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Jugar con el tiempo.

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A

Desperdicio

Los contextos relacionales, laborales, familiares, de amistades, en la sociedad ecuatoriana tienden a caracterizarse por aquello que, en muchas ocasiones hemos reiterado: la convicción -acérrima y fanática- de muchas personas en todos estos ámbitos, de que sus mayores y peores defectos y limitaciones éticas, intelectuales, humanas y relacionales, son sus mejores cualidades y virtudes.

En estos contextos relacionales es una utopía el pensar que serán capaces de entender la crítica y autocrítica como recursos útiles para aportar con inteligencia y potencia creativa en el proceso dialógico.

En algunas terapias de estas semanas conversamos con varios consultantes sobre el sentido y el significado, que tiene para ellos/ellas, el respeto en las relaciones, ya que explicaban que sufren al experimentar su ausencia, en lo público y en lo privado, en la intimidad y en lo social.

Les proponíamos pensar que es un desperdicio de tiempo (es decir, de vida) involucrarse y participar -o soportar- relaciones carentes de respeto. Que, al NO poner límites humanos y respetuosos en sus relaciones, entronizaban aquello de lo que se quejan, lo que no dicen, o “tragan” como veneno.

Que aceptar, permitir, doblegarse y dar el poder a personajes abusivos (y abundan en estas periferias provincianas, aquellos/as que hacen un uso abusivo de su poder), para desperdiciar su tiempo en relaciones tontas, estaban aceptando y legitimando sumisamente la falta de respeto como la brújula relacional de su menguante y triste devenir.

En síntesis, vemos una trilogía en antítesis: respeto-desperdicio-tiempo. Si hay respeto, no se desperdicia el propio, vulnerable y frágil tiempo. La ausencia de respeto significará precisamente el desperdicio tonto del propio y único tiempo. La manera de ejercer el derecho al propio autocuidado responsable es elegir relacionarse con los demás, desde una existencia reflexiva.

Realizando en este período, procesos de supervisión-intervisión-covisión con varios psicólogos y psicólogas, nos llamó la atención las actitudes condescendientes entre ellos/ellas y con sus consultantes. Vemos allí una falta de respeto. Si no miras al otro como lo que es, un interlocutor: ¿cómo lo miras; que te impide mirarle de otra manera; desde qué cosmovisión tuya lo tratas? ¿en qué lugar eliges ponerlo?

Y, nos movemos en este mar de peces desechables y tiburones ídem, escuchando y observando a innumerables sujetos pomposos y pusilánimes, esperpentos rumiando sus lugares comunes y sus prejuicios a los que llaman verdad; personajes cantinflescos pagados de sí, en su obscena mediocridad y en su vanidosa vulgaridad. Y, mientras tanto, continuamos surfeando entre sus convencionales lenguajes reduccionistas y crueles, hechos de la ideología fácil y funcional al statu quo y poco más.

Para construir y generar relaciones en las que los otros sean interlocutores auténticos (es difícil tener interlocutores en contextos relacionales sin respeto, rodeados de personas dogmáticas, o cuyo mayor temor sea perder su poder y privilegios, como los machistas, por ejemplo), probablemente sea necesario un ejercicio de presencia radical, de ética relacional (ver lo que hemos publicado al respecto, desde enero de 2018, cada 15 días, en este blog), de una alegría nueva para aprender con asombro, para interpelar a todas las formas de poder; cada vez como si fuera la primera vez, para aceptar lo diverso, para dialogar con la diferencia, desde la complejidad.

Un viejo amigo, que está por otros lares y se dedica a temas científicos, se interrogaba acerca de lo que él describe como perder tiempo, desperdiciarlo escribiendo quincenalmente sobre asuntos que, al menos por acá, no importan; y, es más, agregaba con ironía: nadie los lee, les da pereza; y los que lo hacen, no entienden o lo hacen al revés, o sienten envidia que sigan reflexionando con espíritu crítico, casi como un acto de resistencia política y poética. Nos preguntaba: ¿y, si más bien invierten su tiempo en escribir libros sobre esos mismos temas o mejor aún de literatura, que es lo que más les interesa?

Es obvia y fácil la respuesta, si pocas páginas (sería pretencioso considerar que “deben” leer algo porque lo publicamos; realmente, nadie debe nada) no se leen, imaginemos qué pasaría con libros. Sin embargo, estamos en ese proceso, por el placer de hacerlo.

Y, continuamos en la búsqueda de contextos con historia para diálogos distintos; el ser capaces de agradecer tanto a tantas personas; el seguir con curiosidad y respeto, creatividad e imaginación en esta brújula construida con preguntas para generar conexiones conversacionales que transformen el desperdicio en poesía.

“La barbería de los condenados y los elegidos”, 1950, de Antoni Tàpies.

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2 Comments

  • CESAR LARREA

    QUE ARTICULO MAS CLARO Y CONFRONTATIVO CON REALIDADES Y VIVENCIAS DE MUCHAS PERSONAS QUE DE PRONTO SON ZOOMBIS SIN DARSE CUENTA DE LA REALIDAD QUE VIVEN . GRACIAS DR. DIEGO TAPIA

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