Arte y literatura

César Vallejo (16 de marzo de 1892, Santiago de Chuco, Perú – 15 de abril de 1938, París, Francia)

LA CENA MISERABLE

Hasta cuándo estaremos esperando lo que

no se nos debe…Y en qué recodo estiraremos

nuestra pobre rodillas para siempre! Hasta cuando

la cruz que nos alienta no detendrá sus remos.

Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones

por haber padecido…

            Ya nos hemos sentado

mucho a la mesa, con la amargura de un niño

que a media noche, llora de hambre, desvelado…

Y cuándo nos veremos con los demás, al borde

de una mañana eterna, desayunados todos,

Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde

yo nunca dije que me trajeran.

              De codos

todo bañado en llanto, repito cabizbajo

y vencido: hasta cuándo la cena durará!

Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,

y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara

de amarga esencia humana, la tumba…

             Y menos sabe

ese oscuro hasta cuándo la cena durará!

***

“Hay soledad en el hogar sin bulla,

sin noticias, sin verde, sin niñez.

Y si hay algo quebrado en esta tarde,

y que baja y que cruje,

son dos viejos caminos blancos, curvos.

Por ellos va mi corazón a pie”…

***

Poema LXXVII – Trilce.

Graniza tánto, como para que yo recuerde

y acreciente las perlas

que he recogido del hocico mismo

de cada tempestad.

No se vaya a secar esta lluvia.

A menos que me fuese dado

caer ahora para ella, o que me enterrasen

mojado en el agua

que surtiera de todos los fuegos.

¿Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?

Temo me quede con algún flanco seco;

temo que ella se vaya, sin haberme probado

en las sequías de increíbles cuerdas vocales,

por las que,

para dar armonía,

hay siempre que subir ¡nunca bajar!

¿No subimos acaso para abajo?

Canta, lluvia, en la costa aún sin mar!

***

III

¡Y SI DESPUÉS de tantas palabras,

no sobrevive la palabra!

¡Si después de las alas de los pájaros,

no sobrevive el pájaro parado!

¡Más valdría, en verdad,

que se lo coman todo y acabemos!

¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!

¡Levantarse del cielo hacia la tierra

por sus propios desastres

y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!

¡Más valdría, francamente,

que se lo coman todo y qué más da…!

¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,

no ya de eternidad,

sino de esas cosas sencillas, como estar

en la casa o ponerse a cavilar!

¡Y si luego encontramos,

de buenas a primeras, que vivimos,

a juzgar por la altura de los astros,

por el peine y las manchas del pañuelo!

¡Más valdría, en verdad,

que se lo coman todo, desde luego!

Se dirá que tenemos

en uno de los ojos mucha pena

y también en el otro, mucha pena

y en los dos, cuando miran, mucha pena…

Entonces… ¡Claro!… Entonces… ¡ni palabra!


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