Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.
(octubre, 2021)
EDUCACIÒN: LÍMITES Y DIÁLOGO
Una entrevista con Diego Tapia Figueroa, Ph.D.
(Quito – Diario Últimas Noticias, 2003).
En su momento se publicaron en ese periódico, ciertos fragmentos; ahora la rescatamos y compartimos la entrevista completa. Al final de cada respuesta un concepto de Paulo Freire. ¿Algo de lo que se dice aquí, hace casi veinte años, sigue teniendo sentido en este 2021?
1) ¿La calidad de la educación de las escuelas y colegios puede ser medida a través de sus normas de disciplina?
Las normas disciplinarias dan cuenta del espíritu del plantel. Si son de carácter represivo, basadas en la obediencia y el miedo, eso significa una posición frente a las/los estudiantes vistos como enemigos a quienes hay que controlar, domesticar, amaestrar, sojuzgar. Una cosmovisión así, ve al otro como esclavo, no un igual; por lo tanto, sin derechos, sin voz propia. Si son normas basadas en el respeto a la persona, significa poner límites adecuados en el contexto pertinente, para posibilitar el desarrollo del potencial de los participantes en un proceso de co-construcción del conocimiento; que reconozca y valorice la pluralidad de voces. Más que disciplina se necesita de autorregulación. Necesito responsabilizarme de mi propia libertad. Nadie puede ser libre por mí. El desafío es llegar a ser uno mismo. Expandir el propio espíritu. La libertad está en los límites. Sin límites -basados en el respeto, la reflexión conjunta y la aceptación de la diferencia- no hay diálogo transformador con el otro, sólo hay la resignación al monólogo vacío de la imposición o la subalternidad.
“Lucho por una educación que nos enseñe a pensar y no por una educación que nos enseñe a obedecer.” (Paulo Freire)
2) ¿Cuánto influye en la calidad de la educación estos reglamentos internos de disciplina? Y: ¿Para qué sirven dichos reglamentos?
Influirán de acuerdo a las metas y objetivos del proceso. Es decir, si los reglamentos están al servicio del crecimiento integral de la persona serán útiles; si en cambio se piensa que las personas deben existir en función de los reglamentos, resultan anacrónicos. Significa que reglas y reglamentos deben y pueden ser flexibles, adaptarse a los cambios epocales, culturales, generacionales. Si son crueles y dañinos se los debe eliminar, cambiar y proponer otros que reconozcan la dignidad de la condición humana. Las reglas deben adaptarse a las necesidades reales, verdaderas, legítimas de las personas y no al revés.
Es triste ver cómo el mayor interés del sistema educativo es sacar estudiantes programados, a quienes lentamente se les mata su espíritu crítico, se les impide proyectarse al futuro, se les prohíbe innovar e imaginar y generar proyectos de futuros nuevos; se les inculca una ideología de competencia, orientada a la repetición, a excluir el diálogo creativo.
Si son reglamentos basados en el respeto a la diferencia, a la libertad y que estimulan la responsabilidad, sin duda son útiles. Estos reglamentos darán seguridad y confianza a los/las estudiantes. De no ser así, sólo serán un instrumento de aniquilación de la diversidad, la inteligencia y la sensibilidad.
“Cuanto más somos capaces de volver a ser niños, de mantenernos curiosos, más podemos entender por qué nos encanta el mundo y estamos abiertos a la comprensión, al entendimiento; cuando matamos nuestro niño interior, no estamos más.” (Paulo Freire).
3) ¿Existen algunas características comunes en el sistema educativo de nuestro país: en escuelas, colegios y universidades?
En esta sociedad la norma es la educación dormitiva, una educación en la que es pura retórica la vocación de los docentes y el deseo de aprendizaje de los estudiantes, que son seres homologados en la estulticia y zafiedad de esta ideología que enseña a ser cómplices de la crueldad y la injusticia. Los discursos hipócritas sobre educación maquillan el desprecio mutuo que sienten y se tienen docentes y estudiantes.
Además, es evidente y una condición sine qua non (cada vez irá más en aumento), que para garantizar este sistema educativo corrupto, especialmente en el contexto universitario, los docentes que tendrán poder y serán autoridades y decidirán lo “académico”, así como quiénes tendrán trabajo y quiénes serán excluidos, serán los burócratas más obtusos, oportunistas arribistas, mediocres hasta la médula, tontos con títulos, idiotas solemnes y profesionales de la miseria humana, los más abyectos, los capaces de vivir en genuflexión servil e hipócrita ante el poder abusivo; los más rastreros con el poder de turno, los más abusivos e irrespetuosos con los docentes dignos y con los estudiantes valiosos; los que sean funcionales a la perpetuación de la estupidez vendida como rigor académico y cumplimiento de normas que son expresión del peor subdesarrollo cultural.
Una educación autoritaria (que cancela el diálogo) empeñada en inculcar miedo, vergüenza, culpa; cuyo contexto relacional hace del abuso de poder el estilo de ser con los otros. La coartada de la “educación de excelencia” -desde la escuela hasta la universidad- es pura demagogia oportunista de lo políticamente correcto; la educación privada, por ejemplo, desde las escuelas, colegios y universidades es un negocio mercenario y nada más. Y, la educación pública se hunde en el atraso y abandono.
La realidad cotidiana es que el abismo entre los inútiles pseudo conocimientos con los que los docentes machacan a los estudiantes y la nula concentración y esfuerzo de los estudiantes -cero curiosidad y deseo de aprender- mantienen estancado un contexto de pobreza y subdesarrollo educativo que se ha naturalizado y se encubre con falacias y moralismos. Docentes y estudiantes que no son interlocutores respetados, que se respetan y respetan al otro, son victimarios o víctimas y se tiranizan mutuamente.
Mientras el proceso educativo no signifique un amor encarnado que construye lo distinto (asumiendo la parte de responsabilidad que cada participante tiene) y el tejer y crear con responsabilidad conjuntamente conexiones significativas y consistentes, basadas en el respeto, el afecto, la curiosidad, la aceptación, la comprensión, la alegría, la creatividad y la libertad; mientras esto no acontezca, la educación seguirá perpetuando un sistema opresivo de subdesarrollo social, cultural, emocional y relacional.
Este es el momento de reflexionar asertiva y propositivamente acerca de qué tipo de educación es importante para la sociedad que queremos y necesitamos construir.
“Los hombres no son formados en el silencio, son formados en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión…Si la estructura no permite el diálogo, la estructura debe ser transformada” (Paulo Freire).
4) Existen colegios que parten de la enseñanza y disciplina desde otros puntos de vista, donde el alumno tiene la capacidad de decidir. ¿qué tan válidas son estas propuestas?
Un proceso educativo donde los/las alumnos/as no tengan espacio y poder de decisión reales termina en la producción en serie de clones domesticados, conformistas, prejuiciados, con poco respeto y afecto por sí mismos y fundamentalmente mediocres. Toda experiencia auténtica de democracia educativa (no sólo de fachada y encubrimiento) es bienvenida. Los modelos de relación que se sustentan en el respeto y la responsabilidad son los que construyen una ciudadanía en sintonía con el imperativo ético del bien común, de la libertad.
La confusión interesada de lo adultos que creen que el miedo es respeto y tiranizan con su jerarquía autoritaria a los niños, niñas y adolescentes en escuelas y colegios, tiene su continuidad en estudiantes universitarios cómodos, indiferentes, incapaces de cuestionar el statu quo, convencidos que el éxito y su bienestar se construye sobre el cadáver de los demás; que reproducen, multiplican y legitiman la mediocridad, los estereotipos y la pobreza humana e intelectual de sus docentes (y de sus propios parientes). Porque tristemente, los docentes confirman y legitiman el maltrato cruel e injusto de los padres y madres, lo potencian en escuelas y colegios. Como se ha teorizado: como ya no tiene buena prensa ser verdugo y/o torturador, ahora se hacen docentes. Y, toman la posta de los verdugos y torturadores oficiales: padres y madres crueles e injustos, que no respetan lo que han engendrado, que vulneran cotidianamente los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes, en total impunidad.
“Aceptar y respetar la diferencia es una de esas virtudes sin las cuales la escucha no se puede dar.” (Paulo Freire).
5) Los reglamentos de disciplina son, en algunos colegios drásticos, a lo que me refiero es ¿Cuánto influencia eso a los alumnos y si eso es educar?
El origen etimológico de la palabra autoridad es toda una propuesta de valores éticos, autoridad significa ayudar a hacer crecer. Cuando el mundo de los adultos no reconoce a niños, niñas y adolescentes como personas, cuando no los respeta como personas iguales, todo abuso de poder, toda forma de crueldad y exclusión tendrán su debida y consolatoria coartada. Sin abrir un espacio de diálogo constructivo (donde lo más importante no es la jerarquía sino la comprensión, el respeto, la generación de posibilidades nuevas) no será posible comprender y explicar que lo más importante es guiarse por un horizonte de principios más que por uno de reglas. El miedo paraliza, la represión y el chantaje proponen una escuela relacional de actitudes basadas en el servilismo, la traición y la mentira. Quienes tienen temor de perder su poder y privilegios evitan, coartan y reprimen los espacios nuevos de diálogo abierto y constructivo. Las soluciones drásticas de coyuntura apaciguan las conciencias de los inquisidores de turno y mutilan la oportunidad de cambio de los estudiantes.
Reconocer la parte de responsabilidad que cada uno/una tiene en eternizar un statu quo de idiotez a tiempo completo y cambiar, es algo que escapa a sus principios, códigos, reglas y protocolos.
Si la mayoría de docentes en esta sociedad aportasen a “enseñar”, por ejemplo, el valor de la atención, del diálogo, la concentración, el respeto y el placer de aprender con alegría, se desplegaría la creación de un sentido, de significados nuevos en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
“Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho.” (Paulo Freire).
6) ¿De acuerdo a la certificación ISO de los colegios Municipales que calificó los procedimientos, usted cree que esa es una manera de calificar a la educación o cuál es su manera?
Cuando la educación es un negocio más, en una sociedad donde lo que no se compra y no se vende simplemente se considera basura, los/las estudiantes son vistos (sus padres) como una cantidad determinada de dólares y nada más. Si los valores de la aparente eficiencia privada y empresarial son los dominantes, tal será el parámetro para las actividades sociales y culturales. La competencia en el negocio educativo es feroz como toda competencia empresarial en esta sociedad; de allí que las estrategias para ganar clientela se multipliquen. Una manera muy sencilla de darnos cuenta del nivel de educación escolar y secundaria que reciben niños, niñas y jóvenes en el Ecuador, es ver cómo llegan y atraviesan la Universidad. Tomando en cuenta la indignante injusticia que representa el que la mayoría de niños, niñas y jóvenes de escuelas rurales y pobres de la ciudad reciben su educación en condiciones deplorables (más allá de las buenas intenciones); y, una casta minoritaria aparentemente tiene una educación de calidad (es bueno compararla con otros países, para darnos cuenta del verdadero nivel y constatar la burda y vulgar ignorancia de la cuasi totalidad).
“La educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo.” (Paulo Freire).
7) ¿Cómo profesional se atrevería a calificar la educación del Ecuador? Si lo hace ¿Cómo está y por qué? Y si no, ¿quién es la persona indicada para hacerlo?
Bueno, en mi tercera respuesta de esta entrevista ya digo algo. Adicionalmente, todos los ciudadanos estamos calificados para opinar sobre la educación del país. El punto es que más allá de constatar lo evidente (por ejemplo, la pobreza intelectual, emocional y relacional de la educación ecuatoriana, donde los/las estudiantes hacen como que aprenden y les importa aprender y los docentes hacen como que enseñan y les importa enseñar -y, todo el proceso es una farsa general-) y rasgarnos las vestiduras sobre lo que pudo haber sido y no fue, se necesita una posición consistente que trabaje en la construcción de propuestas alternativas auténticas, que no se queden en demagogia y populismo, en clientelismo y oportunismos políticos, sino que signifiquen responsabilidades, acciones y procesos concretos de transformación en el pensar y en el hacer, en el construir la excelencia y en el enriquecerse con lo mejor del conocimiento humano.
“La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor.” (Paulo Freire).
8) ¿Qué se necesita para tener una educación con calidad? ¿Qué le hace falta al Ecuador?
Construir conjuntamente otro Ecuador, un proyecto de sociedad y futuro distintos. La educación recrea tristemente la miseria humana de un sistema de miseria social y cultural, con una casta dominante e injusticias sociales que aumentan día a día. Docentes mal pagados, desactualizados, mediocres, que detestan su trabajo y con ideas antidemocráticas carecen de motivación. Estudiantes desnutridos o estudiantes conformistas y mediocres carecen también de la energía para comprender, explicar, investigar, generar conocimientos propios. Unos y otros sin deseo a aprender, sin curiosidad, sin capacidad de reflexión crítica, y con cero creatividad e imaginación. Una educación de calidad es la que contribuye a que las/los estudiantes piensen con su propia cabeza, la que estimula el espíritu activo, crítico y creativo, la que estimula la alegría y la solidaridad, la curiosidad, el deseo de saber, la originalidad; una cosmovisión holística y consistente; una posición autónoma, independiente y responsable; la generación de opciones y la construcción del diálogo inteligente. La que fomenta en los/las estudiantes la capacidad permanente de poner en discusión lo establecido (con argumentos consistentes), de preguntar más que de responder, de interrogarse para crear lo nuevo. Al sistema educativo ecuatoriano le hace falta proyecto político, ético y humano, proyecto científico y visión de futuro (y profesionales no corruptos).
“Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción.” (Paulo Freire).
9) A su criterio, ¿cuáles son los establecimientos, ya sean públicos, municipales o privados que llegan a niveles de calidad?
Habría que preguntárselo a las/los estudiantes. En todo caso serán instituciones en las cuales los docentes no exijan con incongruencia a sus estudiantes aquello que ellos/ellas mismos no practican desde la docencia (por ejemplo, si les piden leer será porque son grandes lectores, digamos -con ánimo de provocar, cuestionar y con optimismo, crear curiosidad- de William Shakespeare, Paul Celan, William Faulkner, Karen Blixen/ Isak Dinesen, Jorge Carrera Andrade, Martín Heidegger, Jacques Derrida; o porque serán capaces de leer críticamente los mass media; o porque les importará contribuir a construir una cultura de buen trato, que se sostenga con consistencia en el diálogo; o porque los guiará y encarnarán una ética relacional; etc.). Que los docentes y estudiantes (de escuelas, colegios y universidades -de las carreras que sean-) se abran a leer con pasión y curiosidad genuinas, por ejemplo, la mejor literatura, a ver cine de calidad (Orson Welles, Ingmar Bergman, Andréi Tarkovski), a escuchar música (Beethoven, Mozart, Bach, Verdi), a leer filosofía, contribuirá, sin duda, a que enriquezcan su vida, su vocabulario, que expandan las palabras y los significados con los que se mueven por la vida, las relaciones y el mundo. Las palabras nuevas crean las condiciones para pensar, para pensar de maneras nuevas, para generar experiencias de transformación.
La calidad de esas instituciones permitirá un contexto en el que los/las estudiantes comiencen a decir SI cuando de verdad quieran decir SI, y a decir NO cuando de verdad quieran decir NO, independientemente de que guste o no a los otros, por importantes y queridos que sean. Establecimientos que promuevan la construcción de relaciones que creen contextos más alegres, espontáneos, libres, dignos, inteligentes, responsables, reflexivos, seguros y confiables.
Me da impresión (es mi percepción subjetiva), que cada vez más, muchos docentes, solo para ejemplificar, menciono a una mayoría de docentes en facultades de psicología de las universidades ecuatorianas: se nota un nivel cultural a la altura del subsuelo; docentes guiados por sus cortos dogmas (mal aprendidos, además) y sus prejuicios; con una ausencia olímpica de buen humor, no digamos de una ironía inteligente, de genuina curiosidad; una carencia de humildad humana e intelectual; arrogantes y prepotentes con sus recetas superficiales. Cada uno/a de estos/as docentes parece empeñado/a en que se le erija la estatua (para buen uso de las palomas) que se cree merecer. Esperan y exigen que su jerarquía controle y domine, tan necesitados de aplausos y adoración. Van por la vida como seres pagados de sí mismos, con la pretensión autoritaria, vanidosa y patética de querer enseñar a vivir a los demás, de ser el “Osho” de turno de tantos y tantos carenciados, que contribuyen a multiplicar con sus pobres y convencionales ideas y prácticas manipuladoras. Felices de ser el gurú de turno de tantos estudiantes, consultantes y público con pereza de pensar con su propia cabeza. Docentes tan necesitados de obediencia, reconocimiento, alabanza, adulos, veneración. Sale uno/a y entra en su lugar otro/a, peor; y así nos va.
Debo decir que aquí, he descrito discursos, actitudes y prácticas de docentes y estudiantes que nos enseñan lo que no se debe ser, hacer y decir. Y, que por supuesto, existen docentes y estudiantes que son la antítesis de lo que aquí se ha descrito. Docentes y estudiantes, que son personas nobles, inteligentes, sensibles, respetuosos, comprensivos, que aceptan las diferencias, curiosos con la complejidad; que se relacionan con grandeza espiritual, con pasión y deseo de aprender y contagiar lo que les encanta del vínculo relacional transformador, llamado enseñanza-aprendizaje. Un proceso que permite que florezca lo mejor de cada uno que, con un diálogo significativo, cada vez nos hace entrar en la órbita de la dignidad humana. Estos docentes y estudiantes existen (aun), íntegros y con integridad, y son los que encarnan el tipo de seres humanos con ética relacional, que nos gustaría ser, con nosotros y con los otros.
Para que se generen transformaciones reales en el contexto educativo en esta sociedad, se necesita además de políticas educativas consistentes, dejar de dar poder y privilegios a los actuales docentes no muy leídos, a las autoridades educativas fundamentalistas y comprometidas en perpetuar y encubrir la servidumbre intelectual y humana de la que medran. Y, desarrollar una ética relacional radical, que nos haga tener consciencia de que nuestras acciones y palabras influyen en los demás y la calidad de esa influencia es nuestra responsabilidad; generando una constante apertura ética hacia el otro, la alteridad, la diferencia.
La complejidad de las relaciones humanas puede incluir otras miradas, otras lecturas, otras formas de percibir y actuar. Sobre todo, necesitamos abrir un diálogo reflexivo, significativo, una ética relacional permanentes que nos hagan participar creativamente en la construcción del bienestar común, en el bienestar social. Se trata de tener templanza y disfrutar de la vida, gozar de la vida. Aprender a gozar de lo que uno es. Maravillarnos con toda cosa que vemos, verla siempre como si fuera la primera vez. Renunciar a la ceguera y así, con los ojos abiertos, decidir lo que voy a hacer.
“La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo.” (Paulo Freire).
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
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