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Las preguntas son la brújula que nos conecta

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.

Metrópolis, 1916-1917, de George Grosz.

Cuando deseamos dialogar, nos abrimos, nos entregamos, cuando invitamos o aceptamos la invitación a un diálogo comienza un proceso distinto, para nosotros y para nuestros interlocutores. Es un proceso donde las preguntas conectan con loa auténtico de cada uno y generan de manera rizomática la emergencia de nuevos significados y posibilidades.

Hay un mundo que se inaugura el momento que el espacio de este encuentro comienza a ser habitado con las palabras de quienes se comprometen en esta conversación que, como toda conversación significativa, es cada vez como la primera vez, cada vez es una nueva conversación porque estamos movilizando nuestra curiosidad, nuestra capacidad de asombro; el aceptar que el diálogo, que implica una conexión relacional, una presencia radical, ese diálogo en sí mismo es transformador.

¿Cómo se hace para que los diálogos construyan futuros inéditos? El proceso dialógico crea las condiciones de posibilidad para que los contextos sociales que describen el ser con los demás, produzcan actos y palabras inteligentes, que a través de reflexiones pragmáticas diseñen las coordinaciones necesarias para que la creatividad, la innovación y las respuestas dignas hagan responsables a todos quienes participan en la construcción del bienestar común, que es el propósito de cada nuevo diálogo relacional.

Las preguntas serenas e incesantes en busca de sentido para lo que es necesario comprender con los otros, generan metamorfosis de sentidos, de significados. Son preguntas de carácter político, poético. Las preguntas que aportan son las que producen complejidad, las que involucran y dan libertad.

Los Pilares de la Sociedad,1926, de George Grosz.

¿Cómo se conversa con quien no desea hacerlo; cómo se conversa con quien se considera dueño de “la Verdad”; como se conversa con quien te ubica como enemigo porque le representas o simbolizas todo lo que es diferente de sí mismo?

Probablemente, una respuesta tentativa sea: como se dialoga con cada persona, en cualquier circunstancia, con respeto y curiosidad; y, en estas condiciones de rechazo, omnipotencia o fanatismo, con una tercera postura fundamental para todo diálogo: aceptación. Aceptar el derecho del otro a no querer conversar. Y, estar disponible para cuando desee hacerlo, sin prejuicios.

Aceptar las diferencias, la alteridad, la otredad es una cuestión que enriquece nuestra cosmovisión, epistemología y filosofía de vida. Aceptar, como es obvio, no significa estar de acuerdo, capitular en los propios principios o banalizar cualquier forma de opresión, explotación, exclusión, violencia o miseria humana. Tiene que ver con la templanza y la integridad (la dignidad) para abrirse a la posibilidad de que el proceso dialógico nos transforme a todos quienes nos comprometemos de manera auténtica en ese proceso.

El ”ser con” es una invitación y un desafío que nos interpela en los lugares comunes que nos mantienen alimentando el statu quo, que nos hacen cómplices de las injusticias sociales, que nos roban dignidad a todos.

Escena callejera en Berlín,1925, de George Grosz. 

Cuando reconocemos, fuera de la prepotencia de las jerarquías modernistas, que no existen verdades válidas para todos, todo el tiempo, sino que las distintas versiones de la realidad necesitan aterrizar en cada cultura local, comprendemos la riqueza de dialogar también desde el “error” y la ambigüedad para generar espacios de creación de “verdades” tentativas, coyunturales, de momentos poéticos liberadores.

En cada silencio con conexión nacen palabras auténticas, en cada discurso con sensibilidad se abren nuevos significados, en cada texto comienza un futuro inédito, en cada acción con propósito se honran las relaciones. Encontrar interlocutores inteligentes, con la potencia de un pensamiento propio, es aprender a aceptar los regalos de la vida, con humildad humana e intelectual.

Cada vez hay menos seres con un mínimo de cultura (y si son personas con una cultura, cuanto más consistente, amplia y profunda: mejor), que se han sacudido las falacias de las modas lumpescas del comercio capitalista, cada vez hay más seres que son esperpentos con poco, mediano o mucho poder, expertos en dar respuestas reduccionistas confeccionadas para los conformismos de las multitudes de tontos y tontas; cada día y cada noches surgen más y más desgastados pusilánimes en las dinámicas de la obediencia al lugar común y a la estupidez circundante, a las culpas del “deber ser”, a los miedos a ser libres con los otros.

Desde el tiempo de la nada hasta el tiempo de las posibilidades emergentes, se tensa el arco de las preguntas, en este aprendizaje conjunto, donde la construcción del momento es descubrir el propósito que rompe la mediocridad, que cuestiona lo abyecto que, desde el margen, desde la periferia, desde lo por venir se encarna en la pregunta encendida, en el NO, que significa derechos y límites para comenzar a escribir y a contar otras historias, en el SÍ, que es afirmación de la vida, de una existencia distinta.

Rodeados de dictaduras oprobiosas, que encubren sus crímenes de décadas, con retórica vacía y pilas de cadáveres, de torturados, de derrotados a los que han asesinado impunemente sus sueños para siempre; con su estulticia pregonada por sus cómplices mercenarios, en un mundo al revés; y la infinita burocracia de una casta que ha corrompido sus mentes y cuerpos; con las montañas de basura, de mentiras históricas que siguen fanáticamente; con la entronización de este presente de muerte. ¿Qué decir y qué hacer entre los unos con los otros, en la generación y construcción de nuevos significados y nuevas posibilidades relacionales, precisamente desde la ética relacional?

El desempleado, 1920, de George Grosz.

Nos preguntan sobre el hoy, el ayer y el mañana, nos preguntamos sobre el ayer, el hoy y el mañana. Las preguntas desde el asombro, las preguntas que nos conectan. Las huellas de esta escritura inscritas en tu garganta para que te autorices a ejercer tu derecho de hacer escuchar tu voz, de elegir participar para asumir la responsabilidad de decidir.

¿Cómo comenzar procesos liberadores de la colonización de la subjetividad que se impone como ideal de felicidad, de éxito y toda la publicidad de subalternidad vendida y consumida como el único fin, que justifica todos los medios de injusticia social?

Las preguntas son la brújula que nos hacen atravesar estos océanos de incertidumbre, de complejidad, con esperanza.

Reproducimos esta conclusión de un artículo nuestro del 17 de mayo de 2019:

Desde las posturas socioconstruccionistas/relacionales, valoramos la importancia capital de conectarnos relacionalmente con los otros a través del diálogo para darle un sentido distinto a la propia vida, una vida que valga la pena vivir. Un diálogo permanente, curioso, respetuoso, reflexivo y abierto, con niños, niñas y adolescentes -con mujeres y hombres- quienes pueden aprender a contribuir y a construir una cultura del buen trato, que significa poner el diálogo en primer lugar.

Consideramos que aportar confianza para un diálogo transformador, responsabilizarnos a dialogar con las diferencias y conversar a través de las preguntas es necesario para la construcción de futuros posibles, con libertad, alegría y dignidad.

Nos hacemos humanos contando historias y escuchando historias; los humanos vivimos de acuerdo a las historias que construimos sobre las experiencias que vivimos; con el diálogo aceptamos la legitimidad del otro; somos seres dialógicos y construimos juntos nuevos significados sociales; estamos comprometidos en una construcción de sentidos distintos; el diálogo desarrolla reflexividad crítica y es acción creativa en el mundo para generar bienestar social.

Escena callejera, 1925, de George Grosz.