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SERIE: APORTES Y AUTORES SIGNIFICATIVOS EN EL CONSTRUCCIONISMO RELACIONAL-CONSTRUCCIONISMO SOCIAL

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.

(junio, 2021)

“La praxis da sentido a las palabras.” 

(Ludwig Wittgenstein)

Mónica Sesma-Vázquez, Ph.D.

Proponemos una selección de breves conceptos, reflexiones, ideas, propuestas de algunos de los principales exponentes de la postura, perspectiva, teoría y práctica socioconstruccionista. Para facilitar la lectura reflexiva proponemos citas concretas textuales sin especificar cada vez las fuentes, por ello proponemos al final la bibliografía de referencia para que puedan hacer sus propias búsquedas y lecturas. Es una invitación a abrir su curiosidad por estos apasionantes aportes.

Seguimos con Mónica Sesma-Vázquez, Ph.D. (Ciudad de México, 7 de junio de 1971).

Creación de los pájaros, C. 1957, de Remedios Varo.

Proceso Colaborativo para Terapia de Pareja

  • ¿Hablando de cómo me veo como terapeuta de pareja…? Me veo como una facilitadora de procesos comunicativos, conversacionales y relacionales, pero no me veo a mí misma como un experto/a en cómo las parejas deben ser o actuar. Me veo como una facilitadora en procesos de transformación, procesos generativos que pueden ayudar a las parejas              -como expertas en su relación- a encontrar diferentes formas de relacionarse.
  • La constante pregunta de los terapeutas colaborativos es sobre qué tipo de conversaciones generan posibilidades para las personas, ¿cuáles son los ingredientes de los intercambios que tienen la capacidad de transformar la vida del consultante/cliente, de la pareja o familia?
  • El papel del lenguaje y el significado en la vida de las personas es fundamental para los terapeutas colaborativos que consideran que los problemas de las personas están arraigados en su lenguaje, narrativas y relaciones. De esta manera, el espacio terapéutico se convierte en un espacio dialógico y relacional. La forma que los terapeutas participan en las conversaciones y cómo se construyen conjuntamente nuevos significados, se convierten en los recursos para ampliar y crear posibilidades: estos son los elementos centrales de la postura colaborativa.
  • Una característica esencial del diálogo es la escucha. El diálogo implica una escucha profunda y respetuosa de todas las perspectivas expresadas dentro de una conversación. En este sentido, el terapeuta colaborativo aprende a escuchar cuidadosamente con respeto y genuina curiosidad por las palabras, declaraciones e ideas de las parejas.
  • Seikkula, sostiene que el mejor diálogo es aquel en el que uno siente que ha aprendido algo. De hecho, él considera que las crisis se caracterizan por los monólogos. El terapeuta no tiene una agenda predeterminada que dicta exactamente de antemano, qué preguntas y pasos se llevarán a cabo durante la sesión. Seikkula, centra sus esfuerzos terapéuticos en generar un diálogo entre las personas que participan en conversaciones y su desafío personal es descubrir cómo crear un lenguaje en el que se escuche la voz de todos.

I. Ser compañeros de conversación

  • Ser compañeros de conversación es construir un espacio conjunto. El terapeuta no entra en la sesión con unos pasos prefijados y estandarizados sobre lo que va a hacer con la pareja, con qué secuencia y qué acciones tomará. Al contrario, el terapeuta llega con la gran disposición de construir el proceso terapéutico con “un poco de lo que traen, un poco de lo que yo traigo, más un poco de lo que traen los encuentros”. El terapeuta no impone temas, ideas, tareas, sugerencias, estrategias o acciones de transformación y cambio. El terapeuta asume una postura más horizontal durante el proceso terapéutico; sin embargo, no adopta una forma pasiva. Cada miembro de la conversación aporta sus conocimientos, pensamientos y acciones al proceso.
  • Ser compañeros de conversación hace que las parejas se sientan cómodas y luego estén dispuestas a compartir sus pensamientos. La pareja inicia un proceso dialógico cuando se sienten tomados en cuenta, respetados e incluidos. Dicen lo que quieren y lo que no quieren. El terapeuta muestra un interés genuino por las ideas, perspectivas y sugerencias de cada persona.
  • El terapeuta está auténticamente interesado en lo que le está sucediendo a cada uno de ellos, lo que están viviendo, sintiendo y pensando. “Es como ponerse a favor de sus derechos”, confiar en lo que dicen que necesitan, y no solo en lo que el terapeuta cree que es bueno para ellos. El terapeuta contribuye con la pareja a llegar al lugar “donde quieren estar, lo que quieren lograr”. Una de las preguntas más frecuentes es ¿qué debe suceder para que este espacio valga la pena?, como una forma de ayudar a las parejas a identificar sus metas individuales y conjuntas.
  • Puedo preguntarles si lo que estamos hablando es útil. Eso me permite trabajar en los temas que se basan en sus intereses y no en los temas que son importantes para ciertos autores o modelos de terapia. Tener una conversación sobre lo que quieren discutir ayuda a generar diálogo. El hablar de cuestiones teóricas o metodológicas cierra el diálogo. Yo acompaño las parejas a través de las cosas que necesitan en ese momento y en esa conversación.
  • Participar monologando como experto, no es una acción que ayude a generar el proceso dialógico. Es necesario crear un puente que vincula las agendas de la pareja y del terapeuta. El terapeuta puede proponer sus ideas, pero la pareja decide si esos temas son relevantes para la conversación.
  • La terapia se convierte en un proceso en el que todos aprenden. Es un desafío ya que a algunas parejas les gustaría que se les ofreciera fórmulas precisas: “necesitamos que nos digas qué tenemos que hacer para funcionar de forma saludable”. Ser compañeros de conversación es una premisa que se desarrolla a partir de la idea de que el terapeuta es un compañero temporal que ha sido invitado coyunturalmente a la vida de esa pareja.
Mujer dejando al psicoanalista, s/f, de Remedios Varo.

II. Escucha atenta

  • “Escuchar atentamente” es escuchar a las parejas desde un punto de vista que no juzga, no crítica, no evalúa, se es curioso y con una postura activa. Esta es una de las premisas más importantes que ayudan a generar el proceso dialógico. Escuchar significa comprensión, aprendizaje y cambio. Cuando los miembros de la pareja no se sienten juzgados, se les anima al diálogo. La escucha atenta genera un diálogo y momento reflexivo. El diálogo implica una escucha atenta. Esta premisa es el pilar fundamental para generar diálogo; sin una escucha profunda y sin hablar preguntando por parte del terapeuta, no hay diálogo.
  • El rol del terapeuta es escuchar realmente lo que te están diciendo. Quiero decir, no escucho a la pareja desde un marco teórico, como suelen hacer otros modelos, porque escucharlos desde unos lentes teóricos significa no estar realmente escuchando. Es necesario detener las interpretaciones, y no encajarlas en determinadas hipótesis o clasificaciones.
  • el terapeuta no escucha porque está concentrado en interpretar, clasificar o formular hipótesis no está ayudando al proceso dialógico; instala ruido en la relación. Eso es porque su participación y las preguntas que formula, solo se utilizan para la confirmación de sus “seguridades” teóricas.
  • El terapeuta escucha lo que la pareja intenta comunicar y trata de no influir en ellos con ideas preconcebidas. Esta es una postura que hace hincapié en escuchar a las parejas al “probar la escucha profunda, que implica no mezclar, no invadir y, no imponer ideas, pero permite que la pareja se escuche realmente y verbalice lo que quiere expresar”. Eso es evitar una trampa en la que el terapeuta solo expresa sus opiniones, conocimientos y conclusiones teóricas: “que sería un monólogo y eso es des-invitar al diálogo”.
  • Es una premisa que nos invita a escuchar a la pareja desde su punto de vista. No hay una forma correcta o incorrecta de expresar ideas. Es necesario ser cuidadoso y respetuoso cuando estamos escuchando a la pareja. Les pregunto si se sienten escuchados, si sienten que estamos hablando sobre los temas que les interesan. Una parte importante de la escucha es que el terapeuta se escucha a sí mismo y que cada miembro de la pareja se escucha a sí mismo.
  • En el espacio terapéutico se trata de generar un proceso dialógico donde las parejas tengan la oportunidad de aprender lo que están pensando en ciertos temas, si algo los está lastimando o no, si están dispuestos a cambiar sus perspectivas, sus decisiones o comportamiento. El terapeuta está ahí, dedicado a escuchar, estar con ellos y estar interesado en todo lo que están diciendo.

III. Respeto

  • El respeto denota que el terapeuta es un invitado en la vida de la pareja. Cuando alguien es invitado, se comporta con respeto, tratando de no ser entrometido o crítico. La posición desde la que el terapeuta pregunta o hace comentarios es muy respetuosa como un invitado en una conversación. Una de las guías de los terapeutas para esta premisa es la idea de ser un invitado momentáneo en las conversaciones de la pareja. Otro es la conciencia del terapeuta de que lo que dice o hace tiene un impacto en la relación de pareja.
  • La premisa del respeto también se puede notar a través de la aceptación por parte del terapeuta de las decisiones de la pareja. Es la pareja la que posee el privilegio de tomar decisiones cruciales en su relación, como: vivir juntos, no vivir juntos, separarse o el divorcio. Durante las conversaciones, el lenguaje del terapeuta demuestra la premisa del respeto. No es un lenguaje de experto, “Donde le digo a la pareja lo que tienen que hacer y cómo hacerlo. Es cuando la pareja se siente respetada cuando aparece el diálogo. El terapeuta respeta el límite fijado por la pareja que le permite entrar en sus vidas. La premisa de respeto ayuda al terapeuta a desarrollar una conexión satisfactoria y una buena relación terapéutica. Es en este tipo de relación donde el diálogo puede ocurrir.
  • Otra forma que toma la premisa de respeto es verificar con la pareja para asegurarse de que el proceso está siendo útil, que ambos se sienten incluidos y que han sabido hablar de lo que es importante para cada uno de ellos. El terapeuta también confirma que la pareja está mirando su vida y relación desde otro ángulo y que se están abriendo nuevas posibilidades creadas para ellos…Como cada pareja es única con su propio carácter distintivo y características particulares, con cada uno de ellos se crean diferentes procesos.
Creador de estrellas, s/f, de Remedios Varo.

IV. La pareja como experta

  • El terapeuta ve a cada pareja como un experto en la creación de posibilidades y los socios son considerados expertos en sus dificultades, historias, vida, vivencias y soluciones. La postura del terapeuta es ser un socio en la conversación, que colabora con ellos para lograr lo que quieren lograr. Una de las ideas que ayuda a facilitar la generación de diálogo es que cada participante en la conversación debe sentir que su voz es igualmente importante y valiosa. El terapeuta no debe asumir que sabe mejor que la pareja lo que se debe hacer para resolver el dilema. El terapeuta trabaja con ellos, en colaboración, para encontrar los caminos del diálogo, el camino que traerá la transformación. Como los integrantes de la pareja son considerados ‘expertos’, el terapeuta debe ofrecer sus ideas de manera tentativa, tratando de no imponerlas.
  • El terapeuta es un experto en generar conversaciones en las que las parejas pueden encontrar o desarrollar sus propias posibilidades, “Soy un facilitador de los medios para encontrar o identificar sus habilidades o para optimizarlas”.

V. Genuina curiosidad

  • La postura de genuina curiosidad proviene del auténtico interés por las parejas, sus historias, narrativas, lenguaje y significados. La curiosidad genuina favorece los procesos dialógicos porque es en esos lugares donde se crean historias alternativas, nuevas posibilidades; y, pueden surgir diversas explicaciones. La postura de la curiosidad genuina se mantiene alejada de hablar sobre el mismas cosas o conversaciones repetidas que ya han tenido entre ellos o con otras personas. Esta premisa conduce a la creación de diferentes lenguajes y significados, y nuevas narrativas y perspectivas. Un camino para abrir el diálogo en pareja es a través de una curiosidad respetuosa y un interés legítimo. El terapeuta se asegura de entender lo que están diciendo, “no des nada por sentado”. La curiosidad auténtica es el deseo de saber más sobre las propias ideas, significados, entendimientos y puntos de vista de la pareja. “Tratando de no suponer que entiendo lo que quieren decirme. Intento no perder de vista lo que significan”. Una forma de practicar esta premisa es mediante la exploración detallada y atenta de las historias de la pareja. Voy despacio. Tengo mucho interés en sus significados y sus relatos.
  • Esta curiosidad es para mostrar un interés genuino por la pareja, deseando conocer a cada uno de ellos. El propósito es despertar en las parejas un interés genuino por el punto de vista del otro, un deseo de saber más y suponer menos.
  • Las indagaciones del terapeuta parten de la curiosidad por lo que la pareja dice y ofrece. No es una curiosidad por conseguir respuestas a alguna hipótesis. No es una curiosidad evaluativa. Las preguntas que surgen de esta curiosidad no incluyen juicios o críticas; son preguntas que no intentan descubrir la verdadera historia o los hechos precisos. Cuando el terapeuta prefiere una versión, deja de ser curioso. El propósito de la curiosidad es ayudar a la pareja a alcanzar sus propias metas. Surge de la conversación misma y como consecuencia del legítimo interés en la pareja.
  • La curiosidad genuina implica el deseo de aprender de la pareja y descubrir cómo se miran. Esta auténtica curiosidad es también una invitación a que se escuchen desde un lugar diferente, un lugar aún no explorado. La premisa de la curiosidad genuina contribuye a una reflexión constante.
Ruptura, 1955, de Remedios Varo.

VI. No saber

  • El terapeuta colaborativo no presume de saber qué es ‘ideal’ para la pareja específica con la que está hablando; y no los llevará a un modelo “correcto”, “funcional” o “mejor” para estar en pareja o en una relación. El terapeuta colaborativo no cree que haya una forma de ser pareja, o que una forma sea mejor que otra. El terapeuta tampoco cree que exista un patrón ideal para las parejas o un patrón preferido para una relación.
  • “Algunos autores sostienen que existe una estructura familiar ideal que es funcional, integrada y saludable. ¿Cuál es el modelo óptimo para una pareja ‘funcional’? El terapeuta colaborativo no busca un tipo particular de relación para lograr, “cada pareja tiene cualidades únicas, distintivas de esa pareja; y en ese sentido tienen que aprender y descubrir la mejor forma de estar en la relación, de entenderse, la forma de ser pareja con sus características”. Cada pareja tiene el desafío y la oportunidad de construir su propio modelo con su propio estilo de marcha. El terapeuta adopta una postura de no saber cuál es el modelo funcional, ideal y normal de la pareja. La premisa de “no saber”, implica no conocer la forma perfecta de ser pareja.
  • En consecuencia, el terapeuta colaborativo no intenta imponer a la pareja un modelo que les dicte cómo actuar para funcionar bien como pareja. Para generar procesos dialógicos con parejas, es importante que se sienten reconocidos por tener un estilo único, diferente al resto de parejas del mundo. La pareja ya sabe cómo pueden ser mejores, o se informarán a través de estos procesos dialógicos. El “no saber” como premisa significa, entre otras cosas, que el terapeuta no sabe a priori cómo deben ser como pareja. Es dentro del proceso terapéutico que averiguarán dónde se generarán mejor los caminos para progresar-evolucionar.

VII. Orientado al lenguaje

  • El lenguaje determina la forma en que nos relacionamos, “por eso, para mí, es tan relevante entender y comprender cómo la pareja usa el lenguaje, para explorar también cómo la pareja ha creado su propio lenguaje y significados, y en qué parte de su lenguaje o significados están bloqueados, o no fluyen al intentar comunicarse”.
  • Los filósofos del lenguaje sostienen que nada existe fuera del lenguaje, estamos inmersos todo el tiempo en el lenguaje y todas nuestras experiencias tienen lugar o se plasman en él. El terapeuta trabaja con el lenguaje. Cuando los terapeutas intervienen con las parejas, las acciones, los sentimientos, los pensamientos, las ideas y las emociones se traen y se reconstruyen con el lenguaje. El lenguaje es la piedra angular de la terapia colaborativa. El lenguaje es la principal herramienta para conocer a otra persona en un sentido literal o simbólico para todos los modos de expresión. La pareja desea conocer y aprender mucho de y sobre el otro. Diferentes cosas, que no son las que están acostumbrados a ver o escuchar en casa.
  • El terapeuta debe intentar compartir tentativamente sus ideas y eso es también lo que ayuda a abrir el diálogo porque “no hay absolutos. Estas no son imposiciones. La pareja no puede escuchar al terapeuta si hace afirmaciones como ‘todos los hombres’, ‘todos los infieles’, ‘lo que debe hacer es esto …’”.
  • El terapeuta colaborativo comienza a usar sus palabras sin una intención estratégica-manipulatoria sino para facilitar el diálogo o “hablar desde el mismo código. Soy muy cuidadosa con el lenguaje de la pareja, cómo se usa en sus historias. Trato de usar su discurso para hablar con el mismo idioma que están aportando a la conversación”. De vez en cuando, cada miembro tiene su propio lenguaje y significados, “a veces uso uno, a veces el otro. Al final, se han dado cuenta de que pude haber asumido algunos significados que no eran exactamente los de su pareja. En una ocasión utilicé toda la sesión para explorar qué significó para ella que él le hubiera prestado más atención”.
Fenómeno, s/f, de Remedios Varo.

VIII. Diagnóstico

  • Uno de los ingredientes del diálogo es mirar a las personas como quieren ser vistas”, por eso cada miembro de la pareja se describen a sí mismos y cuentan cómo quieren ser vistos de una manera particular. Como resultado, el terapeuta colaborativo no está escuchando con el fin de obtener un diagnóstico. El trabajo del terapeuta no es desde un punto de vista patológico y no se centra en las deficiencias. Cuando la pareja llega al espacio terapéutico con un diagnóstico, el primer esfuerzo es esclarecerlo.
  • El terapeuta trabaja con sus recursos y ofrece posibilidades. El lenguaje patológico congela la conversación, elimina el movimiento y la intención de continuar la indagación se detiene gradualmente.
  • “Se trata de tener una conversación sobre lo que significa para la pareja o para la relación tener una ¿cierto diagnóstico o etiqueta? ¿Cómo han gestionado lo que dicen ser? ¿Cuál es el impacto de tener este diagnóstico?” El diagnóstico es algo que revela su experiencia y comprensión. El terapeuta puede tener una conversación con ellos sobre la utilidad o no del diagnóstico. ¿Ha sido útil para la relación? ¿Tiene un propósito? ¿Les resulta conveniente encontrar otra forma de describir su problema?
  • El objetivo es conversar de forma diferente sobre el diagnóstico, no de forma patológica sino con un enfoque más optimista. No es para paralizar a la pareja sino reconocer sus recursos para afrontar el problema. Cuando el terapeuta trabaja con el abordaje patológico es para deconstruir su significado. Hay una diferencia importante al hablar de patología versus recursos y posibilidades.

IX. Multiplicidad

  • El terapeuta colaborativo busca la multiplicidad en conversaciones o experiencias. Como hay más de una forma de ver un problema, también hay más de una solución. La premisa de la multiplicidad no busca necesariamente una pareja que logre el consenso, “a menos que eso sea parte de lo que quieren lograr”, sino que, aprenden a respetar las diferencias.
  • Otra variación de la premisa de la multiplicidad cuando se trabaja con parejas es la idea posmoderna de múltiples realidades o que hay diferentes formas de ver el mundo y experimentar las cosas. Pueden surgir problemas cuando existe la creencia de que solo hay una forma de ver las cosas o que solo hay una realidad con una forma de explicar sus vidas, relaciones, y acciones. Es importante para generar un proceso dialógico generar múltiples perspectivas o entendimientos entre la pareja. Esta premisa les permite trabajar con tolerancia, flexibilidad o aceptación de diferentes versiones de las cosas. Considerar que existe una sola explicación válida de una experiencia puede ser un obstáculo para la relación. Es un desafío para el terapeuta poder ver e invitar a ver diferentes ángulos.
  • Cuando se trabaja con parejas, todo el mundo se enriquece a medida que las ideas van y vienen, rebotan, regresan y viajan. Hay más ideas, más preguntas, más debates y se generan más posibilidades.
  • La premisa de la multiplicidad incluye diferentes puntos de vista que aún no han sido considerados. “En la conversación la pareja se da cuenta de que no hay una sola versión, sino que también existe la versión de la otra y, a veces, ambas versiones pueden coexistir”. También se considera la importancia del respeto, el respeto por la perspectiva del otro. El terapeuta puede encontrar como resultado de la aceptación de las diferencias por parte de la pareja, que hay múltiples formas de ver las cosas y que cada uno tiene derecho a pensar diferentemente. Cuando la pareja reconoce que la intención del terapeuta no es imponer las opiniones de uno de ellos, están dispuestos a abrirse al diálogo.

X. Ofrecer-aportar sin imponer

  • Ofrecer-aportar sin imponer es una premisa que hace referencia a lo que el terapeuta le dice a la pareja, que surge de la conversación en sí y los comentarios se incorporan a la conversación como una invitación u ofrecimiento. No es un imposición u obligación. El terapeuta colaborativo evita decirles a las parejas lo que deben o no deben hacer, y lo que les ofrecen no es asumido como “Te lo digo porque soy el experto“. Las posibilidades surgen durante la conversación y surgen de los mismos participantes.
  • Como participante en la conversación doy mis ideas, pero las ofrezco como ideas que se suman a la conversación. No es una imposición de mi parte, ni una pauta que deba cumplirse, porque soy el “experto”. Es simplemente una idea que tengo y que me gustaría compartir con la pareja y luego verifico con ellos para ver si tiene sentido o no, si es útil o si quieren intentarlo. La pareja tiene la última palabra sobre las ideas que les ofrezco.
  • Ofrecer sin imponer permite la posibilidad de desacuerdo y poder hablar de ello. Las ideas del terapeuta no se imponen, se sugieren como “en mi opinión, tal vez usted podría…”.
  • De vez en cuando, el terapeuta colaborativo puede ofrecer ideas que provengan de otros enfoques o modelos en psicoterapia. “Una vez les dije que había leído un artículo que decía que meditar y respirar profundamente varias veces al día era útil para reducir la ansiedad y el estrés. Les pregunté si estaban interesados ​​en aprender técnicas de respiración para que pudieran aplicarlas durante la semana y luego verifiquen si son útiles”. El terapeuta también puede ofrecer experiencias personales o información que hayan leído e ideas que hayan sido útiles a otras parejas. “La pareja puede decidir si tomarlos o dejarlos, es su responsabilidad”.
Trovador, s/f, de Remedios Varo.

XI. Proceso a medida

  • Más que trabajar con parejas a partir de un modelo específico o una técnica de terapia de pareja, el terapeuta colaborativo trabaja con la filosofía y la postura colaborativa. En consecuencia, cada proceso es diferente con cada pareja, mientras que el tipo de conversación es el mismo. Por ejemplo, no es necesario trabajar con ambos miembros de la pareja. El terapeuta puede recibirlos juntos o individualmente. Depende del caso, la situación y lo que la pareja quiere. No es necesario trabajar con ambas personas para lograr cambios y alcanzar sus metas. Ni ¿Es una necesidad que las parejas se separen para algunas sesiones? La decisión depende de ellos, sus expectativas y los temas que están surgiendo. El terapeuta intenta ir donde la pareja pide ir.
  • Cada proceso y cada pareja es diferente. No hay dos procesos idénticos porque los detalles de cada encuentro se definen a lo largo de la conversación. El proceso de cada pareja está hecho a medida. No hay una estrategia invariable para temas conversacionales. El terapeuta no sabe a priori qué temas de los que hablar con la pareja. Por eso se le llama a la medida. La pareja decide de qué quieren hablar, sobre qué asuntos y establece sus propios objetivos.
  • El proceso personalizado de la pareja es una premisa que se puede notar cuando el terapeuta colaborativo verifica con la pareja para ver si la conversación es útil y cómo sienten que va el proceso. Por tanto, este proceso siempre está abierto a la inclusión de nuevos elementos durante la conversación o incluso para cambiar el rumbo de la terapia.

XII. Ser público

  • Ser público implica que el terapeuta colaborativo comparte sus ideas, conocimientos, experiencias, opiniones, sorpresas o sentimientos con la pareja. Se trata de contribuir a la conversación con nuevas ideas y diferentes perspectivas. El terapeuta sigue algunos criterios para ser público. Primero, lo que el terapeuta elije para compartir debe considerarse positivo y útil para la pareja. En segundo lugar, el terapeuta debe sentirse cómodo con la información que está usando durante la conversación. Con el diálogo abierto “la pareja siente que el terapeuta no tiene una agenda oculta. Lo que el terapeuta piensa o reflexiona no es un misterio. El terapeuta se muestra (con confianza y respeto) a sí mismo como participante activo de la conversación”.
  • Ser público no es solo mostrar transparencia. La pregunta crucial es cómo y cuándo hacerlo. Ciertamente, habrá ocasiones en que el terapeuta muestre, con todo respeto, una opinión menos tentativa, como cuando los temas se refieren al abuso o la violencia. Dejo claro que es mi punto de vista personal y que no están obligados a ver ni a actuar como yo.
  • Ser público puede entenderse como: … Como jugar con cartas abiertas y, a veces, contarle a la pareja lo que se le ocurra. Si yo reconozco la violencia, la nombro para que les pueda ser más útil. No es para mi propia catarsis. En ocasiones me he permitido llorar con ellos. Me permito mostrar lo que siento. He compartido mis lágrimas ante la muerte del hijo de una pareja. Me pasa en relación a un profundo dolor de la pareja, y también, en lo que respecta a su felicidad. Si un evento en particular es importante para ellos. Me gusta regocijarme con ellos.
  • Puedo mencionarles autores, estrategias, estadísticas, investigación o mi postura política, “mira, en mi opinión… Lo que hago es contextualizar mi opinión. Dejo claro que es mi propio punto de vista…No estoy de acuerdo con dar nalgadas ni maltratar a los niños, ya que nada justifica la violencia. Yo no creo que los ‘azotes’ funcionan con los niños…Prefiero establecer límites con otras opciones como por ejemplo…, la literatura sobre estos temas nos enseña… “.
  • Surgen algunas preguntas, como: ¿Cuál es la naturaleza de estos elementos desde la postura colaborativa que generan diálogo en la pareja? ¿Cuál es la naturaleza de cada premisa? Por ejemplo, ¿qué hacen los terapeutas para no parece tan imponentes? ¿Cuál es la naturaleza del respeto que lo hace diferente del ‘respeto’ que todos los modelos y orientaciones terapéuticas declaran asumir?
Personaje, s/f, de Remedios Varo.

Un cierre para IRYSE (junio 2021):

  • En estos tiempos de pandemia no sé si he cambiado sustancialmente mis ideas sobre terapia o psicoterapia, o si estoy haciendo algo distinto, pero sí me he estado haciendo muchas preguntas, muchas que dejé de hacer por un tiempo sobre cuál es el papel de los procesos terapéuticos durante crisis sociales, cuáles son los valores que hemos aprendido y conservado sobre cómo hacer terapia y desde donde vienen esos valores (por ejemplo, por muchos años hemos privilegiado escuchar y seguir lo que los practicantes y autores de Norte América nos dicen sobre que es terapia y cómo hacerla), y qué es lo que las personas o consultantes deben esperar de nosotros en estos tiempos de crisis locales y mundiales.
  • Por mucho tiempo las investigaciones sobre el cambio y los resultados de la terapia influyeron mucho en mi postura filosófica en la terapia, por ejemplo, observar, reflexionar y enfocarme en la relación terapéutica con las personas que consultan o conversan conmigo en espacios terapéuticos. Muchas de las publicaciones sobre factores comunes y las recomendaciones sobre cómo mejorar los resultados de la terapia, me recordaban los valores del construccionismo social y el énfasis en la relación entre las personas. Recuerdo que cuando leí sobre los factores comunes de la terapia, y conocer que el 15% de lo que explica el cambio se debe a la técnica o el modelo y el 30% a la relación, me dediqué a leer mucho sobre los ingredientes que fortalecen la relación terapéutica porque quería asegurarme que los consultantes se sintieron seguros, respetados, cómodos, no juzgados, escuchados, y demás. De hecho, siempre que leía sobre factores comunes en el cambio y satisfacción de la terapia, me sentía muy contenta de estar practicando desde las enseñanzas de Harlene Anderson, porque me daba cuenta de que la escucha generosa y respetuosa, no tener preguntas predeterminadas, la postura de no saber, y demás ideas promovidas por Harlene Anderson (1997), eran exactamente lo que las investigaciones sugerían que ayudarían a la relación terapéutica.
  • Sin embargo, en algún punto durante esta época de crisis sociopolíticas y de salud pública con la pandemia sentí que enfocarme solo en la relación terapéutica no me era y a veces no me es suficiente. La pandemia creó una crisis tremenda, pero vino a sumarse a crisis sociales que ya estaban ahí resonando fuerte conmigo, como los problemas del cambio climático, los feminicidios, el maltrato, marginalización, explotación y opresión a grupos minoritarios y gente de color, los horrores que se siguen o seguimos perpetrando a los indígenas, asiáticos, negros, morenos, de distintas diversidades sexuales, etc. Algunas de las ideas que ya no conservo dentro de los valores anteriores que nos informan sobre cuál es el papel del terapeuta y el papel de la terapia, es pensar en la relación terapeuta-consultante como bidireccional y al terapeuta y supervisor dentro de una habitación de cuatro paredes, consultorio o salón de clases. Pensarme como alguien que realiza actividades dentro de cuatro paredes, ya no es suficiente para mí. Con la pandemia he escuchado muchas historias que me conmueven mucho y que sé que solo a mí me las cuentan. Las personas no publican lo que les pasa en el periódico. Lo cuentan a los terapeutas y la pregunta es ¿que estamos haciendo con esas historias que nos son contadas? Creo que como testigos de lo que nos confían debemos hacer más afuera del consultorio.
  • La pandemia vino a reafirmar mi idea de que los terapeutas debemos convertirnos también en activistas y hacer algo que ayude a la comunidad. Por ejemplo, he pasado mucho tiempo en conversaciones con padres de familia muy preocupados por el uso excesivo de internet y tecnología de sus hijos. Los padres tratan de poner límites a los hijos, motivarlos a hacer cosas productivas y en esos intentos las relaciones se deterioran y fracturan ante la resistencia de los jóvenes a dejar de usar sus aparatos. Cuando yo tenía la edad de esos jóvenes salía casi todos los días a la calle a jugar con mis amigos. Los jóvenes ya ni tienen eso. Con la pandemia se vieron obligados a aislarse, confinarse en sus casas y eso aumentó la tensión entre padres e hijos, y ante la necesidad de los jóvenes de sentirse conectados con sus pares, estaban mucho más tiempo pegados a sus pantallas. Lo que me deja la pandemia es un sabor de boca amargo al darme cuenta de que los terapeutas y los recursos de la comunidad no están comunicándose. Y es agotador, muchos de los problemas de las personas son problemas sistémicos, relacionales, sociales y retos ocasionados por las decisiones gubernamentales y políticas. Y ahí estamos, escuchando y siendo testigos, y tratando de crear posibilidades de forma individual para que la gente esté mejor. Y pienso que aun podríamos hacer mucho más si nos pensáramos además como activistas y nos atreviéramos a salir del consultorio para honrar esas historias de otra forma y aventurarnos fuera de las cuatro paredes y algo diferente para cuestionar los problemas sistémicos a nivel mezzo y macro, y buscar una transformación más sistémica y menos individual o local (no que eso no sea importante).
Esquiador, s/f, de Remedios Varo.

Ser “terapeuta hoy” significa para mi escuchar y respetar, escuchar y aceptar, estar radicalmente presente con el otro

  • Creo que hay muchas ideas dominantes de lo que es hacer terapia y ser terapeuta. Hace muchos años aun creía que la terapia tenía como propósito generar un cambio en las emociones, ideas o comportamientos. Y buscaba desarrollar competencias y habilidades para generar esos cambios: quería hacer preguntas que hicieran la diferencia que hace la diferencia, quería replicar las “intervenciones” de los grandes autores de la terapia para lograr mover a las personas, o manejar las técnicas terapéuticas al derecho y al revés para obtener resultados terapéuticos o al menos satisfacción de mis clientes con mis terapias. A través de los años me he movido de esos significados de la terapia y la terapia ha tomado para mis otros sentidos. Por ejemplo, si el cambio sucede o no, ya no me tiene con el pendiente. Una parte de mi confía en que ya podría suceder, pero ya no me obsesiona. Para mí la terapia es más un espacio sagrado o un santuario donde la gente se siente segura de compartir como se siente o sus ideas del mundo, y se siente, sobre todo, escuchada. Ser “terapeuta hoy” significa para mi escuchar y respetar, escuchar y aceptar, ser tierno, ser un compañero, estar radicalmente presente con el otro. Pienso que quizás mucha gente pudiera ir a terapia porque tiene un dolor, y lo que ayuda, mueve o “cura” es la relación. Sin embargo, como decía anteriormente cuando las personas sienten que esa relación trasciende las cuatro paredes y queremos hacer algo porque lo que nos cuentan nos importa, hay transformaciones conistentes.
  • Otro ejemplo de los discursos dominantes del terapeuta, además del discurso de tener la responsabilidad de crear cambios, es que los procesos terapéuticos o son breves o son largos. O la terapia es de una sesión o de varias, de manera continua. Yo creo que ser terapeuta hoy, es co- diseñar los procesos terapéuticos con nuestros consultantes y decidir juntos lo que funciona para ellos. Que los consultantes tengan agencia y voz sobre la frecuencia de las sesiones, la duración del proceso terapéutico, y otros detalles del proceso. Para mi ser terapeuta hoy, además, es hablar de cosas que son tabú en la terapia o que han sido ignoradas en modelos anteriores. Por ejemplo, hablar de problemas sociales y como estos afectan a nuestros consultantes. Hablar de racismo, del color de su piel, de la discriminación o injusticias que viven, de las distintas formas de maltrato.
  • En México, por ejemplo, recuerdo que trabajaba en la Clínica de Trastornos de la Conducta Alimentaria, y una vez di terapia de familia a una mamá e hijo, el hijo “diagnosticado” con obesidad, y el objetivo de la clínica era bajarlo de peso, y hacerlo de forma multidisciplinaria. La madre me contó que ellos vivían en una colonia muy peligrosa y la vida de la familia se había vuelto muy sedentaria porque salir al parque, caminar, o que el hijo saliera a jugar con los vecinos no era opción. Adicionalmente, esta mamá tenía dos trabajos y salía corriendo de uno para irse al otro, por lo que rara vez cocinaban cocina casera y compraban mucha comida preparada afuera. Esto pasó hace muchos años, pero siempre recuerdo lo que me hubiera gustado reflexionar con ellos, pero no lo expresé. Ahora, haría algo diferente. Ya no hablaría de comida y ejercicio con ellos, y de sus rutinas y de cómo como familia podrían rediseñar sus actividades y dinámicas para resolver el asunto de la “obesidad” del niño. Ser terapeuta ahora para mí es atreverse a reflexionar cómo esos asuntos y problemas de familia pueden surgir de problemas más sistémicos: la madre tiene que trabajar horas laborales extremas para mantener a ella y su hijo, como no tiene los soportes sociales para que los dos tengan tiempo de cocina y comer más sano, como la Ciudad de México, con su tráfico y sus retos, no ayuda a que las familias pueden mantener estilos de vida más saludables, cómo la inseguridad social del país y del gobierno de la CDMX no abre la posibilidad de que los niños chilangos salgan a jugar a la calle. Pienso que el terapeuta de hoy debe ser sensible a esos factores sociales y sistémicos que oprimen y afectan la vida de las personas.
  • En otra ocasión, en Canadá, trabajé en terapia familiar con una familia cuya hija estaba siendo bulleada/maltratada en la escuela por un grupo de niñas de su salón de clases. La hija mencionó en la sesión que las niñas “blancas y de ojos azules” la aventaban, le escondían su mochila, le lanzaban comida, entre otras cosas, y le decían “negra, regrésate a tu país”. Saqué el tema del color de piel de la familia en la conversación, y les pregunté como navegaban el racismo en Canadá. Una de mis supervisoras anglo hablantes, que observaba la sesión detrás del espejo de dos vistas, me dijo en supervisión que no debería hablar de racismo, ni crear mucho espacio para esa conversación, cuando el objetivo de la escuela cuando la refirió a terapia era que la niña no podía “regular sus emociones” y respondía con mucha agresión a sus compañeras de clase.

Ser creativa, para mí

  • Significa ser espontànea, autèntica, co-crear con el otro, pensar fuera del cuadro, ser irreverente, valiente, atreverse, aprender haciendo juntos, hacer y practicar, sentirse cómodo si lo que pensamos no funciona, buscar alternativas, crear posibilidades, involucrarnos todos, mirarnos y escucharnos, y desde luego, creatividad relacional, no imponer nuestra “creatividad” e iniciativas, sino hacerlo con el otro, y desde la ética relacional. Pienso que el terapeuta de hoy no puede ser indiferente ante estas historias de injusticia social y no puede ignorarlas y pretender que esto es un asunto del “individuo” y que la hija lo que necesita de la terapia son herramientas para manejar sus emociones.

Creo en la ética del cuidado mutuo y de la relación

  • Creo que las personas en relación pueden checar como están conversando y de que están conversando, y tener una responsabilidad reciproca sobre el proceso y la relación. Creo que mucho se ha hablado, desde la cibernética de segundo y tercer orden, de que la transformación es mutua y no sólo de un lado. Un concepto de Harlene Anderson, que me gusta mucho extrapolar a la ética relacional, es hacer públicas nuestras conversaciones privadas y contextualizar lo que decimos. También me gusta la idea de Tom Andersen, en los procesos reflexivos, de que el terapeuta ofrece más de una idea, en un efecto polifónico, e invita a que las personas elijan lo que les hace sentido e ignoren lo que no. Pienso que la idea de heterarquía vs. Jerarquía, es también muy útil para esta transformación relacional, así como la postura de no experto y estar abierto a ser tocado, inspirado y transformado en la relación con el otro.

La riqueza de la supervisión-intervisiòn-covisiòn

  • Consiste en poder ver la misma situación desde muchos ángulos diferentes, crear significados juntos, resignificar en la relación, expandir entendimientos, ser invitado a reflexionar y pensar diferente, ver a través de los ojos del otro, invitar nuevas realidades no pensadas, abrir espacio al imaginario, crear un lenguaje local y común con el otro con quien hablamos y estamos en relación, repensar lo pensado, cuestionar lo que nunca hemos cuestionado, ponernos en los zapatos de otros, ver con otros lentes, ser intrigado o cuestionado por el otro, ir y venir en los significados, reafirmar lo que creemos, encontrar cuál es nuestra forma de estar en relación, expandir realidades junto con el otro, poner en palabras lo que pensamos cuando co-visionamos, informarnos a nosotros mismo mientras hablamos y explicamos al otro, entre otros.
Explorando el río de la fuente Orinoco, s/f, de Remedios Varo.

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Mónica Sesma Vázquez. MÁS ALLÁ DEL EQUIPO DE REFLEXIÓN:  CÓMO IMPLEMENTAN LOS TERAPEUTAS LOS PROCESOS REFLEXIVOS EN LA PRÁCTICA PRIVADA.  Tesis de Maestría en Psicología. Universidad de las Américas, A.C México, D. F. Abril, 2005.

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Página del Instituto Taos que contiene información de Mònica Sesma:

Tapia Figueroa, Diego, Tesis (2018) para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE.

Covisión desde las Prácticas Colaborativas y Dialógicas. Doctora Mónica Sema-Vázquez (a partir del minuto 9,30):