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SERIE: APORTES Y AUTORES SIGNIFICATIVOS EN EL CONSTRUCCIONISMO RELACIONAL-CONSTRUCCIONISMO SOCIAL

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.

(abril, 2021)

“La praxis da sentido a las palabras.”

(Ludwig Wittgenstein)

Marilene Grandesso, Ph.D. (II)

Proponemos una selección de breves conceptos, reflexiones, ideas, propuestas de algunos de los principales exponentes de la postura, perspectiva, teoría y práctica socioconstruccionista. Para facilitar la lectura reflexiva proponemos citas concretas textuales sin especificar cada vez las fuentes, por ello proponemos al final la bibliografía de referencia para que puedan hacer sus propias búsquedas y lecturas. Es una invitación a abrir su curiosidad por estos apasionantes aportes.

Seguimos con Marilene Grandesso, 23 de abril de 1950, São Paulo-Brasil.

*La traducción libre del portugués, es nuestra: IRYSE

El entierro de la sardina Corpus Christi Festival el Miércoles de Ceniza c.1812-19, de Francisco de Goya.

Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres ir más lejos, vayan juntos”.                     

(Anónimo)

Las Etapas de la Terapia Comunitaria Integrativa1.

1. Acogida

  • Como toda práctica colaborativa, la TCI presupone una acogida hospitalaria con la que todos puedan sentirse anfitriones. Puede construir el espacio conversacional cualquier espacio físico en el que las personas puedan sentirse confortables, por ejemplo, lugares donde las personas viven o que frecuentan, que permitan estar cara a cara…en vez de desplazar a las personas a espacios no habituales, la rueda de conversación de la TCI se puede realizar donde ellas usualmente viven, aumentando la chance de participación.
  • Que cada participante diga su nombre, qué le gustaría celebrar y recibir el reconocimiento colectivo favorece salir de la clandestinidad mientras aprecian sus propias realizaciones. Una música o una poesía pueden sellar ese momento promoviendo una participación colectiva en una emoción apreciativa. Es también un momento de descontracturación en el que juegos populares de corta duración ayudan a construir un entorno de confianza, necesario para facilitar las etapas siguientes.

2. Elección del tema

  • Orientado por la metodología de Paulo Freire, el tema organizador de la conversación lo elige el grupo a partir de las propuestas de las personas presentes. De esta manera, en ejercicio de la horizontalidad de las relaciones, se da oportunidad de compartir significados que operan como puertas de entrada para el diálogo entre las personas presentes. Las personas, individualmente, presentan sus temas de interés y la comunidad elige el que más le sensibiliza en ese momento. Para empezar, invitamos a las personas a estructurar un contexto de confianza para la auto exposición a través del acuerdo colectivo sobre algunos orientadores de la conversación. Los presentamos como reglas conversacionales y las personas legitiman o proponen otras formas de atención al proceso. Entre ellas solemos proponer:
  • Hablar en primera persona –yo– para favorecer la autoría de sus relatos y acercar la experiencia vivida; se prefieren los relatos personales, no los abstractos sobre conceptos o ideologías genéricas. Una preocupación, un dilema o duda, una situación de sufrimiento, o aun una conquista significativa y transformadora. Es decir, un relato que provenga del interior de lo vivido.
  • Hacer silencio para favorecer una escucha respetuosa del otro. Nuestra cultura brasileña es muy conversadora y entusiasta. Por lo tanto, para que se pueda oír a una persona y promover una escucha generosa tenemos que construir ese espacio de forma cuidadosa. Si el grupo es muy grande, se hace necesario el uso de micrófonos que puedan facilitar la conexión entre las personas a partir de la escucha.
El sábado de las brujas o el gran macho cabrío, c.1821-23, de Francisco de Goya.
  • Oír para comprender al otro y su experiencia, no para juzgarlo ni interpretarlo y, mucho menos, para criticarlo. Esa es una condición necesaria para que las personas sientan confianza para hablar de sus cuestiones personales, muchas veces muy difíciles de exponer en un contexto público.
  • Invitar a las personas a asumir el compromiso en cuanto a qué quieren compartir y cuánto quieren exponer en la rueda de conversación. Como se trata de un contexto comunitario y, por lo tanto, público, solicitamos que guarden sus secretos y temas más privados que no les parezcan convenientes para este tipo de exposición. De la misma forma, cada participante, protagonista en un determinado momento, puede decidir, si le parece deseable y conveniente responder a alguna pregunta. Si una pregunta de la comunidad invita al participante a ir hacia un lugar de exposición que le parezca inconveniente, él/ella podrá no responderla.
  • No dar consejos. El consejo presupone que una persona pueda saber qué es mejor para otra. Es, por lo tanto, jerárquico. La TCI se propone como una conversación dialógica y, de este modo, presupone que se hable el uno con el otro y no para el otro, en una genuina relación withness (con el otro).
  • Compartir tramos de música, poesías, chistes, historias y proverbios relacionados con la conversación. Esta es una forma de construir una fuerza contextual de acogida y comprensión. La música se puede usar como una metáfora que favorece un sentido de intimidad y conexión. Las personas se hermanan y son solidarias en las canciones.
  • Explicitando lo mencionado más arriba, si alguna pregunta le parece indebida o le genera alguna incomodidad, la persona tiene derecho a no responderla.
  • Estas reglas organizadoras de la conversación se ofrecen como formas de cuidado para que la confianza pueda surgir. Todos/as se hacen responsables de cuidar del proceso. Para estimular la conversación solemos usar algunos dichos, por ejemplo: “cuando la boca se calla, el cuerpo habla”; “este es un espacio para hablar y ser comprendido”; “todos nosotros buscamos momentos especiales en que podamos sentirnos comprendidos”, es decir, cada terapeuta comunitario/a construye un camino para invitar a la participación.
¿Será el estudiante más sabio?, 1799, de Francisco de Goya.
  • Una vez establecidos los acuerdos sobre la organización, comienza la rueda de TCI solicitando a los participantes que presenten el tema sobre el que les gustaría hablar, diciendo su nombre y, sucintamente, aquello que les gustaría compartir. No se trata de narrar la situación vivida, sino, simplemente nombrarla incluyendo qué le gustaría hablar y por qué. El/la terapeuta se asegura que ha comprendido cada propuesta presentada, en una especie de ritual de generar acuerdos consensuales y apunta el nombre de la persona y el tema que ella propuso. Planteados los temas, organizamos un momento para construir conexiones en torno a significados compartidos. Para eso, la/el terapeuta lee los temas propuestos, con énfasis en los temas y no en la persona que lo propuso y pide a los participantes que los escuchen, de modo a poder sentirse sensibilizados por ellos. A continuación, el terapeuta invita a las personas que deseen hacerlo a que digan cuál de los temas les sensibilizó más y por qué. Ese momento favorece la construcción de una trama de significados comunes que, si bien surgen del grupo, sean abrazados por toda la comunidad presente con una dimensión colectiva. Las personas se organizan en torno a los significados preferidos para favorecer la selección de un tema significativo para la conversación del día. A partir de ahí, se procede a la elección por votación del tema central para la conversación del día, cada participante puede votar solamente una vez.
  • Después de agradecer a las personas cuyos temas no fueron elegidos y de abrir espacio para hablar sobre ellos en el final por si sienten alguna incomodidad, el terapeuta pasa a la próxima etapa.
La Maja y los Hombres disfrazados o Un paseo por Andalucía, 1777, de Francisco de Goya.

3. Contextualización

  • Nos enfocamos en buscar que se entienda el significado de la vivencia del problema para la persona, no el problema en sí. También se invita a la comunidad a formular preguntas en esa misma dirección.
  • Esta etapa termina cuando el terapeuta considera que se ha alcanzado un entendimiento del problema elegido. El disparador para el paso hacia la próxima etapa es la elaboración de una pregunta reflexiva a partir de la contextualización del tema elegido que servirá de contexto para compartir experiencias del grupo. Ejemplos: “¿Quién ya vivió una situación semejante y cómo hizo para hacerle frente?” … “¿Quién ya vivió el dolor del abandono?, ¿qué le ayudó a superarlo?” … “¿Quién ya se sintió como un cristal destrozado y cómo hizo para recomponerse?”.
  • Cualquiera sea su forma, el mote se construye para invitar a la comunidad a compartir experiencias de éxitos, de superación, de aprendizajes y transformaciones significativas en su vida y en la visión de sí misma. Esos relatos ofrecen, además, la oportunidad para la construcción de significados comunales en torno a valores de colaboración, respeto y legitimación de cada persona como autora de historias acerca de competencias.

4. Problematización

  • Luego de agradecer a la persona que estuvo en el centro de la contextualización, el terapeuta le solicita que se quede en un lugar periférico, de escucha libre y no comprometida con las narrativas que vendrán a continuación, a partir de los relatos de la comunidad. Esta es una forma de protegerla de entrar en una vivencia pedagógica como si debiera asimilar para sí la experiencia del otro; no se trata de una situación instructiva. A continuación, se presenta el mote-pregunta generador. Como toda pregunta, el mote abre un espacio hacia un horizonte posible de respuestas. Lo importante es que el terapeuta –mediante preguntas que inviten a las narrativas de éxito– ayude a iluminar las competencias, los aprendizajes, los valores y los propósitos de vida de los quienes comparten sus historias. Es como si hiciéramos una gran recolección de recursos y sabidurías de la comunidad. Dada la función generativa del lenguaje, al oír la experiencia del otro sobre sus descubrimientos, aprendizajes y competencias, cada persona, no sólo quien tuvo su problema elegido, puede rescatar sus memorias de vivencias de éxito en relación a la pregunta-mote y construir narrativas organizadoras de una visión apreciativa de sí misma, de sus relaciones y circunstancias. Generalmente la etapa de problematización ocupa el mayor tiempo de la TCI.
No te escaparas, Los Caprichos No.39, s/f, de Francisco de Goya.

5. Rituales de cierre

  • Para finalizar, generalmente solemos pedir a los miembros presentes de la comunidad que hagan un círculo, que cada persona ponga sus manos en las espaldas de quienes están a sus lados en el círculo, haciendo un balanceo muy suave y continuado. Ese movimiento invita metafóricamente a poner énfasis en la fuerza de la comunidad como lugar de pertenencia y acogida. Es un momento para reflexionar sobre la experiencia vivida en la rueda de TCI del día. El terapeuta puede hacer un pequeño editorial sobre qué le sensibilizó de aquello que vio y oyó en la rueda del día y agradecerles a quienes compartieron su experiencia. A continuación, inspirado en la metodología freiriana (Paulo Freire) de acción-reflexión-acciòn, invita al grupo a compartir qué le sensibilizó en la rueda de TCI del día, qué aprendió, qué apreció, qué diferencia hizo participar de este diálogo comunitario.
  • Finalizamos la rueda con una música u otra forma más personal de relación. Durante todas las etapas, la música puede hacerse presente, aportada por algún miembro de la comunidad, o aun por el terapeuta. En el ritual de cierre, las canciones permiten estrechar las relaciones a causa del clima afectuoso que se instala, favoreciendo la construcción de un coro de voces hermanadas en la emoción.

Consideraciones finales

  • La práctica de la terapia comunitaria, según se presenta aquí, se configura como un contexto de ampliación de la conciencia crítica sobre los dilemas existenciales, y las condiciones y posibilidades de la existencia en los moldes que Freire considera necesarios para la transformación de la historia. Como toda práctica de terapia posmoderna, la persona del terapeuta está implicada en el proceso que conduce. De esta manera cada persona que participa de la terapia comunitaria se coloca como especialista en sus historias de dolor, de superación y resiliencia. En cuanto al o la terapeuta, se presenta como un/a organizador/a de la conversación, un/a especialista –si así podemos denominarle– en la organización del proceso de diálogo generativo.
  • Su competencia, como en otras prácticas posmodernas, está en organizar el contexto de conversación y en cuidar del sistema-comunidad, para que las relaciones, de conformidad con los acuerdos conversacionales aceptados, se restrinjan a compartir historias vividas –tanto las de sufrimiento como, especialmente, las de competencias y aprendizajes– permitiendo dar visibilidad a las formas de vida que las personas encontraron para ampliar sus posibilidades. Este tipo de acción situada en un contexto comunitario, favorece las posibilidades de validación y legitimación de cada persona que utiliza ese espacio delante de testigos externos abiertos a escucharla respetuosamente y a favorecer su proceso de intercambio y de reflexión generativa.
El maniquí de paja – El Pelele, 1791-1792, de Francisco de Goya.
  • Uno de los aspectos destacados en los sistemas que se organizan en los espacios de la terapia comunitaria, especialmente cuando se dirige a poblaciones carentes, es la centralidad de ciertas condiciones de sufrimiento. Pobreza, violencia, injusticias provenientes de situaciones de discriminación, preconcepto, desigualdad y exclusión social acercan a las personas y construyen ciertas formas de relaciones de intimidad. Aunque muchas veces las personas no se han visto antes, se unen de modo solidario, según se reconocen unas en las hablas de las otras, en historias vividas no sólo de sufrimiento sino también de lucha y superación. Las historias oídas en estos contextos, aunque sean de otras personas, remiten a las historias personales de cada uno/a en una condición de reflexión que permite la resignificación de la experiencia vivida, de la visión de sí mismo/a y de las perspectivas futuras. Si bien cada persona es única como lo es su sufrimiento, las resonancias y la compasión permiten a cada participante conectarse con sus propias historias y lo pueden poner en lenguaje las narrativas sobre lo vivido, posibilitando la ampliación de la conciencia crítica sobre su condición, su contexto y sus posibilidades.
  • De la misma forma, las competencias de las demás personas incluidas en las historias narradas sobre superaciones y experiencia acumulada en los contextos de adversidades y oportunidades presentes en el cotidiano de la vida, permiten a cada uno/a de los/as presentes reconocer y nombrar también las suyas. Este contexto se puede comprender como de aprendizaje social por el intercambio de experiencias entre pares. Podemos decir que nombrar una situación como un problema es el primer paso en la búsqueda de posibilidades de cambio. De la misma forma, si podemos reconocer una acción o postura de vida como competencia, podremos usarla como una herramienta para contextos de necesidades futuras. Aquí tenemos toda una fundamentación teórico-epistemológica posible sobre la construcción del self, dotado de agencia y de la posibilidad de hacer elecciones en los contextos de las relaciones. Cuando la comunidad acoge de forma respetuosa las historias compartidas, reconoce a cada participante como un legítimo otro. De la misma forma, las preguntas reflexivas y los comentarios compartidos permiten la construcción de autobiografías con protagonistas más competentes y plenos de posibilidades, ya reconocidos frente a muchos testigos allí presentes. Esta es una función extremamente rica del contexto comunitario para la construcción del cambio –cada participante, al compartir sus historias puede construir nuevas versiones de sí mismo, de reautoría de su vida y de sus posibilidades futuras.
  • De esta manera, esta práctica de terapia se puede comprender como facilitadora para la construcción de nuevas autobiografías, de protagonismo competente porque favorece el intercambio entre un yo singular y un tú comunitario, promoviendo así el paso del yo al nosotros. Las historias no sólo de sufrimientos sino también de competencias presentadas por los participantes de la terapia comunitaria, en especial durante las etapas de contextualización y problematización, se acogen en una actitud de legitimación, solidaridad, respeto y empatía, construyendo un contexto para que cada persona pueda reconocerse como un ser humano de valor, independientemente de su origen y sus circunstancias. En ese sentido, la TCI, como abordaje dialógico, se basa en la creencia en que cada persona puede transformar su historia, y que el cambio proviene de la organización de la comunidad en lenguaje y diálogo, en los intercambios sociales entre el yo y el otro en contextos de construcción colectiva de posibilidades de vida.
Los pequeños gigantes, 1790-92, de Francisco de Goya.

El diálogo como el camino… (escrito en abril de 2021, para IRYSE)

  • Soy psicóloga, psicoterapeuta de familias, parejas y terapeuta comunitaria, además de docente universitaria por décadas. Mi práctica está orientada por la postura filosófica colaborativa posmoderna, de acuerdo con una epistemología construccionista social, teniendo el diálogo cómo el camino y con énfasis en las narrativas que organizan la experiencia de vida de las personas. Tal posicionamiento filosófico, como lo presenta Harlene Anderson, propone una manera de estar en las relaciones, basada en la postura de no-conocer, invitando el otro al diálogo a partir de una curiosidad genuina y una escucha generosa, que ubica la persona con quien se habla en el centro de la conversación.
  • Cuando el cliente/consultante con quien se trabaja es una comunidad, hay que organizar una forma de conversación que, de voz al colectivo, potencializando los recursos que son activados por el intercambio de experiencias entre la gente que comparte no solamente sus sufrimientos, sino también sus saberes nascidos en la escuela de la vida. Así es la Terapia Comunitaria Integrativa (TCI), una metodología desarrollada por el psiquiatra brasileño Dr. Adalberto de Paula Barreto, a mediados de los años 1980.

La TCI ha tenido como su contexto generativo, la demanda de una población carente de recursos que vivía en situaciones degradantes de insalubridad en cinturones de pobreza y de violencia. Como una terapia comunitaria colaborativa y dialógica, sostenida por la ética de la colaboración, la TCI promueve la circulación de los conocimientos locales de la comunidad, reconoce y honra sus valores culturales y los saberes ancestrales.

  • Vivimos hoy tiempos de la más increíble perplejidad, más allá de toda la incertidumbre a que ya estábamos acostumbrados. La pandemia por el nuevo Coronavirus ha sido cruel en todo el mundo, pero en países como el Brasil, donde vivo, en que la desigualdad social es perversa, la TCI pudo llevar la esperanza y fortalecer a las personas, movilizando su resiliencia y creando vínculos. Antes de la pandemia las ruedas de TCI siempre se realizaban presencialmente, con una tradición de cercanía y la costumbre brasileña de contacto físico y abrazos.  La pandemia creó una posibilidad que todavía no se había experimentado – TCI online.  De manera virtual, en tiempos de aislamiento físico y social, comunidades reunidas en las plataformas en las que la TCI ayudó a hacer frente a la soledad de muchos, rescatando la esperanza y fortaleciendo personas y comunidades, además de crear redes de solidaridad.

Una gran ventaja de la TCI, como una práctica comunitaria, es que pude ser realizada con cualquier número de personas, extendiendo, por lo tanto, el objetivo de las prácticas centradas en el individuo. 

  • Ser terapeuta en los días de hoy involucra una creativa artesanía de contextos que puedan ir más allá de las prácticas tradicionales que están restringidas al micro contexto de las salas de terapia, para incluir el macro contexto en que las personas viven. Muchos de los problemas, tradicionalmente ubicados en los individuos, vienen de las condiciones adversas de los contextos sociales y económicos. Antes de considerar solamente los problemas, la TCI pone el foco en los recursos que las personas tienen y pueden crear juntas. Por lo tanto, el reconocimiento de una responsabilidad relacional invita el terapeuta a trabajar en colaboración con la gente de la comunidad, valorando los recursos que ellas crean juntas.  
Gran coloso dormido, 1824, de Francisco de Goya.

Transformar su existencia hacia formas de vida más dignas-creativas

  • Las prácticas colaborativas y dialógicas son especialmente generativas y transformadoras por despatologizar las personas y por creer que ellas tienen la posibilidad de transformar su existencia hacia formas de vida más dignas de su humanidad. Cuando trabajamos con comunidades tenemos una forma de popularizar la terapia, ampliando el acceso de muchos y enriqueciendo el intercambio de recursos que la gente tiene.
  • La creatividad del terapeuta presupone una libertad para no detenerse en los modelos y abordajes que limitan la generación de recursos para la transformación de los problemas en posibilidades existenciales. Eso invita el terapeuta a estar abierto para lo inesperado, para lo sorprendente que emerge del diálogo y crear espacio para valorar la sorpresa. Una postura de presencia radical crea el contexto para la creatividad, una vez que cada conversación es única e irrepetible.
  • Para una postura ética el terapeuta necesita cuestionar siempre sus prácticas. ¿Para qué fines están ellas a servicio? ¿Están ellas promoviendo la autonomía y la agencia de los clientes/consultantes? Nuestras prácticas están investidas de poder y necesitamos ponerlas en pausa reflexiva siempre mediante la constante reflexión. Escuchar a los clientes/consultantes sobre los efectos de nuestras preguntas y acciones, contribuyen para que nosotros, en cuanto terapeutas, podemos asumir una práctica basada en la ética de la colaboración. Por otro lado, la postura de no-conocer del terapeuta favorece una terapia ética, una vez que promueve una relación más horizontal entre terapeuta y cliente/consultante, honrando la expertise del cliente/consultante sobre su vida.
  •  La riqueza de la terapia comunitaria consiste en presentarse como una metodología simple, posible de ser realizada con distintas poblaciones y en los contextos más diversos, además de valorar los recursos de la comunidad, sus valores culturales y su conocimiento local.   
Fuego en la Noche, 1793 – 1794, de Francisco de Goya.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

Marilene A. Grandesso, editora. (2017) Práticas colaborativas e dialógicas em distintos contextos e populações: un diálogo entre teoria e pràticas. EDITORA CRV. Curitiba, Brasil.

Dora Fried Schnitman, editora. (2015) Diálogos para la transformación: experiencias en terapia y otras intervenciones psicosociales en Iberoamérica – Volumen 1, pág. 164-177. Terapia comunitaria: un espacio colectivo de diálogo y conversaciones transformadoras Marilene Grandesso. Taos Institute Publications / WorldShare Books.

Grandesso, M. (2000).  Sobre a reconstrução do significado: uma análise epistemológica e hermenêutica da prática clínica. Sao Paolo, Brasil: Casa do Psicólogo.

Grandesso, M. (2005). Terapia comunitária: contexto de fortalecimento de indivíduos, comunidades e redes. Família e comunidade, 1 (2), 103-113.

Grandesso, M.A. (2006). Família e narrativas: histórias, histórias e mais histórias. En C. M. de O. Cerveny (Org.) Família e… II (pp. 13-30). São Paulo: Casa do Psicólogo.

Grandesso, M.A. (2007). Terapia comunitaria: tecendo redes para a transformacao social saude, educação e políticas públicas. Editorial : Casa do Psicólogo.

Grandesso, M. (2009). Terapia comunitária: uma prática pós-moderna crítica: considerações teórico-epistemológicas. Nova perspectiva sistêmica, XVIII (33).

Grandesso, M. (2011). Terapia Comunitária Integrativa e Terapia Narrativa: Ampliando possibilidades. En M.H. Camarotti, T.C.G. de P. Freire y A. de P. Barreto (Orgs.).

Terapia comunitária integrativa sem fronteiras: Compreendendo suas interfaces e aplicações (pp. 196-224). Brasília: MISMEC-DF.

Guanaes-Lorenzi C., Moscheta, M., Coradi-Webster, C. y Villela e Souza, L. (2014). Construcionismo social: discurso, práctica e producao do conhecimento. Río de Janeiro, Brasil: Ed. Instituto NOOS.

Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE.

The Sage Handbook of Social Constructionist Practice. Edited by: Sheila McNamee – Mary M. Gergen – Celiane Camargo-Borges – Emerson F. Rasera, – October 2020 | 696 pages | SAGE Publications Ltd.

https://uk.sagepub.com/en-gb/eur/the-sage-handbook-of-social-constructionist-practice/book266523#description

XI Congreso Brasileiro de Terapia Familiar, en São Paulo -Brasil (2014).

Congreso sobre Terapia Comunitaria, São Paulo, Brasil (2006).

Diarios de Campo ISI México: 2013, 2014, 2015, 2016, 2017

Página del TAOS INSTITUTE:

https://www.taosinstitute.net/?s=marilene+grandesso

Página INTERFACI:

https://www.interfaci.com.br/

133º Fórum da Cultura de Paz e Não Violência – Profa. Dra. Marilene Grandesso

O Encontro Terapêutico Genuíno em Tempos Líquidos – parte 1

O respeito pela Diversidade na Conversação Dialógica Terapêutica – parte 2


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