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La resiliencia como camino para la superación de la violencia (***)

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Maritza Crespo Balderrama, M.A. y Diego Tapia Figueroa, Ph.D. 

Campo de trigo con cuervos, 1890, de Vincent van Gogh.

Conforme pasan los días y los medios de comunicación nos informan sobre los acontecimientos, es cada vez más evidente que nuestro país está inmerso en un clima, en una espiral de violencia que no solo atemoriza, en muchos casos, paraliza y deja sin esperanza ni respuestas a los ciudadanos.

En contextos en los que el diálogo se ha roto y en el que se pierde la confianza en las instituciones, las personas tienden a dejar de ver las posibilidades y los aspectos positivos que podrían existir en los espacios cotidianos, y suelen centrar su atención, temor y pensamientos en los hechos negativos, en los obstáculos y en el dolor; experimentando impotencia y desesperanza.

La violencia no solamente es un hecho concreto, con efectos evidentes, observables y medibles; también es una sensación, algo que se puede percibir, aunque no se vea y, por ello, puede ser un elemento que marque significativamente la vida de quienes la sufren, dificultando la puesta en práctica de una mirada crítica, reflexiva y activa sobre el entorno, la toma de decisiones y, por supuesto, la superación del dolor.

Nuestra vida está hecha de historias que otros cuentan sobre nosotros, y que nosotros mismos nos contamos y contamos acerca de nosotros -y de los otros-; esas historias construyen nuestras formas de ser. Por lo tanto, nunca está dicha la última palabra, podemos reinventarnos a cada momento, podemos resignificar las experiencias, cocrear conjuntamente nuevos significados.

En este artículo vamos a profundizar en un elemento que en el espacio terapéutico en el que trabajamos, hemos visto bastante a menudo, y se busca fortalecer, ya que es fundamental para la superación y el afrontamiento de situaciones de violencia: la resiliencia. La capacidad de movilizar la propia resiliencia.

¿Qué es resiliencia?

El término viene de la física. Como ciencia natural, busca explicar el proceso por el que la materia vuelve a su forma y tamaño original cuando ha sido sometida a presiones; entonces, la noción de resiliencia está relacionada con la resistencia de los materiales.  La psicología ha tomado ese término de la física, para explicar la capacidad que tienen los seres humanos para sobreponerse a la adversidad, a la incertidumbre y al dolor emocional y afrontar las situaciones de la vida para proseguir el camino hacia la consecución de sus objetivos.

La resiliencia, entonces, es una capacidad que tienen las personas, para poner en juego y potenciar sus recursos psicológicos y emocionales para afrontar las crisis o situaciones complejas de la vida.  Es la capacidad de enfrentar situaciones duras, difíciles y traumáticas; la capacidad de sobreponerse a la adversidad, y de hacerlo movilizando nuestros propios recursos, y al hacerlo, salir fortalecidos.

Si bien todos los seres humanos tienen esa capacidad, muchos no la han puesto en práctica, o no han podido potenciarla, de manera que se constituya en parte de las formas en las que enfrentan su vida.

El baile, 1951, de Marc Chagall.

¿Cómo suelen ser las personas resilientes?

Una persona resiliente no es ni mejor ni peor que otras personas; tampoco es alguien que no manifiesta sus emociones, o que tiene bloqueos emocionales que no le permiten vincularse con los otros, sentir miedo, frustración o dolor.

Como hemos dicho, la resiliencia es una manera de gestionar los recursos internos, emocionales, que las personas pueden poner en juego, frente a las adversidades de la vida.

Las personas resilientes asumen que vivir implica un cierto grado de dificultad, para todos distinto. Son los que aceptan que hay cosas que pueden pasar y que de hecho suceden, y que deciden tomar las dificultades como un hecho, que tiene un principio y un final y que, de alguna manera, se puede convertir en un espacio para el aprendizaje y la adquisición de experiencias útiles para el presente y el futuro.

Si bien la violencia no es una “adversidad” en sí misma, ya que implica un uso y abuso de la fuerza, una injusticia y un maltrato de una persona a otra, la resiliencia puede ser una de las herramientas que permitan tomar decisiones y actuar de manera que las personas en situación de vulnerabilidad puedan salir de ella y protagonizar sus propios procesos vitales y proyectarse al futuro.

Por lo general, una persona que es resiliente tiene una gran capacidad de adaptación y es creativa en la toma de decisiones. No se deja tiranizar por el miedo, la culpa, el resentimiento.

¿Se puede fortalecer la resiliencia?

Al tratarse de una capacidad humana, la resiliencia se puede fortalecer y aprender a ponerla en práctica.  Veamos algunas maneras de cómo trabajar la resiliencia en situaciones de violencia.

1.         Conocer sus capacidades y limitaciones y observar cómo son las reacciones propias frente a situaciones violentas.  Una persona que ejercita la resiliencia suele preguntarse por cómo se sienten frente a la violencia, ¿qué impacto tiene la violencia en uno mismo?

2.         Reconocer que no es posible tener el control de todo; es decir, tener claro que hay circunstancias, por ejemplo, la violencia social, que no son responsabilidad directa de ellos mismos.  Sin embargo, la persona resiliente aprende a controlar sus emociones          -las expresa de forma asertiva-, a manejar la incertidumbre y a usar la creatividad para afrontar las adversidades.

3.         Procurar ser flexible, lo que significa que la persona que es resiliente está abierta a cambiar planes y metas si esto es necesario. Se requiere tener apertura a nuevas formas de hacer las cosas, evaluando posibilidades realísticamente y concretando, paso a paso, los objetivos que se planteen.

4.         Mirar las circunstancias con humor y optimismo.  Es, quizá, más fácil de decir que de hacer, en las circunstancias actuales; sin embargo, la persona resiliente suele hacer un ejercicio crítico de análisis de la realidad que le permite mirar las cosas con humor y reírse de las situaciones y de él mismo.  El optimismo es uno de los motores de la transformación y rodearse de personas optimistas y contagiar el optimismo transforma el propio entorno y hace más llevadora la vida diaria.

5.         Estar abierto al aprendizaje que se puede sacar de las situaciones complejas y conflictivas.  Toda situación, incluso las de violencia, contiene aspectos que pueden enseñar algo (a protegerse, a poner límites, a buscar ayuda, a alejarse, etc.).  Mirar las adversidades como una experiencia de aprendizaje fortalece la capacidad de resiliencia.

6.         Reconocer que no siempre se puede solo. Ser resiliente también consiste en hacer un ejercicio de honestidad.  Las situaciones violentas no son fáciles de sobrellevar en solitario y la presencia de personas cercanas, redes de apoyo que hayamos podido construir con amigos, familia o trabajo y la búsqueda de apoyo psicoemocional profesional son fundamentales para comprender las situaciones, analizarlas y construir formas creativas de afrontamiento de la violencia.

Invitamos a elegir un estilo de vida basado en la ética relacional, el respeto por las personas, y la confianza en que cada ser humano, cada familia, tienen recursos propios, que es importante movilizar de forma activa y creativa, para que puedan asumir de manera nueva y responsable sus propias vidas; generando propósitos que potencien el bienestar común.

Tiene como propósito (a través de la escucha atenta y respetuosa, del diálogo, y de la movilización de la resiliencia de las personas) fortalecer los recursos personales, familiares y sociales para evitar que el estrés desemboque en una crisis destructiva o autodestructiva.

En conclusión, la resiliencia no es patrimonio de unos pocos, es una capacidad que podemos fortalecer con práctica y guía adecuadas.  Nadie está libre del dolor o el sufrimiento, las situaciones adversas son parte del devenir humano, sin embargo, el aprendizaje y capitalización de las experiencias negativas para la consecución de objetivos propios y compartidos es esencial para transformar nuestras sociedades y llevar una vida plena con dignidad, libertad, alegría, creatividad y responsabilidad.

(***) Reproducción autorizada de la publicación, en mayo 2023, en la Revista https://www.maxionline.ec/

Paloma de la paz, 1949, Pablo Picasso.

Bibliografía mínima:

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