Arte y literatura

Rosario Castellanos, 5 poemas (Ciudad de México, 25 de mayo de 1925 – Tel Aviv, Israel, 7 de agosto de 1974)

Límite

Aquí, bajo esta rama, puedes hablar de amor.

Más allá es la ley, es la necesidad,

la pista de la fuerza, el coto del terror,

el feudo del castigo.

Más allá, no.

Destino

Matamos lo que amamos. Lo demás

no ha estado vivo nunca.

Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere

un olvido, una ausencia, a veces menos.

Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia

de respirar con un pulmón ajeno!

El aire no es bastante

para los dos. Y no basta la tierra

para los cuerpos juntos

y la ración de la esperanza es poca

y el dolor no se puede compartir.

El hombre es anima de soledades,

ciervo con una flecha en el ijar

que huye y se desangra.

 

Ah, pero el odio, su fijeza insomne

de pupilas de vidrio; su actitud

que es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua aparece

el reflejo del tigre.

El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve

-antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)

igual a su enemigo.

Damos la vida sólo a lo que odiamos.

 

El otro

¿Por qué decir nombres de dioses, astros

espumas de un océano invisible,

polen de los jardines más remotos?

 

Si nos duele la vida, si cada día llega

desgarrando la entraña, si cada noche cae

convulsa, asesinada.

Si nos duele el dolor en alguien, en un hombre

al que no conocemos, pero está

presente a todas horas y es la víctima

y el enemigo y el amor y todo

lo que nos falta para ser enteros.

Nunca digas que es tuya la tiniebla,

no te bebas de un sorbo la alegría.

Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro.

Lo que él respira es lo que a ti te asfixia,

lo que come es tu hambre.

Los adioses

 

Quisimos aprender la despedida

y rompimos la alianza

que juntaba al amigo con la amiga.

Y alzamos la distancia

entre las amistades divididas.

Para aprender a irnos, caminamos.

Fuimos dejando atrás las colinas, los valles,

los verdeantes prados.

miramos su hermosura

pero no nos quedamos.

Desamor

Me vio como se mira al través de un cristal

o del aire

o de nada.

Y entonces supe: yo no estaba allí

ni en ninguna otra parte

ni había estado nunca ni estaría.

Y fui como el que muere en la epidemia,

sin identificar, y es arrojado

a la fosa común.


Descubre más desde Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Descubre más desde Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo