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Procesos relacionales (con preguntas generadoras) distintos para terapeutas que buscan salir de sus certezas rutinarias (parte I)

Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, MA

Todo lo que hago, lo hago con alegría.” 
Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)

Transeúnte, 1995, de Marcelo Aguirre (Quito,15 de diciembre de 1956).

Los encuentros de formación o capacitación con profesionales de la psicoterapia en ciertos contextos de la sociedad ecuatoriana muestran situaciones complejas, contradictorias y paradojales, que proponemos discutir, en esta primera parte, para buscar alternativas que favorezcan a las personas con las que trabajan. Por ejemplo:

a) son profesionales, que aunque suelen consideran que el resto de personas “debería” acudir a alguna terapia, ellos mismos no lo hacen; no demuestran interés en hacer procesos terapéuticos constantes, como necesaria forma de autocuidado y de ética profesional; 

b) tampoco buscan espacios de supervisión o intervisión clínica; el poder contar con un lugar para dialogar sobre el ser del terapeuta: ¿qué está pasando con el asesor, facilitador, orientador, trabajador social, terapeuta y equipo en cada proceso e historia?; 

c) muchos trabajan en plan de solitarios “salvadores”; no buscan propiciar la construcción de redes de apoyo -para sí mismos- familiares, profesionales, institucionales; 

d) no están interesados ni curiosos por actualizarse profesionalmente: se estancan en los dogmas modernistas aprendidos y desde allí, en plan omnipotente, quieren enseñar a vivir a los demás. Se anclan en recetarios y en un “deber ser” opresivo y nada útil. Temen y denostan las reflexiones críticas y autocríticas sobre sus propias certezas teóricas y prácticas, mirándolas como un ataque personal, que amenaza su identidad.

El resultado de estas maneras de llevar su práctica profesional es, con frecuencia, el que muchos se “queman”, se fabrican una cómoda coraza de cinismo o indiferencia para seguir con sus desgastantes rutinas, hechas de respuestas estereotipadas, lugares comunes y prejuicios encubiertos en una ideología psicológica positivista. Tienen todas las respuestas -del experto- a una complejidad que no comprenden ni respetan.

Para dar inicio a un procedo diferente y continuo, de diálogos conversacionales transformadores, para comprometernos conjuntamente, en la generación de un contexto de bienestar humano y profesional, real y consistente, puede ser útil moverse de ese estado de comodidad, más interesado en mantener poder y privilegios, que en generar procesos dialógicos transformadores (que es otra manera de entender la psicoterapia).

Las opciones podrían ser, el comenzar a invitarlos a participar, aportando de forma significativa, con sus conocimientos, experiencias, reflexiones, para cambiar su cosmovisión y coconstruir (con los consultantes, colegas, redes) y generar un nuevo espacio de encuentros, que sea enriquecedor relacionalmente, en lo personal, familiar, laboral, y humano.

Como una invitación sincera y abierta, para comprometernos conjuntamente, de forma consciente y responsable en un nuevo estilo de relacionarnos en el trabajo, para dar lo mejor de cada uno, y aprender, sin prejuicios, de lo mejor de los demás. Para aprender a conversar con la pregunta, aprender a escuchar profundo, con genuino interés humano, sin interrumpir; les invitamos a preguntar para comprender y ofrecer un espacio de reflexión significativo, para la expresión libre y abierta de las múltiples voces presentes en cada encuentro.


Preguntas Generadoras del Proceso

¿Para qué estamos aquí? ¿Estoy aquí, por…? Interesa saber la razón particular por la que cada uno está aquí.
¿Qué tendría que pasar para que cuando termine esto, te sientas satisfecho/a?
¿Cómo puedes aportar, de forma significativa, para que lo que suceda aquí, sea lo que esperas, y lo que te gustaría?¿Cómo proponer un lenguaje con el que invitamos al otro a sentirse involucrado?
¿Cómo invitamos a una persona a entablar una relación?
¿Cómo comenzar esta conversación para construir algo significativo?
¿Cómo miramos, escuchamos, y respondemos?
¿Qué diálogos internos estabas teniendo mientras me escuchabas?
¿Puedes pensar un momento de aprendizaje, una reflexión distinta, que te vas a llevar de este encuentro?De nuestras preguntas iniciales: ¿siguen allí; se han transformado; hay algo que quieres retomar?
¿Cómo ven una comunidad en la que todos nos sentimos comprendidos e incluidos?
Reflexión sobre lo vivido: ¿Qué te llevas de útil de aquí?

Partimos de la confianza en que existen recursos propios, valiosos y respetables en todos los integrantes de la conversación. Confiamos, en que el trabajo puede ser una experiencia que tenga sentido y que amplié, con creatividad, imaginación y generosidad, el sentido de nuestras propias vidas.

Es dar la bienvenida a este nuevo desafío, para comprometernos y crecer conjuntamente, transformarnos positivamente, reconociendo y valorando nuestras fortalezas, y abriendo las posibilidades a todo lo que necesita ser distinto, para disfrutar con pasión, creatividad, inteligencia y ética relacional, de lo que hacemos conjuntamente con los otros, se llame terapia o vida compartida.