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SERIE: A FAVOR DE LOS DERECHOS HUMANOS DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A. (octubre, 2021)

Después de Picasso ‘LA DANSE’, 1933, de Francis Bacon.

Prevenciòn de abusos sexuales a niños, niñas y adolescentes (parte I)

“Si queremos proteger la vida sobre esta Tierra, podemos hacerlo cuestionando la peligrosa ceguera actual en todo lugar donde se halle, ante todo, en nosotros mismos…Dondequiera que mire encuentro el mandamiento de respetar a los padres y en ninguna parte un mandamiento que obligue a respetar a los hijos.”

(Alice Miller)

Si hay una experiencia de oprobio y vulneración de los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes es el abuso sexual; donde la persona abusada es tratada como un objeto inanimado, como una cosa inmunda, como algo desechable. Comenzar, cada vez, a reflexionar sobre abuso sexual es invitar a las familias a aprender a distinguir entre discursos, experiencias, acciones, relaciones amorosas que expresan respeto y cuidados mutuos, de aquellos discursos, experiencias, acciones, relaciones, que significan explotación sexual, abuso y violencia criminal.

Al recuperar, actualizándolos, estos textos sobre abuso sexual a niños, niñas y adolescentes (tema en el que trabajamos desde hace 30 años), pretendemos seguir hablando de la urgencia de que como sociedad este asunto sea prioridad en las responsabilidades para construir una cultura de buen trato, con ética relacional; y, que actuemos para que estos crímenes dejen de ser encubiertos, que queden en la impunidad y se multipliquen cruel e injustamente y promover que se generen políticas sociales, públicas, culturales para que no se perpetúen y continúen tiranizando la vida de los seres humanos más vulnerables. Aprendemos que somos lo que nos hacen y dicen, como nos educan y somos como nos tratan. Somos lo que hacemos y decimos con los otros. Somos posibilidades abiertas en construcción permanente.

Como parte de la ética profesional en los procesos terapéuticos, se garantiza la confidencialidad. Las historias -secuencias o fragmentos de diálogos- que compartimos en estos artículos, fueron autorizadas por las personas que protagonizaron esas historias (“si mi historia les sirve a otras personas, compártanla para darle otro sentido, para reparar y prevenir“); sólo ponemos nombres inventados, lo demás es lo que trabajamos con estas/estos consultantes. Agradecemos su grandeza espiritual al permitirnos compartir algo de sus historias, y estamos conscientes que la transformación relacional también tiene que ver con las acciones y palabras que significan amor; es decir, compromiso, conexión, respeto, confianza, alegría, aceptación y libertad.

La historia de María (27 años, arquitecta), en estos breves intercambios:

A. Cuando ingresa María a la consulta terapéutica, y a lo largo de seis meses, en los que se ha construido una relación de confianza con los terapeutas y se ha sentido respetada y segura, describe su historia como una suma de tristezas, pérdidas e injusticias que le han robado las ganas de vivir, quitándole la alegría y haciéndole perder el sentido de continuar viviendo.

Veamos diálogos puntuales de momentos, que nos parecen generativos, como ejemplos de esta construcción conjunta de posibilidades en un proceso de co-creaciòn de nuevos significados. En un contexto específico -la historia de María-; conscientes que cada historia es única, distinta; más allá de las similitudes de lo humano. Y, cada proceso terapéutico tiene sus propios tiempos y ritmos que hay que respetar y acompañar de manera responsable.

María breve ejemplo de diálogo en una sesión en el primer mes-: La gente que me rodea me ve siempre feliz, me dicen lo que todos dicen a todos: que te quieren, que eres linda, inteligente, y bla bla bla. No les creo nada. No siento nada. Todo me parece vacío. Nada me importa.

Terapeuta MCB: ¿Y, María: tú qué te dices a ti? ¿Hay algo que te gusta de ti ahora?

María: Que soy una mentira igual que todos los demás, una impostora. Tal vez, lo que me gusta, aun, es que al menos me doy cuenta.

Terapeuta DTF: ¿Si nos encontrásemos en 3 años, y al volver a conversar, nos describiese el estilo de vida nuevo que le gustaría tener: ¿qué se imagina que nos contaría, qué sería distinto a favor de usted, de sus necesidades y derechos?

María: No sé. 3 años son una eternidad. No creo que a ustedes les interese conversar conmigo en 3 años. No tendría nada nuevo que contarles. Sería lo mismo. ¿Derechos? En toda mi vida a nadie le ha importado escucharme ni respetar mis derechos.

Tres estudios de Lucian Freud, 1969, de Francis Bacon.

Vivimos en la barbarie

La investigación sobre el abuso sexual a niños, niñas y adolescentes demuestra que las estadísticas de este crimen tienden a aumentar año tras año en el Ecuador: 4 de cada 10 niñas y niños son abusados sexualmente. El 85 % de los abusadores sexuales, están en la misma casa de la víctima o son muy cercanos a su familia. Suelen ser: padre, madre, padrastros, abuelos, tíos, primos, hermanos mayores, mejores amigos de la familia, sacerdotes, pastores, profesores, médicos, empleadas domésticas, vecinos de confianza, personas con “autoridad” y poder. Las probabilidades de abuso sexual se duplican en familias con alcohólicos o adictos. Las víctimas de abuso sexual suelen ser de sexo masculino (47%) y de sexo femenino (53%). La edad de los abusadores es, en mayor porcentaje: de 18 a 25 años (55%) y de 31 años en adelante, los restantes.

En nuestra práctica terapéutica esta estadística terrible se evidencia.  Los abusadores de muchos de nuestros consultantes han sido parientes cercanos (primos, hermanos, padres, madres, abuelos) o amigos de la familia (vecinos, compañeros de trabajo de los padres, figuras de autoridad y consulta como sacerdotes o pastores) o docentes o profesionales de la salud (médicos, psicólogos, etc.); todos, personas que están investidas de autoridad, legitimación y confianza por el núcleo familiar y por los mismos consultantes.

Se define el abuso sexual a menores como la actividad encaminada a proporcionar placer sexual, estimulación o gratificación sexual a un adulto, que utiliza para ello a un niño/a, aprovechando su situación de poder.

Consideramos además que existe abuso sexual cuando se dan las circunstancias de asimetría de edad entre víctima y agresor, lo que supone una diferencia de aproximadamente cinco años; cuando existe asimetría de poder, pues el abusador es el que controla o tiene algún tipo de autoridad con respecto a la víctima; cuando aparece asimetría de conocimientos pues se supone que el que abusa utiliza su astucia, y cuando existe asimetría de gratificación. Las formas más comunes de abusos sexuales a menores son: el incesto, la violación, la vejación y la explotación sexual.

Algunos de estos comportamientos por parte de los agresores pueden consistir en exhibir sus órganos sexuales, tocar, besar, o manosear a los menores, conversar con ellos de forma obscena, exhibir películas pornográficas o fotos; fotografiar a los menores desnudos, inducirlos a realizar actividades sexuales o eróticas, etc., todo ello con el objetivo de obtener una gratificación sexual abusiva.  En la consulta psicoterapéutica, hemos escuchado a nuestros consultantes narrar cómo, incluso, ellos mismos consideran haber provocado dichas vejaciones y abusos, o haber sido parte de la trama abusiva, accediendo “voluntariamente” a los juegos sexuales que el abusador les imponía.

El abuso sexual constituye una violación criminal de los derechos y de la dignidad de una persona. En el abuso sexual no nos encontramos frente a nada que tenga que ver con la esfera de la sexualidad. La sexualidad es un momento de encuentro voluntario y placentero entre dos personas que se gustan mutuamente. El abuso sexual es solo una manifestación de fuerza y de maltrato, con la que el agresor trata de demostrarse a sí mismo, o a los otros, el propio poder.

Tres estudios de figuras sobre camas, 1972, de Francis Bacon.

B. María –breve ejemplo de diálogo en una sesión en el segundo mes-:

María: Me corto en lugares que nadie puede notar, me corto para tratar de sentir algo. Cuando me corto con una navaja, siento una calma, un placer, una paz momentánea. Después, como siempre, llega la culpa, la vergüenza.

Terapeuta DTF: ¿Son como huellas de una historia significativa? Cuéntenos, por favor, si desea: ¿qué significan algunas de esas cicatrices, huellas y marcas en su cuerpo; qué es lo que dicen?

María -llorando-: Que me quiero morir.

Terapeuta MCB: María: Si la María herida que quiere dejar de vivir -que eso significa morir- le pudiese aconsejar algo que le sirva a la María que seguirá viva: ¿qué te imaginas que le diría?

María: Que ya no se corte.

Lo que daña es la falta de palabras, de diálogo y de afectos 

Muchas personas creen que, porque el niño o niña no habla sobre lo ocurrido, ya lo ha olvidado. Es importante decir que el abuso sexual no se olvida jamás. Lo que en apariencia parece haber sido olvidado, en realidad queda «guardado» y marca la vida futura. El trauma por el abuso no “daña” irremediablemente; lo que daña al niño, niña o adolescente abusados es la falta de palabras, de diálogo y de afectos en el trato familiar diarios. La clave reside en la conexión, los afectos, en la solidaridad y éstos, en el contexto humano.

La negligencia, uno de los factores preponderantes para que se dé el abuso sexual, es la forma más grave y frecuente del maltrato físico, emocional, psicológico y existencial. El abuso está protegido por la ley del silencio y por la negligencia, que mantienen al abusador en la impunidad y calla a las víctimas.

En la consulta terapéutica, los niños, niñas, adolescentes y adultos que hablan de abusos sexuales acaecidos en su infancia, muchas veces narran que no dijeron lo sucedido a sus padres o adultos cercanos porque creían que sus palabras no serían escuchadas: “si no me escuchaban cuando tenía cosas que decir, si no había tiempo para mí, si no había espacio para mi voz de niño, menos iban a escuchar que mi tío me tocaba en las noches entrando a mi cuarto cuando estaba dormido…”.

Cuando los “testigos” también deciden mantener el silencio cómplice, el sistema abusivo se perpetua, pudiendo quebrarse solamente cuando los estos rompen la ley del silencio. Sabemos que un niño o niña maltratados o abusados sexualmente pueden sobrevivir sin traumas si no se le culpabiliza, si se le acepta como un ser humano que al igual que los demás, merece respeto, protección, legitimación, confianza, afecto sincero y -al ser niños- amor, aceptación y apoyo incondicional.

Retrato de un hombre bajando una escalera, 1972, de Francis Bacon.

C. María -breve ejemplo de diálogo en una sesión en el tercer mes-:

María: Comencé a escribir el diario que me sugirieron. Me ayuda a descargarme, a poner orden en mi caos, a entender mejor lo que siento y pienso.

Terapeuta MCB: ¿Por favor, te gustaría leernos, compartir algún fragmento de lo que has escrito, o lo que te parezca y que te gustaría compartir aquí?

María: Como a veces tengo insomnio, escribí esto: Cuando duermo tengo pesadillas horribles, regresan las pesadillas monstruosas. Cuando estoy despierta las pesadillas horribles y monstruosas no se van.

Terapeuta DTF: María, me parece – ¿no sé qué piense usted o qué le parezca a usted? -, que, al comenzar a narrar, a contar sus historias escribiéndolas: ¿está comenzando a enfrentar esos monstruos, a darles un lugar; iniciando, tal vez, a liberarse, ¿un proceso de liberación?

María: Sí me siento aliviada. Es extraño, más aliviada aun, cuando les he leído lo que escribí.

Pautas generales de prevención:

  • Lograr que los niños/as adquieran seguridad y confianza. La investigación demuestra que los niños a los que se golpea, maltrata, humilla, descalifica son más propensos a sufrir abusos sexuales. El maltrato, la ausencia de diálogo, los insultos y castigos disminuyen la seguridad y confianza, y hacen que luego sea más difícil la defensa de sus derechos. Los niños menos propensos al abuso son aquellos con los que se conversa y reflexiona, los que se sienten amados, comprendidos, protegidos, respetados, aceptados. Si el niño se siente amado no caerá fácilmente ante conocidos que simulando el afecto que necesita, abusen de él.
  • Evitar toda forma de agresión (ej. tirar el pelo, o golpear, sacudir o hablarles de formas humillantes: “tonto”, “inútil”, “bruto”, “ignorante”; gritar, insultar). No verlo ni verse como víctima pasiva de abuso sino como alguien cuyo derecho ha sido violado (Convención de los Derechos del Niño, ONU).
  • Hay que hablar cotidianamente sobre sus derechos. Preguntar y escuchar sin interrumpir, sin criticar ni juzgar. Preguntar para comprender y acompañarlos con amor y respeto, con ética relacional, en su devenir.
  • Educarlos en el respeto por el cuerpo («mi cuerpo es mi territorio»), de sí mismos y el de los demás. Enseñarles a los niños a cuidar su cuerpo. Los límites adecuados. Enseñar el pudor. No exhibirse desnudos o desnudas frente a los niños o niñas. Enseñar a reconocer los diferentes tipos de caricias. Las caricias legítimas son castas (significa, sin carga erótica). Las caricias abusivas a niñas, niños y adolescentes tienen una carga erótica; imponen la ansiedad sexual del abusador; quiebran el ser del otro, ese otro distinto, que merece respeto a su intimidad e integridad.
  • Hablar con precisión sobre lo que es el abuso sexual: “Nadie puede tocar ni besar tus partes íntimas: tu boca, tu pene o vulva/vagina, tus nalgas, tu ano; y nadie puede pedirte que toques o beses sus partes íntimas. Nadie debe dormir en tu misma cama, o llevarte a la suya”. Es incestuoso dormir en la misma cama con niños o niñas, besarles en la boca, acariciarles de forma no casta, hacerles promesas que los confundan: “nos vamos a casar; eres mi novia o novio; etc.”.
Figura con Carne, 1954, de Francis Bacon.
  • Aprender a decir NO; a poner límites, sea quien sea. Enseñarles que hay secretos que no pueden quedar como secretos, por ej.: que alguien quiera acariciar sus partes íntimas. Los niños deben saber que hay personas que los aman y los protegen. El amor, el respeto y la protección equivalen a tratarlos como personas, como iguales, a interesarse genuinamente en escuchar su propia voz y tomarlos en serio.
  • Que confíen en su intuición: “si te sientes incómodo, sal de ese lugar, no te quedes con esa persona, corre.” Reiterar que hay secretos que no pueden quedar como secretos (cuando generan miedo, vergüenza, malestar).
  • Hay que explicar a los niños cómo puede darse el abuso sexual; en qué condiciones y especificarles qué es un abuso sexual, agregando que es un crimen y que no es aceptable; y que, si ha pasado, se debe contar (denunciar) para que no quede en la impunidad (y, obviamente, se debe buscar ayuda terapéutica urgente).
  • Si pasó algo grave, lo fundamental es creerle al niño o niña, validar su palabra, desculpabilizarle; decirle: “te voy, o vamos, a apoyar, a sostener, a proteger, a amar; no vamos a dejar en la impunidad este crimen.” Decirlo y cumplirlo, ser consecuentes con nuestro compromiso y responsabilidad.
  • Decirle a la persona víctima de un abuso sexual: “no eres culpable, no eres responsable de lo que pasó; no tienes ninguna culpa; has sido la víctima de un acto cruel, injusto e inhumano. El único culpable, el único responsable es el criminal que te abuso”.

Si tu intuición te dice que hay peligro: corre y cuenta la historia

La intuición ha sido minimizada, incluso ignorada, por la cultura occidental, en priorización de lo racional.  Lo racional está asentado en la denominada “mente cognitiva” en la que el cerebro es la máquina de pensar, de decidir y de actuar.  Sin embargo, existe una parte fundamental de nosotros mismos, la mente somática, que muchas veces no tomamos en cuenta.

La mente somática es la “mente de nuestro cuerpo”. En nuestro cuerpo existen células nerviosas que tienen la función de apoyar al correcto funcionamiento de nuestros órganos.  En el estómago, por ejemplo, tenemos alrededor de 100 mil células nerviosas, nuestro corazón cuenta con unas 80 mil.  Igual que las neuronas de nuestro cerebro, las células nerviosas de nuestro cuerpo aprenden; sin embargo, el aprendizaje se diferencia del que hace nuestro cerebro.  El aprendizaje de nuestra mente somática está vinculado a la experiencia, sobre todo, las experiencias que son intensas y que implican una movilización emocional.

Si la mente cognitiva (albergada en nuestro cerebro) se manifiesta especialmente a través de las palabras y el lenguaje (la comunicación verbal), nuestra mente somática se manifiesta a partir de la intuición. La mente somática es el “lugar” de la intuición. 

En nuestra consulta terapéutica escuchamos a hombres y mujeres narrar que, en determinadas situaciones, sintieron “cosas” en su cuerpo: “una opresión en la garganta”, “un peso en el estómago”, “un vuelco en el corazón”, etc.).  La intuición está hablando, está advirtiendo, está tratando de comunicarse.

Cuando se trata de los niños, niñas y adolescentes que han sido abusados sexualmente, muchos de ellos ya adultos, en los procesos terapéuticos, sostienen que sintieron que “algo les iba a pasar”, no se “sintieron cómodos” o que algo les decía que estaban en riesgo (su cuerpo -su mente somática- dando señales); sin embargo, primó la lógica: la obediencia a los adultos, el mandato familiar o la racionalización aprendida, la confianza en los adultos o en figuras importantes.

Valorar la intuición, apoyar que los niños, niñas y adolescentes escuchen lo que su mente somática, a través de su cuerpo, les está diciendo, es una de las maneras de apoyar para prevenir situaciones de abuso sexual; como dice la psicoterapeuta Alice Miller: “el cuerpo nunca miente…el cuerpo no olvida”.

Es necesario, apoyar el que los niños desarrollen sus capacidades críticas, que aprendan a discernir, a darse cuenta, de tal forma que estén en grado de moverse, frente a una situación de incomodidad, para no quedarse como víctimas, actuando, por ejemplo, así: “Digo NO. Escapo, grito, corro a contarle a alguien de confianza que me pueda proteger; tengo derecho a decir, a contar mi historia”.

Por su propia seguridad, es necesario darles informaciones claras y concretas a los niños, sobre cómo prevenir el abuso sexual y qué hacer si ha sucedido, esto es tan importante como enseñarles a protegerse del fuego, las drogas o de los automóviles al cruzar la calle. La falta de información responsable, y las informaciones basadas en los mitos sociales y los temores de los adultos, son las que asustan y dejan desprotegidos a los niños.

Retrato de Michel Leiris, 1976, de Francis Bacon.

D. María -breve ejemplo de diálogo en una sesión en el cuarto mes-:

María: Me engancho en relaciones tóxicas. Apenas veo que puede pasar de lo superficial, que todos esperamos, y ser algo más íntimo, que signifique un compromiso en el que pueda ser vulnerable (como hemos conversado con ustedes), escapo de inmediato. Termino lastimada o lastimando y acumulo argumentos para vivir cosas feas, autodestructivas.

Terapeuta MCB: Me sorprende la consciencia y la claridad con la que comprendes y explicas los contextos de las relaciones en las que eliges participar e involucrarte. ¿Qué pasaría si eliges algo nuevo, distinto? ¿Qué sería lo peor que podría suceder?

María: Me asusta la incertidumbre. Quisiera tener certezas, aunque sean unas pocas. Con las maneras que he aprendido a relacionarme en lo que la gente llama amor o en el sexo, sé que tengo un mínimo de control. Ya conozco cómo funcionan los otros y lo que puedo esperar y no tengo esperanzas.

Terapeuta DTF: ¿Usted diría que es una filosofía de vida, lo que ha elegido para sobrevivir: qué le aporta? ¿qué le sirve, qué sentido encuentra en su compromiso tan apasionado con esta filosofía de vida, que parece que la lleva -por lo que usted nos describe- al sufrimiento, la pérdida, la derrota o a la resignación?

María -riendo-: Ups. El que se puso filosófico es usted. Yo, modestamente, quiero solo ser invisible, nada más; y, dejar de sentir.

Autorretrato, 1978, de Francis Bacon.

Es básico: que los niños, niñas y adolescentes se sientan autorizados por los adultos a decir todo; y lo que necesitan es que los adultos les crean y cumplan con este ofrecimiento.

Decirle: “me puedes contar todo; nada de lo que me digas me va a asustar o hacer enojar contigo; me digas lo que me digas, jamás dejaré de quererte, de protegerte y de creerte. Nada de lo que me quieras contar me hará abandonarte o rechazarte. Eres mi hijo o mi hija amada, te acepto como eres: te creo siempre, puedes confiar en mí y confiar en que yo te voy a cuidar y proteger”.

Desde las perspectivas que trabajamos (construccionismo relacional), y que en la sociedad ecuatoriana resultan aun inéditas, nos importa contribuir y favorecer la construcción de nuevas narrativas, ofrecer condiciones de reinterpretación de vivencias de abuso sexual.  Estas conversaciones diferentes promueven la construcción de una nueva narrativa, invitando a asumir una postura más reflexiva y crítica en relación con la violencia. Esta postura relacional transforma la relación entre las personas involucradas en la conversación.

Los eventos humanos solo se vuelven inteligibles tras haber sido historiados. Por medio de las conversaciones se forma y se reforma la experiencia de vida y los eventos relacionados con los sufrimientos. Se crean y se recrean los significados y las comprensiones, las construcciones y las reconstrucciones de las realidades y del ser relacional.

Se interpretan y se reinterpretan activamente las experiencias a lo largo de la vida, y esto ocurre debido a que se accede a algunos marcos de inteligibilidad que sitúan en un contexto a la experiencia, posibilitando la atribución de nuevos significados.

Las investigaciones existentes demuestran de modo general que las intervenciones que no les brindan a las víctimas oportunidades para que estas se expresen y que se limitan a la presentación objetiva de las informaciones acerca del abuso, no modifican las vivencias de los involucrados y tampoco agregan nuevos significados al proceso. Desde estas perspectivas terapéuticas es importante evitar la trivialización de estas historias y el ser capaces de generar conjuntamente respeto, afecto, ternura, comprensión, así como el legitimar el derecho a liberarse de manera consistente, de las historias opresivas, crueles e injustas, para crear nuevas y propias historias dignas; confiando en el proceso de diálogo, en las relaciones.

E. María -breve ejemplo de diálogo en una sesión en el quinto mes-:

María: Fui abusada sexualmente desde los 5 años, por 7 hombres, en distintos momentos durante 20 años. Desde un mejor amigo de mis padres (que, como almas bellas, nunca se enteraron de nada), pasando por un medio hermano y un primo, siguiendo por un profesor, más un médico, terminado con dos enamorados. Me he sentido muerta en vida y cuando escucho que hay que olvidar y perdonar me dan ganas de vomitar y matar a quienes dicen eso.

El papa Inocencio X de Velázquez, 1953, de Francis Bacon.

El papa Inocencio X de Velázquez, 1953, de Francis Bacon.

Continuará en 15 días…

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA


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