde Aristóteles, Spinoza, Montaigne, Marx, Nietzsche, Heidegger, pasando por Gramsci, Benjamín, Wittgenstein, Arendt, Foucault, Deleuze, Derrida); ver buen cine (desde Chaplin, Eisenstein, John Ford, Orson Welles, Buñuel, pasando por Bergman, De Sica, Alfred Hitchcock, Billy Wilder, Kurosawa, hasta Tarkovski, Fassbinder, Altman, Scorsese, Los Sopranos de David Chase); escuchar buena música (desde Bach, Beethoven, Mozart, Vivaldi, pasando por Charlie Parker, Billie Holiday y los Beatles, salsa y lo que prefieran). Viajar, todo lo que se pueda y quiera; conversar con amigos; comer con placer; dormir bien; no hacer nada, con gozo.
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