Nuestro blog

Preguntas y diálogo relacional

 

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.

El Baile, 1957, de Pablo Picasso.

El sentido del preguntar

Nosotros conversamos a través de las preguntas. El diálogo transformador llamado terapia tiene que ver con esta capacidad (potencia creadora) de generar preguntas nuevas, desde la curiosidad y el respeto, para la construcción conjunta de nuevos significados. Desde la confianza en el diálogo, en el proceso dialógico y la confianza en las relaciones, comprendemos que somos lo que hacemos con lo que decimos.

Para dialogar se necesita la apertura a la alteridad, a la otredad, a la diversidad. Esa posibilidad de generar procesos dialógicos auténticos moviliza, desde la complejidad, recursos inéditos que crean conexiones significativas.

Con la consciencia de que si somos seres inteligentes no vamos a elegir vivir tontamente, que decidiremos ser consistentes, que ya no vamos a postergarnos, ni a capitular, que somos sujetos de derechos; y, que los derechos no se mendigan, se ejercen.

Porque las conversaciones reflexivas, los diálogos con interlocutores, desde una postura de genuino respeto y auténtica curiosidad, no sólo que despliegan aprendizajes valiosos, útiles, que aportan, sino que nos comprometen en vínculos y conexiones que nos permiten ser con los demás, comenzar a imaginar ser como nos gustaría ser distintos.

Cada vez descubrimos que vivir significa un diálogo en permanente construcción, y que lo realizamos con nuestras palabras y nuestro cuerpo. Es un proceso complejo en el que nos asombramos de los lenguajes, que al crearlos nos crean. Se trata también de valorar y respetar el lenguaje, la palabra del otro. La relación dialógica es un acto entre consciencias que, al tocarse con las palabras, inauguran la conexión, la intimidad, la vulnerabilidad transformadora.

La premisa del diálogo, es elegir escuchar profundo, sin interrumpir, sin la armadura tonta de los prejuicios, lugares comunes, estereotipos y dogmas sobre el “deber ser”; guiados por la ideología domesticadora de la misión del querer enseñar a vivir a los demás. Y, entonces preguntamos, para comprender no para invadir intimidades o buscando homologar las diferencias o disidencias. Conscientes que toda comprensión es dialógica.

La danza, 1951, de Marc Chagall.

Dialogar con inteligencia, bondad y sentido de futuro

Dialogar es también interpelar con inteligencia, bondad y sentido de futuro. No conversamos para ser autocomplacientes y con coartadas religiosas, conversamos reflexionando críticamente y autocríticamente.

Si estos diálogos radicales, con presencia radical, con ética relacional son consistentes los procesos relacionales y los contextos relacionales se van transformando y nosotros con ellos, en ellos; cada vez como si fuera la primera vez; desde el asombro y la consciencia que comenzamos a ser cuando aceptamos abrazar la incertidumbre desde la complejidad.

Se dialoga siendo interlocutores y reconociendo en los otros a interlocutores; no siendo esclavos ni esclavizando. La brevedad de la existencia humana, la vulnerabilidad de la complejidad humana, nos invita a construir nuevos significados, sentidos, propósitos, paisajes, horizontes, mañanas posibles.

Comprometerse desde un lugar propio y abrir el espacio -con la conexión del diálogo- para que el otro tenga su lugar, es un ejercicio de responsabilidad y libertad que inaugura lenguajes que construyen realidades; porque la pasión del diálogo nos hace volar y caminar al mismo tiempo; nos conecta desde el silencio y pone palabras que humanizan las relaciones y las experiencias.

El diálogo teje un contexto textual que nos permite leer al otro, comprender y aceptar la alteridad

La importancia de preguntar con responsabilidad, ser conscientes que nuestras preguntas generan posibilidades de futuros inéditos. Preguntar para hacer posible otras maneras de escuchar, dialogar, responder, mirar, reflexionar, relacionarse, crear conjuntamente nuevos significados.

Porque como ya hemos mencionado otras ocasiones, el ser responsable tiene que ver con la confianza para desear cuidar la relación, cuidarse a sí mismo; ser responsable significa responder, dar respuesta siempre.

El deseo de ser productivos al comprender, al escuchar, al mirar diferente; para entender de otras maneras, el misterio y la subjetividad. Lo hemos reiterado, conversamos para descolonizar las subjetividades, para liberar el deseo de las opresiones tristes, de las miserias cotidianas; para ser agradecidos y generosos.

En esta danza de los sentidos y significados conjuntos en permanente metamorfosis nos dice, por ejemplo, desde el arte, la literatura, el cine: quiénes somos y quiénes podríamos ser. Es memoria, sueños y posibilidades; es celebración de la vida, en el arte, desde el amor, el gozo, el entusiasmo, la esperanza y la alegría.

El dialogar, que nos transforma activamente, es posible cuando se crea intimidad al conectarse con y desde las propias y mutuas vulnerabilidades, aceptando la propia diferencia, aceptando las diferencias, la diversidad.

Con el diálogo, que nos hace sujetos, se teje un contexto textual que nos permite leer al otro. Comprender y aceptar la alteridad, como legitimación de lo que se es y aceptación de lo diverso, para trascender gracias al diálogo que nos permite aprehender lo nuevo, con confianza. Para comprendernos continuamente gracias a lo que dice el otro, dando la bienvenida a las posibilidades que se abren con los lenguajes y las palabras que nos tocan las consciencias, el rostro, el cuerpo.

Esta participación relacional/social nos hace capaces de generar procesos culturales (con palabras/acciones/poéticas-políticas), procesos dialógicos relacionales, que desarrollan la plenitud del ser con el otro, desde la ética relacional, para aportar, donar, invitar; dialogar preguntando sobre la singularidad de los detalles de las historias, y dar la bienvenida a lo que está por venir.

El arte de la conversación, 1963, de René Magritte.

 


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